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Cliserio E. Cedillo Godínez
Foto: Reuters
La Jornada Maya

Viernes 27 de octubre, 2017

Es cierto: el país atraviesa por una crisis de inseguridad de la que no se escapa Quintana Roo. Sin embargo, nuestro estado no es como ninguno del norte del país, donde el crimen ha rebasado todas las medidas de seguridad y sólo falta que se decrete el toque de queda. Esta entidad es diferente al ser el principal bastión del gobierno para nutrirse de divisas, desde que el petróleo dejó de serlo.

Es Quintana Roo un estado estratégico para el fortalecimiento económico del país, simple y sencillamente por sus zonas turísticas y sus cuatro islas: Cancún, Cozumel, Isla Mujeres y Holbox. Luego entonces, debe protegerse a como dé lugar y sin escatimar recursos, sobre todo de la Federación dado el potencial financiero que le representa.

Hay que decirlo: sí, se han fortalecido policías estatales y municipales, han llegado más agentes federales, soldados y hasta marinos, pero han sido insuficientes o falta inteligencia y coordinación adecuada para hacer frente a este gran enemigo parecido a la mitológica Hidra de Lerna, un sanguinario monstruo de múltiples cabezas y aliento venenoso, mas no inmortal, ya que sucumbió ante el poder de Heracles, el hijo de Zeus y de una mortal.

Claro que no se necesita un héroe mitológico para hacer frente a la delincuencia, que en tres grupos: organizada, desorganizada y política causan terror, debilitan a las instituciones y crean desconfianza.

Todos sabemos que el crimen organizado libra una lucha a muerte por la plaza dejando cadáveres regados por el estado, sobre todo en la zona norte, y junto con ello la proyección nacional e internacional de un destino turístico inseguro, con warning y sin warnings; el segundo grupo, el de la delincuencia desorganizada o común, la que asalta en forma solitaria o en pandilla, lo mismo a transeúntes que a comercios de todo tipo o que vulnera la seguridad de los domicilios para saquearlos. Son dos importantes grupos que, en el 99 por ciento de los casos, se desenvuelven en la impunidad ante una seguridad oficial vulnerable e incapaz.

Pero hay un tercer grupo de delincuentes, igual o peor de peligrosos, porque le apuestan no a ganar la plaza, ni al botín económico o en especie, sino a la creación del terror y desestabilización del gobierno. Esta delincuencia se manifiesta en varios atentados que se han efectuado después de la asunción de Carlos Joaquín a la gubernatura del estado, el último fue la balacera contra las instalaciones del Canal 10 de televisión, con saldo de un empleado lesionado, y un escándalo que traspasó las fronteras, más allá de Quintana Roo y del país.

Y ¿Quiénes están atrás de esos atentados que tienen toda la intención de desestabilizar al gobierno de Carlos Joaquín? La respuesta todos la tenemos en la punta de la lengua, pero pocos nos atrevemos a decirla, aunque ya hubo alguien que nos acerca a lo que puede ser el origen de los intentos de desestabilización, Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, obispo de la Diócesis Chetumal Cancún, quien dice: “Ya es hora de que las cosas cambien, y que la nueva administración tome las riendas, o (de) que la pasada administración nos deje en paz”.

Claro que hay que decirlo, la pasada administración son Roberto Borge Angulo y Félix González Canto. Son dos ex gobernadores que durante 12 años actuaron con total impunidad, saquearon al estado y se repartieron el botín de acuerdo al tamaño de sus brazos, sus propios límites, que llegaron hasta el último minuto de su mandato.

Sí, la pasada administración tiene nombres: Roberto y Félix. El primero, en una cárcel de Panamá de máxima seguridad resistiéndose a ser extraditado y el otro gozando de fuero constitucional y actuando como cualquier muchacho desadaptado y miembro de una pandilla, incapaz de razonar y guardar la compostura, al grado de “ponerse el saco” y cobrar la afrenta que, según él, se le hace en una canción que lo rebaja al nivel de “gusano”, para arremeter con una cachetada al secretario de Desarrollo Social, Julián Ricalde Magaña, durante un desayuno con el que se conmemoraba el Aniversario número 43 de la creación del estado.

Pero atrás de esa desesperación que hace que Roberto Borge y Félix González Canto reaccionen como animales heridos, que los lleve incluso a atentar contra la estabilidad del gobierno, están los graves desfalcos que llevaron a Quintana Roo a aumentar su deuda de mil 400 millones a más de 22 mil millones en sólo 12 años, sin que exista una justificación clara de cómo fueron invertidos para beneficio del estado. En cambio, ambos personajes terminaron sus administraciones millonarios, con barcos, empresas navieras, infinidad de propiedades y millones de pesos.

Ahora, con algunos de sus cercanos colaboradores en la cárcel y con razones para ser denunciados, claro que tienen motivos para desestabilizar al gobierno de Carlos Joaquín y ¿Cómo? Todos lo dicen aunque no en voz alta: promoviendo atentados sobre todo, contra las instalaciones de la misma Fiscalía General del estado, aterrorizando con balas y muerte centros nocturnos repletos de turistas, como el Blue Parrot, de Playa del Carmen, en enero pasado; con ataques constantes a algunos medios de difusión y sus trabajadores y el más reciente, la balacera a las instalaciones de Canal 10, en Cancún, además de una larga lista de hechos delictivos que en nada se comparan al actuar del crimen organizado y desorganizado que, contra todos los pronósticos, empieza a “sentar sus reales” en la zona norte de Quintana Roo.

Tiene razón el obispo, las pasadas administraciones, la de Félix González y Roberto Borge, deben sacar las manos del gobierno. Ya basta. El país atraviesa por una grave crisis de inseguridad. ¿Por qué hacerla más crítica en Quintana Roo, si se sabe la posición estratégica que este destino turístico representa para todos? De seguro la respuesta es que “desean más impunidad”.

Hay más, a todo lo anterior se le deben sumar las graves deficiencias en el trabajo del Fiscal General del estado, Miguel Ángel Pech Cen, quien con un currículum impresionante, como catedrático, es calificado por muchos profesionales, asociaciones y colegios de abogados como “tibio, solitario, carente de equipo y misógino”, por decir lo menos, además de que siempre se queja de un “presupuesto insuficiente, lo que no le permite actuar con efectividad” y otros comentarios que no vienen al caso, pero que se confirman con la falta de eficiencia y de eficacia.

No se puede negar que el trabajo del fiscal carece de claridad, consistencia y firmeza. Ya no es posible que la delincuencia de todo tipo siga avanzando ante una fiscalía que no ha dado ningún resultado. Ya es tiempo de que el gobierno del estado actúe con firmeza. Quintana Roo no está para dar oportunidades a nadie, mucho menos a quien no la merezca y peor aún a funcionarios ineficaces en posiciones estratégicas que dañan tanto, como los mismos actores del crimen. Es tiempo de actuar.


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