Texto y fotos: Joana Maldonado
La Jornada Maya
Viernes 3 de noviembre, 2017
Encontré a don Felipe Benicio Arceo sentado a la sombra de un inmenso árbol a unos 100 metros de la entrada del panteón Campos del recuerdo. Se le veía cansado pero me mostró una sonrisa apenas me vio. Pensé que quería decirme algo; incluso que ofrecía algún servicio, como es común en estos días.
Don Felipe traía un morral verde que contenía un machete y un hoz; vestía un pantalón mal cocido, unas botas de plástico para la lluvia, una playera deslavada y una gorra que lo protegía del sol. Me senté a su lado, pensé que si limpiaba el panteón podría tener una buena conversación con él.
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El anciano no entendía mucho de lo que le preguntaba, porque casi no oye así que sus respuestas eran muy breves. Tiene 80 años.
Me contó que era de Tizimín y vivía en Chetumal desde hace varias décadas. Caminó desde muy temprano unas tres horas desde la Colonia 8 de octubre, para llegar al panteón Campos del Recuerdo que se ubica en los márgenes de la ciudad, para visitar y chapear la tumba de uno de sus hijos muertos.
Tomaba un descanso a la sombra de ese árbol, porque retomaría su camino a pie, esta vez con dirección al panteón municipal, ubicado al centro de la ciudad, en donde descansa otro de sus hijos.
Hacía mucho calor. Con sus botas de plástico seguramente sería más cansado su andar; así que me permití ofrecerle un raide, solo debía comprar unas flores para el altar que le pongo a mi papá y lo llevaría. Con un poco de desconfianza o quizá extrañeza me dijo que sí. –No lo voy a secuestrar–, bromee con él.
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Le compré unas flores para que le llevara a su hijo y subió al auto.
Nos dirigimos al panteón municipal y me contó que solo vivía con otro de sus vástagos en Chetumal y que la mamá de sus hijos también había fallecido. A sus hijos finados sólo los visitaba él, porque sus familias no viven en Chetumal.
Fue muy enternecedor que pese a su edad, don Felipe camine distancias relativamente largas para mantener viva la tradición de Día de Muertos y la memoria de sus hijos; también fue muy satisfactorio poder hacer que su día fuera más ligero.
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