Al sur de África

Texto y foto: Margarita Robleda Moguel
La Jornada Maya

Miércoles 25 de octubre, 2017

No esperaba mucho de Sudáfrica. Mi objetivo siempre fue el safari fotográfico que prometía Kenia. 50 horas entre vuelos y esperas del próximo, cancelación y cambios de ciudad por paso de huracanes, horarios cuatropeados, estómago confuso…drenan a cualquiera, pero como la meta es disfrutar la aventura, arribamos a la Ciudad del Cabo con el corazón abierto para descubrir que este joven país tiene mucho que contar.

Fue en 1487 cuando el rey Jorge de Portugal le pidió al cartógrafo Bartolomé Díaz que buscara en la ruta rumbo a la India, algún sitio adecuado para descansar, abastecerse de alimentos y agua fresca. Y ahí, donde se da vuelta, viniendo de Europa para subir de nuevo rumbo a Asia, el rey Jorge bautizó el sitio como El Cabo de la Buena Esperanza, con el deseo de convocarla; Bartolomé la había nombrado Cabo das Tormentas, ya que ahí habían sufrido algunos naufragios por la fuerza del encontronazo de los océanos Atlántico con el Índico.

Es increíble ver en vivo y a todo color, cómo se van tejiendo las historias. Así como la búsqueda de una ruta más corta a la India llevó a Cristóbal Colón a "descubrir" América, la ruta "larga" que navegaron primero lo portugueses y luego los holandeses para llegar a los mercados de Asia que los proveía de sedas, especies y demás linduras hizo que naciera, como tal, Sudáfrica. Así pues, después de los portugueses que sólo bajaban a descansar y abastecerse, 200 años después, en el siglo XVII, "La Compañía", una empresa holandesa, dueña de barcos que comerciaban con Asia, decidió establecer una colonia que produjera el abastecimiento. La travesía duraba un promedio de cinco meses y habían descubierto que, el escorbuto, una enfermedad que diezmaba a los navegantes era a causa de la falta de vitamina C que se encuentra en los alimentos frescos.

Fueron cuatro los barcos que llegaron y de ellos salió el fundamento del futuro país. El gobierno surgió del primero donde viajaban los empleados de la Compañía y sus familias; en el segundo se encontraban los hugonotes, franceses protestantes que huían del rey Luis XIV de Francia que hizo el catolicismo obligatorio; ellos eran agricultores especializados en la siembra de la vid y convirtieron Stellenbosch en un vergel de viñedos cuyos vinos son reconocidos a nivel mundial. En el tercero, esclavos malayos que dejaron como recuerdo el barrio malayo en la Ciudad del Cabo que se caracteriza por los variados colores de sus casas y se dice que cuando los hijos crecen y se van, pintan su casa del color que representa a la familia para manifestar su procedencia y orgullo. En el cuarto, aventureros que carecían de todo y salir en busca de fortuna era su única oportunidad… algunos de esos, aún siguen por ahí de continente en continente, de ciudad en ciudad.

La Compañía tomó la tierra en nombre de su país, como se estilaba en esa época, y ¡tan tan! Los nativos con sus flechas y cosmogonía pudieron hacer poco frente por los invasores con su pólvora, cuentas de colores y espejitos que aún ahora, los actuales, nos siguen dando a manera de espejismos. Gradualmente los holandeses se impusieron a los khoikhoi arrebatándoles sus arroyos, tierras y ganado, incorporándolos como mano de obra agrícola o miembros de las milicias. La Compañía tenía tal necesidad de trabajadores que, en la primera década de asentamiento, sin medir las consecuencias de su multiplicación, trajo cautivos de su imperio oriental y de regiones a ambos lados de África. El esclavo no tenía derecho legal alguno y, a diferencia de los esclavos de América, muy pocas posibilidades de alcanzar su libertad, mediante su conversión al cristianismo.

Los holandeses desembarcaron en 1652, los ingleses, casi 150 años después, en 1795. Como nos explicaba nuestro guía Rafael nacido aquí y que habla español porque su abuela era española, los holandeses eran agricultores, por lo que preferían la vida del campo, así que fueron los ingleses los que hicieron de Ciudad del Cabo una ciudad cosmopolita, con sus carreteras, calles y avenidas, vías férreas, limpieza y orden.

En una manera muy singular, no sé si exista este sistema en otros países, su gobierno se divide en tres ciudades: Pretoria, capital administrativa, Ciudad del Cabo, legislativa y Bloemfontein, judicial. Sudáfrica es conocido por su diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, por lo que se le conoce como la nación del arco iris. Once idiomas son reconocidos como oficiales. Dos de los once son de origen europeo: el afrikáans, idioma que proviene directamente del neerlandés y es hablado por la mayoría de la población blanca y mestiza, y el inglés. Aunque el inglés tiene un importante rol en la vida pública y comercial es, sin embargo, el quinto idioma por hablantes nativos.

Los esclavos que trajeron al inicio, así como los habitantes de los diferentes grupos étnicos de la zona, como los Zulú, Swazi o Xhosa, del que provenía Mandela, se multiplicaron; de pronto los conquistadores eran únicamente un 15 por ciento de la población y se sintieron "invadidos", por lo que en 1948 establecieron el Apartheid con zonas exclusivas para la minoría blanca, así como servicios públicos y privados especiales… Y esa historia, incluyendo a Nelson Mandela, tiene mucho que contar, pero eso será en la segunda parte.

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