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del

Francisco J. Hernández y Puente*
Rubén Torres Martínez**
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 20 de octubre, 2017

En los años recientes, mismos que coinciden con la administración del gobernador Rolando Zapata, Mérida y Yucatán se han convertido en atractivo nacional sobresaliente en un país que se ha debatido entre el crecimiento mediocre, inseguridad, violencia, pobreza y una serie de reformas estructurales sin impacto social. Comparativamente con el resto de las entidades federativas del norte, sur, este y oeste del país, Yucatán es algo así como la tierra de la gran promesa. Y qué decir si se le compara con el reciente desastre económico de Campeche que dejó la caída del precio del petróleo, o con el desfalco de Quintana Roo del ex gobernador Borge.

Incluso, su clase política (que incluye a personajes destacados del PRI y del PAN que hoy pelean por la sucesión gubernamental) y sus propagandistas, se jactan de estar llevando a la entidad por un camino de crecimiento económico, industrialización y modernidad.

Y en efecto, de acuerdo con la información generada por la Secretaría de Fomento Económico del Gobierno del Estado, la economía yucateca viene creciendo desde hace cuando menos tres años a tasas que superan la media nacional y en el primer trimestre de 2017 reporta un aumento de 6.3 por ciento, con lo que ocupa el cuarto lugar de entre todas las entidades del país. El resultado más importante de esta dinámica se ve en la creación de empleos formales, ya que en lo que va del sexenio se han generado poco más de 60 mil plazas, muy por arriba de las 23 mil que se crearon en la administración de Ivonne Ortega y de los 29 mil de Patricio Patrón. Como consecuencia de ello, en Yucatán el ingreso real de la población en el primer semestre de 2017 aumentó 5.4 por ciento respecto al mismo semestre de 2016, el cuarto mayor incremento a nivel nacional, sólo detrás de la Ciudad de México, Baja California Sur y Chihuahua.

El mayor dinamismo en la creación de empleo, entre 2012 y 2017, se ha concentrado en los servicios profesionales, corporativos y financieros (45 por ciento), en la industria manufacturera (24 por ciento), en la extractiva y electricidad (17 por ciento) y en restaurantes y hoteles (15 por ciento).

Esta dinámica reciente no es una casualidad, responde a una estrategia gubernamental que ha promovido la inversión privada, nacional y extranjera, en diferentes sectores de la actividad económica y que ya se expresan en la producción. Así, en la agricultura destaca la producción de los cultivos perennes, como son los frutales cítricos, mango, papaya, entre otros; en el sector pecuario, Yucatán ocupa el primer lugar nacional en la producción de pulpo, guajolote y miel, el cuarto en la producción de cerdo y sexto en la producción de huevo. La miel y el cerdo son los principales productos de exportación de este sector.

Con todo, el crecimiento más sobresaliente proviene, según las cifras del Gobierno del Estado, del sector industrial que pasó de ocupar la posición 19 en el país con tasas por debajo del promedio nacional hace cinco años, al primer lugar en mayo de 2017 con una tasa de crecimiento de 9.4 por ciento y una tendencia a la alza, muy por encima de la media nacional. De hecho, y en específico, la industria manufacturera de Yucatán es la más dinámica del país, sólo superada por la de Puebla, Michoacán y Tabasco.

Por su parte, la dinámica del sector servicios se sustenta en dos actividades principales: el crecimiento de la carga portuaria de Progreso y el turismo. La carga portuaria creció un 6 por ciento durante el período enero-agosto de 2017, y el movimiento total de contenedores aumentó durante los primeros ocho meses de 2017 un 30.5 por ciento, al pasar de 44,355 a 57,862 TEU´S. (Una TEU es la capacidad de carga de un contenedor normalizado de 20 pies (6,1 m), una caja metálica de tamaño estandarizado que puede ser transferido fácilmente entre diferentes formas de transporte, tales como buques, trenes y camiones).

El aeropuerto Manuel Crescencio Rejón ya se convirtió en el octavo aeropuerto más importante del país: en lo que va de 2017 ha movilizado a un millón 221 mil pasajeros, contra 931 mil 810 que se movilizaron en 2015. Entre 2012 y 2016 se reportó un aumento de 37.3 por ciento en el número de turistas de congresos y convenciones. Mérida pasó del séptimo lugar en 2013 al cuarto lugar entre las ciudades mexicanas más atractivas y con mejores condiciones para organizar congresos, de acuerdo al ranking de Ciudades 2015 de la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA) al que hace referencia la propia Secretaría de Fomento Económico (Sefoe).

Junto al Centro Internacional de Congresos que se construye en la ciudad de Mérida, se edifican en sus cercanías 10 hoteles con dos mil habitaciones, y el Centro se inaugurará en febrero de 2018.

