de

del

Manuel Alejandro Escoffié
Foto: Tomada de la web
La Jornada Maya

Viernes 3 de noviembre, 2017

No le tengo miedo a la muerte. Por lo menos no a la idea de la muerte propiamente dicha. Si en esta temporada de espantos, apariciones y espíritus visitándonos desde el más allá se me preguntase por el peor de mis temores, aquel manteniéndome en vela y que se niega a dejarme tranquilo, sería el que siento por el tiempo. Por el implacable y devastador paso del mismo. Por todo el desgaste que representa. La idea de amanecer cada día sabiendo que se está un poco más cerca del final. Y, por consiguiente, que se es un poco menos de lo que se solía ser ayer. De que nada es eterno. Eso es lo que me asusta. Y quizás pocas cosas me han hecho más consciente de ello que una noticia en mayo del año pasado; la cual daba a conocer el fallecimiento de la última integrante sobreviviente de todo el elenco en el filme “Casablanca” (1942). Su nombre era Madeleine Lebou. Tenía 92 años. Probablemente sea más fácil recordarla como Ivonne, aquella francesa refugiada en Marruecos que termina en amasiato con un oficial nazi para minutos después unirse con lágrimas en los ojos al coro de clientes en el bar de Rick (Humphrey Bogart) entonando con convicción “La Marsellesa”.

Pero la edición de hoy no gira en torno a “Casablanca”. Si me he tomado la molestia de traer a colación este pedazo de trivia ha sido para remarcar lo evidente e innegable: Cada vez que vea esta película, estaré viendo a gente muerta. Gente que ya no existe. Que se ha disuelto en el polvo, el aire y la nada. Y que, sin embargo, ahí está todavía con toda la vida del mundo. Como si nada hubiera pasado. Como sí al morir hubiesen sido trasladados a un plano alterno de la realidad en donde el tiempo acabó detenido. En donde la decadencia y la putrefacción brillan por su ausencia. Donde todos están muertos y vivos a la vez. Respiran a pesar de no respirar. Se mueven siendo inertes. ¿Y lo mejor de todo ello? El privilegio de atestiguar esta paradoja, este oxímoron, una y otra vez por cortesía de una pantalla.

En ese sentido, pocas maneras de detener el tiempo, de pararlo en seco y asesinarlo antes de que propague sus odiosos estragos, existen en el mundo tan efectivas como las películas. Su medio de reproducción (proyector análogo, digital, VHS, DVD, Blu Ray, etc.) constituye simbólicamente no solo una máquina para viajar en el tiempo, sino también para negarlo. Omitirlo. Esta hace posible atestiguar una y otra vez, tanto ad nauseam como ad infinitum, la “presencia” de un James Dean sin dar la vuelta sobre la ruta 46 en su Porsche, una Silvia Pinal sin cirugías, un Christopher Reeve que no se sube a su caballo y un Pedro Infante que no aborda su avión. En el universo unitario e independiente que cada película es, el tiempo es derrotado. Y con él la enfermedad, el deterioro y, desde luego, la muerte. Pero este tiro de gracia a la cara del tiempo y de sus evidencias apenas es comparable con su eficacia para mantener en un cierto nivel de existencia, sino al pasado en sí, a su imagen. Su recuerdo. Su fantasma. Así como a los miles de fantasmas habitando a la vez dentro de su interior. Rostros que parecen no haberse ido nunca desde que surge el titulo hasta que arrancan los créditos finales. Reproducirlos no es solamente verlos. Es preservarlos. A los muertos de altar se les resucita con el recuerdo. A los del séptimo arte se les rescata y se les protege.

¿Será ésta la motivación inconsciente de la prioridad del arte cinematográfico en mi vida? ¿Busco una experiencia audiovisual o la sensación de que mis terrores estén infundados? ¿Amo demasiado al cine o le temo demasiado al discreto y cruel ladrón que es el tiempo?

En “Sunset Boulevard” (1950), una antigua estrella de cine mudo no cesa de observarse a sí misma en películas que protagonizó durante su juventud. La suya es una cruzada contra el tiempo por partida doble: la guerra para revivir el pasado y para mantenerlo estático a toda costa. Por consagrarse a ella en cuerpo y alma, no la culpo en lo más mínimo.

[i]Mérida, Yucatán[/i]


Lo más reciente

Denuncia ataque a su casa candidato panista a gubernatura de Puebla

Eduardo Rivera Pérez, abanderado de la coalición Mejor Rumbo, suspendió sus actividades de campaña

La Jornada

Denuncia ataque a su casa candidato panista a gubernatura de Puebla

En la guerra contra Francia, México resistió gracias a su tamaño, sostiene Héctor Strobel

En su libro más reciente, el historiador aborda la importancia de los pueblos indígenas en esa contienda bélica

La Jornada

En la guerra contra Francia, México resistió gracias a su tamaño, sostiene Héctor Strobel

Desplazados: el papel de EU

Editorial

La Jornada Maya

Desplazados: el papel de EU

INE realizará pruebas del PREP

El Programa de Resultados Electorales Preliminares buscará dar certeza a los votantes durante los comicios

La Jornada

INE realizará pruebas del PREP