de

del

Giovana Jaspersen
Foto tomada de la web
La Jornada Maya

Viernes 27 de octubre, 2017

Un derruido templo en el Japón del siglo XII es el marco en el que se guarecen de la tormenta un leñador, un sacerdote budista y un peregrino, azorados por un hecho que, en sus palabras, no pueden creer por nunca haber visto cosa así. Se trata de la muerte de un hombre y la violación de su esposa, hechos supuestamente perpetrados por un bandido.

Los detalles del crimen a través de cuatro involucrados, incluyendo al asesinado utilizando una médium para dar su versión, son la trama de [i]Rash?mon[/i] (1950), nombre también del templo en que se desarrolla una de las más icónicas piezas del cineasta japonés Akira Kurosawa.

No sólo es un guión cúspide en el multiperspectivismo y manejo del tiempo regresivo; también se le debe, el que hasta nuestros días se llame Efecto Rash?mon a la subjetividad que encierra nuestra memoria y la transformación de los hechos al encarnarse en las distintas voces. Los mismos sucesos difícilmente son iguales en distintos actores. Al desnudar “la verdad” la encontramos compleja, diversa y, algunas veces, tramposa o alterada; su dependencia del sujeto la convierte en un espacio subjetivo y equívoco.

La última semana, con el caso de Yndira Sandoval y Claudia Juárez, nos ha hecho sentir en Rash?mon, escuchando las diferentes versiones, tratando de guarecernos en medio de una horrible tormenta y, como personajes de Kurosawa, sin poder creerlo.

Primero, el testimonio de una mujer denunciando y narrando cómo la violó otra mujer. Una feminista y activista con trayectoria en la estructura política, destacada por impulsar reformas en materia de derechos políticos para las mujeres, sometida y humillada por la justicia. El texto, publicado a más de un mes de los hechos, enuncia abusos y torturas de forma explícita, condena y entrecomilla insultos en voz de la policía de Tlapa, Guerrero. Cinco minutos en una celda nos llevaron a transitar su infierno, la degradación, el desconocimiento de su género, la vivencia en carne. “A mí me violó el Estado”, afirmó Yndira Sandoval.

Después, conocimos el rostro del “Estado”. Una mujer, policía de Tlapa, madre de tres hijos y servidora pública, quien se valió de sus redes sociales, como la víctima, para dar su versión. En el cambio de papeles, ella decía haber protegido a la activista porque estaba ebria, alterando el orden público y negándose a pagar la cuenta de un hospital. Claudia Juárez, como víctima, nos dijo que también tenía derecho a ser defendida, a pesar de no ser una "gente importante ni preparada"; nos recordó su condición, y la de muchos, con su “verdad”.

Luego vinieron los videos y el alcohol hizo arder todo. Se levantaron llamas, dudas, preguntas; nuestra víctima inicial, con una relatoría de hechos lúcida, no concordaba con aquella registrada en los videos -fieles o alterados-, no era eso lo que habíamos imaginado. No era ella.

En esta historia donde es tan delgada la línea entre la víctima y la victimaria, con una trama compleja y confusa, llena de bruma; tan lejano para todos es Rash?mon como lo ha sido Tlapa. Andamos su montaña, a pasos nerviosos y desconfiados para no derrapar ¿dónde está el bien? ¿Y el mal? Nos preguntamos a cada nota y declaración, entre tropiezos tenemos más y más dudas. Como en filme de Kurosawa, todo apunta a que alguien, o tal vez todos, mienten. No se trata sólo de distintas versiones, sino de hechos opuestos.

Lo poco, y lamentablemente cierto que tenemos, es que todas las voces insertas en la historia están desacreditadas en nuestro tiempo y país, y además, agravadas. En un ejercicio franco hay que ver que, en México, no se les cree a las feministas; por el contrario, su discurso se pone en comillas y se demerita, en muchos casos por desconocimiento y miedo. Tampoco se cree en los borrachos, pues si bien el refrán versa que dicen la verdad, se sabe que el alcohol desata furias y elimina filtros, pero, sobre todo, altera la memoria y la consciencia. En México tampoco se cree en la policía, pues la epidemia de violencia ha sido tan fuerte como la corrupción, y el sistema de justicia se convirtió en un laboratorio del horror. Además, México no cree en sus indígenas; histórica y despiadadamente, los pueblos originarios se han juzgado de analfabetas e ingenuos, los pobres. Somos un país que no cree en sus mujeres violentadas, y la palabra se pone en tela de juicio desde ese primer momento y hasta el fin. En este caso, la de ambas.

Todo nos deja un olor más profundo, de intereses y manipulación; de la información, el caso y los hechos. Se nos ha utilizado como caldo de cultivo de todos los discursos y partes; nosotros, hemos accedido. Nos doblegamos frente al artículo que de tan doloroso parecía ¿casi? irreal; crudo y hermético narrado a una sola voz. Una mujer agredida por una mujer, violada, causa convertida en caso y en nuestra víctima. Volvimos a caer después, rendidos frente a la mujer que se decía difamada; ella, revolviendo la herida histórica de los pueblos originarios y defendiéndose como madre y mujer abusada en el pasado, nos hizo dudar todo, se convirtió en la madre calumniada, usada e insultada. Luego, caímos en las provocaciones de los videos, nos sentimos ofendidos, la que había sido nuestra víctima agredía e insultaba, la violentada violentaba a otros.

Crédulos y manipulados, creímos que la justicia y verdad estaba en nuestras manos y no en la investigación. Ese es nuestro error, somos también culpables. El reporte médico señala que hay una mujer lacerada y presuntamente violada, eso es crucial y no debe perderse de vista; los videos, por su parte, nos muestran que una defensora de los derechos humanos también es violenta. Nuestro país, como un conocido tango, nos dice con ambas cosas que “el mundo fue y será una porquería”, de seguir en esta línea.

[email protected]


Lo más reciente

Esta antigua serpiente de India pudo haber sido más larga que un autobús y pesado una tonelada

El coloso recién descubierto vivió hace 57 millones de años en pantanosos bosques del país

Ap

Esta antigua serpiente de India pudo haber sido más larga que un autobús y pesado una tonelada

El mexicano Rodrigo Prieto y el actor Ethan Hawke colaboran en nuevo video de Taylor Swift: 'Fortnight'

La canción es parte de su recién estrenado álbum doble, 'The Tortured Poets Department'

Efe

El mexicano Rodrigo Prieto y el actor Ethan Hawke colaboran en nuevo video de Taylor Swift: 'Fortnight'

Encuentran cuerpo de candidato a la alcaldía de San José Independencia, Oaxaca

Su esposa, la actual presidente municipal, fue hallada con vida

La Jornada

Encuentran cuerpo de candidato a la alcaldía de San José Independencia, Oaxaca

Noboa declara nuevo estado de excepción ante crisis energética en Ecuador

Dispuso la movilidad de militares para garantizar la seguridad de las instalaciones del sector

Reuters

Noboa declara nuevo estado de excepción ante crisis energética en Ecuador