La propia Sefoe señala que de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía Inegi, Yucatán es la entidad más segura del país, ocupa el décimo lugar en el Índice de Competitividad Estatal del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO). La capital del estado, Mérida, tiene el primer lugar nacional en el Índice de Calidad de Vida, publicado por el Gabinete de Comunicación Estratégica en 2017, y es también la entidad con mayor seguridad para que las empresas realicen sus operaciones, según el informe de Seguridad Empresarial en México, recientemente publicado por la American Chamber of Commerce of México.

Además de la promoción de la inversión, la estrategia se ha sustentado en un reforzamiento de la conectividad marítima, aérea y terrestre de la entidad con el resto del país y con el exterior, y aunque en particular ésta última es todavía incipiente, con un ferrocarril que conecta a escasas zonas de la península y corre a 40 km por hora, no es nada despreciable el hecho de que la conectividad aérea y marítima se vincule a Norte, Centro y Sur América, y Europa.

La Zona Metropolitana de Mérida está entre los centros urbanos más poblados del país y es el más importante de la región sureste. En los últimos cinco años la inversión extranjera en la entidad suma un mil 026 millones de dólares, lo que representa un incremento de 66 por ciento con respecto a la administración anterior. Inversiones como las del Grupo Modelo en cervecería yucateca y la planta de Envases Universales, en Hunucmá, son ya una realidad y pintan una prospectiva de expansión sobresaliente. De igual forma, la planta del Grupo Porcícola de Kekén y las inversiones prospectivas en energías renovables, cuatro eólicos y cinco fotovoltaicos, dan cuenta del grado de diversificación en que se ha encaminado a la economía del estado.

Para completar el denominado modelo de la triple hélice de Henry Etzkowitz, la creación de la Universidad Politécnica de Yucatán, perteneciente al subsistema de Universidades Tecnológicas y Politécnicas de la Secretaría de Educación Pública, bajo un modelo bilingüe, internacional y sustentable (BIS), y especializada en el campo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, parece dotar a la estrategia de un alto grado de certeza en la prospectiva que va más allá de la actual administración. Es decir, la formación de cuadros técnicos y profesionales pertinentes a las vocaciones productivas de la entidad y a las necesidades de capacitación que el sector productivo requiere.

Con todo este conjunto de indicadores y de hechos positivos, no obstante, hay que apuntar y reconocer que Yucatán sigue siendo, como lo documentó la Ocde hace 10 años, una tierra de contrastes que no parecen a la fecha haber desaparecido: una región rezagada, pero en crecimiento, con vastos recursos naturales y alta calidad de vida, pero con serios problemas de sostenibilidad; con un sector turístico ampliamente desarrollado, pero cuyas zonas rurales y sus pobladores no se benefician de él.

Con servicios médicos y hospitalarios para el estado y para la península, pero concentrados en Mérida, saturados, ineficientes, en completo desorden (basta ver las condiciones del Hospital Regional de Alta Especialidad y el del Issste) y muchos orientados para sectores de altos ingresos; un sistema educativo amplio, pero no pertinente a las necesidades de la entidad y cuyos egresados no encuentran empleo. Una capital en crecimiento, con un sector de la construcción e inmobiliario en auge, que entra paulatinamente en la degradación urbana causada por el crecimiento desordenado, sin servicios públicos suficientes y sin transporte público eficiente y de calidad que ponen en duda su viabilidad. Junto a ello, comunidades marginadas en la mayoría de los municipios de la entidad, sin recursos y sin capacidad para cambiar el futuro de sus habitantes.

Aunque la entidad crece y apuesta a un futuro diferente hay cosas que no han cambiado. La pobreza se aferra en seguir ahí, en una gran parte del territorio estatal. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su más reciente informe sobre el tema, reporta que en Yucatán la cifra de personas en condición de pobreza no cede y se sostiene desde 2010 en más de 900 mil habitantes de la entidad, casi la mitad de la población total del estado.

Que bueno que Mérida y Yucatán sean un atractivo a nivel nacional. Que la entidad crezca y entre a los circuitos de la modernidad y la globalización, que se industrialice y que genere nuevas oportunidades de desarrollo. Que bueno que la estrategia del gobierno actual trascienda más allá de 2018. La clase política que pelea desde hoy por la sucesión de gobierno lo tiene que entender así, y agregar a ella los mecanismos de un desarrollo más incluyente, justo para incorporar a ese millón de habitantes de esta entidad que no se benefician de lo que está ocurriendo. Si no es así, Mérida y Yucatán seguirán siendo solamente, la tierra de la gran promesa.

*Economista y Profesor del CEPHCIS
**Politólogo y Profesor e Investigador del CEPHCIS

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