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Francisco J. Hernández y Puente*
Rubén Torres Martínez**
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 25 de octubre, 2017

La teoría de juegos dice que en política electoral todo es suma cero. Ganas o pierdes, no hay de otra, lo que ganas lo pierde tu oponente y así recíprocamente. Por primera vez en muchos años el PAN yucateco se encuentra con la posibilidad no sólo de repetir en la alcaldía de Mérida, sino de llevarse la gubernatura. Y es que a pesar del buen trabajo del [i]jefe[/i] Rolando, en el PRI nomás no parecen ponerse de acuerdo.

El ex alcalde Renán Barrera declaró hace unos días, que a pesar de que el PAN está a la cabeza de solo 24 de los 106 municipios de la entidad, gobierna al 62 por ciento de la población del estado, lo cual pondría a su partido en situación de eventual ganador de las elecciones del próximo año.

Aunque Barrera tenga razón por cuanto a los números, el PAN no puede echar las campanas al vuelo, y lo primero será definir al candidato. Este fin de semana se acordó que fuera por designación, lo que querría decir que la decisión vendrá desde el centro, previo acuerdo de los dirigentes locales. En esa lógica el espectro de candidatos se reduce a dos: Mauricio Vila y el propio Barrera. Ambos pertenecen a una nueva generación de políticos que ha sabido llevar los asuntos de la administración pública, que ha cerrado filas en momentos coyunturales, y que ha aprendido a ejercer el oficio de gobierno de manera más o menos satisfactoria. Si ello es así, nos encontraríamos en 2018 con un PAN local fuerte, con experiencia de gobierno y con amplias posibilidades de triunfo.

En Yucatán el “efecto Margarita” es nulo, y es que los apoyos locales de la señora Zavala de Calderón ven con preocupación su salida pero a la vez han dejado en claro que no la seguirán en su aventura en solitario. Sería ilógico e irracional salirse del blanquiazul cuando el regreso a la gubernatura tiene una alta probabilidad.

Haciendo un ejercicio de memoria electoral nos encontramos con el siguiente escenario.

En 2012 con una participación que alcanzó el 73 por ciento del padrón electoral, el PRI obtuvo para gobernador más de 481 mil votos, pero el gobernador en alianza con el PVEM y el PSD alcanzó los 530 mil sufragios, estando muy por encima de los votos para alcaldes y regidores del PRI que apenas llegaron a 423 mil, es decir ¡más de 100 mil votos de diferencia!

Para el PAN las cosas fueron a la inversa, su candidato a gobernador, Joaquín Díaz Mena, alcanzó la nada despreciable suma de 429 mil votos, pero sin alianza alguna; mientras que los candidatos a alcaldes y regidores llegaron a sumar 433 mil votos; la diferencia no es tan abismal como en el caso priista, pero si es importante.

En las elecciones intermedias de 2015 votaron casi 900 mil yucatecos (62 por ciento del padrón); otorgaron casi 400 mil votos al PRI, por 322 mil para el PAN; los 178 mil restantes se repartieron entre el resto de los partidos; el padrón total era de 1 millón 436 mil; es decir que más de medio millón de votos no fue emitido. Esto no es extraño si observamos que las elecciones intermedias, como la de 2015, no atraen al mismo número de ciudadanos que las elecciones presidenciales, como serán las de 2018. De ahí la importancia del candidato; las estructuras partidistas se están afinando, pero mucho dependerá de quién sea el abanderado. Sugiriendo un ejercicio de prognosis electoral encontramos el siguiente escenario.

De acuerdo a las curvas y medias de votación presentadas en las dos últimas elecciones (2012 y 2015 datos del IEPAC: http://www.iepac.mx/) nos atrevemos a señalar que el PRI cuenta con un voto duro de alrededor de 430 mil votos en todo el estado, mientras que el PAN puede presumir de 380 mil sufragios, si se le suman los 6 mil votos perredistas, llegaría a 386 mil, muy lejos aún del PRI. Pero lo que no debemos perder de vista es que habrá 1 millón 410 mil votos en el padrón, de los cuales seguramente saldrán a votar alrededor de 1 millón 55 mil yucatecos. Lo anterior nos deja entonces alrededor de 240 mil votos en disputa. Poco, parece muy poco, pero sumamente importante, y lo más relevante es no perder de vista la lógica de juego de suma cero.

La identidad partidista es fuerte en el estado, pero también es fuerte la vocación de voto diferenciado; las experiencias de uno y otro partido en el gobierno pesan en el sentir de la población. La gente suele votar por el partido y por el candidato, no sólo por uno de ellos, ni repite en automático su voto. Hay además variables externas como los candidatos presidenciales, y las ahora candidaturas independientes, que seguramente estarán presentes en el ánimo de los electores en el estado.

En las elecciones de 2018 el que en verdad tiene mucho que perder a nivel estatal es el PRI, ya que fue la fuerza de Rolando Zapata Bello la que terminó arrasando en las elecciones de 2012 y dio fuerza considerable en 2015. Acudiendo a un ejercicio puramente estadístico, podemos señalar que sí el PRI quiere conservar la gubernatura tendrá que ir por 100 mil votos más, es decir repetir la hazaña de Rolando, y superar los 530 mil votos. Mientras que el PAN deberá jugar a arrebatar el máximo de votos “duros” priistas y a ello sumar 50 mil votos más; si el PAN llegase a 440 mil votos tendría la oportunidad de quedarse con la gubernatura, ya que ese número significaría que el voto logró ser fragmentado. Y es que estamos en un juego de suma cero, el que suma hace restar al otro y viceversa. Al PRI, contrario a lo que pasa a nivel nacional, le conviene y va muy bien una elección a dos; al PAN, con su eventual frente, una elección de tres o más le multiplica las posibilidades de triunfo.

Las campañas servirán como lubricante a las maquinarias partidistas, pero mucho se jugará por el candidato, por eso se dice que el mejor candidato del PRI hoy por hoy es el gobernador y su gestión. ¿Quién de los priistas podrá recuperar ese capital político? En el PAN se están realizando ya este tipo de lecturas, y no dudamos que el “humo blanco” que salga de sus oficinas en la colonia del Valle de la CDMX tendrá el respaldo de toda la estructura local, ¿Pasará lo mismo en el PRI? Es mucho lo que se juega.

*Economista y Profesor del CEPHIS
**Politólogo e Investigador del CEPHIS

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