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del

César González Madruga
Foto tomada de la web
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 29 de septiembre, 2017

Los sismos del 7 y 19 de septiembre son el aura del advenimiento de un nuevo sistema que quiere nacer y el derrumbe de uno que se consumió a sí mismo.

La Tierra se estremeció e hizo evidente las fallas estructurales de un régimen de hiperconsumismo e hipercontaminación que hoy resulta insostenible.

Durante el proceso de las jornadas de rescate se hizo ostensible el renacer de la fuerza solidaria unificada en fraternidad del salvamento del poder de vida que en México parecía haber perdido significación a causa de la violencia la última década. Los valores de unidad, generosidad, compasión y amor se redescubrieron no como un simple escrúpulo moral, sino como una forma de vida, brotando de la selva de los valores falsos. El movimiento telúrico nos desenclavó de la cruz de la ilusión del tiempo para disolvernos en el eterno presente, cincuenta segundos para rememorar la fragilidad de las células humanas supeditadas al gran sistema viviente que es la Tierra.

La reconstrucción de México está obligada a emerger desde la sabiduría y entendimiento de la sustentabilidad. Para considerar algo sustentable es requisito que pueda sostenerse durante largo tiempo, es decir, perdurar la vida sin comprometer la subsistencia de las futuras generaciones.

Construir es una de las actividades con mayor potencial de impactar negativamente al ambiente, porque implica desde la extracción de materiales de la naturaleza, la transportación, hasta el acomodo de los acabados. Aunado a ello, México es uno de los países más vulnerables frente al cambio climático de acuerdo al más reciente estudio de la universidad de Notre Damme, prueba de ello son los tres huracanes que vapulearon al mismo tiempo las costas mexicanas. El sistema de simulación en la “reparación de daños” no podemos permitir que se repita, no sólo por la corrupción mordaz que mata, sino que también es el momento de dar el salto cuántico de conciencia para lograr ser una nueva humanidad, más inteligente y más evolucionada.

En ese sentido desde Renacimiento Mexicano proponemos una reconstrucción sustentable donde los valores demostrados tras el sismo puedan perpetuarse y con ello permitir que la forma que clama por ser alma social de un nuevo sistema sea la conductora para rescatar la esencia del país de entre los escombros de los intereses que lo tenían secuestrado.

Para comenzar convocamos a sumarse a la iniciativa de una bio-reconstrucción de México (pueden inscribirse voluntarios en la [a=https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSePjpBUEPMajCAnLF4549UT3sT4ibm0GG3fqDxHs5bvjMgb1Q/viewform?c=0&w=1]página[/a] de la organización del “Pacto Mundial Consciente”) y conminamos para que los recursos destinados por parte del gobierno, partidos y cámaras sea canalizado a este tipo de iniciativas.

Sirva de ejemplo la labor realizada por Michael Reynolds “el guerrero de la basura” que en zonas de desastre ha levantado auténticos espacios adaptados a los costes, necesidades y sustentabilidad (se puede ver el documental de su trabajo aquí).

También hemos establecido contacto con María Mercedes Sánchez, directora del programa de la ONU Harmony With Nature para que pueda acompañar este proceso. Este es el comienzo para dejar bien cimentado el nuevo sistema de vida que ha de florecer de México para el mundo.

[b]@CesarG_Madruga[/b]
[b][email protected][/b]


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