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Carlos Meade
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 10 de agosto, 2017

En Quintana Roo, como en la mayoría de los estados del país, los tiraderos a cielo abierto están siendo desplazados por rellenos sanitarios. Esto representa un avance, pero esta tecnología implica el funcionamiento de un sistema de separación que evite que los residuos reciclables lleguen a un confinamiento final. Si esta condición no se cumple, la vida útil de los rellenos será muy breve y la inversión que implican los hará inviables para la precaria economía de los municipios, aún para el de Benito Juárez, donde se encuentra Cancún.

El relleno sanitario dista mucho de ser la mejor manera de manejar nuestros desechos, ya que enterrarlos o apilarlos formando cerros sigue el mismo principio de sólo ocultar la basura de nuestra vista. La única ventaja es que en un relleno el suelo se sella para que los líquidos no se filtren al subsuelo, lo que es un punto crítico para la península de Yucatán, donde toda filtración termina por contaminar el acuífero, que es nuestra única fuente de agua dulce.

Hace unos días visitamos el relleno sanitario donde se confina la mayor parte de los desechos que se generan en Cancún, lo que representa más de mil toneladas al día. En esa área se encuentra también una planta de recuperación de materiales donde, a través de bandas de separación, máquinas centrífugas y procesos de cribado, compactado, molido y triturado se recuperan gran cantidad de materiales reciclables que ya no van al relleno sino que se procesan para hacerlos llegar a las plantas recicladoras, las cuales, en la mayoría de los casos, se encuentran en Veracruz, Puebla o la Ciudad de México.

En esta planta, los orgánicos también son separados y destinados a la producción de composta. Esta línea de trabajo todavía no se desarrolla completamente pero, al menos, este tipo de desechos, que representan alrededor del 40 por ciento del peso total, ya no ocupan espacio, ni provocan producción de líquido en el relleno.

Los materiales que se recuperan son valorizados a través de procesamientos que facilitan su transporte. Los plásticos se separan y se trituran, el aluminio y el cartón se compactan. El vidrio se clasifica por color y se quiebra. Incluso los envases de tetrapack son separados y compactados en pacas. Este es un material difícil de reciclar, ya que se compone de aluminio, plástico y cartón. Su precio en el mercado de los reciclables es muy bajo y el costo de su transporte no deja margen de ganancia.

En todo este proceso de recuperación de materiales, el primer paso implica la apertura de las bolsas de basura, tal como son recolectadas por los camiones que operan las 24 horas del día en la ciudad de Cancún.

Los trabajadores en esta área están expuestos a malos olores, objetos punzocortantes, materiales peligrosos e infecciosos. El uso de guantes y tapabocas no son suficientes para evitar daños a la salud. Al final, estos trabajadores están expuestos a los mismos riesgos que corren los pepenadores que recuperan materiales en los miles de tiraderos a cielo abierto que aún existen en nuestro país.

Este es un trabajo ingrato y peligroso que se podría evitar si los materiales fueran separados en la fuente, es decir, en los hogares, negocios y oficinas donde se generan. Para lograr esto sería necesario que la separación fuera obligatoria y estuviera regulada por el reglamento de gestión integral de residuos sólidos municipal.

La separación de materiales en la fuente, que ya se está practicando en la Ciudad de México, no sólo haría más digno el trabajo de las personas encargadas del primer proceso de clasificación de materiales, sino que incrementaría sustancialmente el porcentaje de materiales recuperados.

No se puede pretender que en cada vivienda se separen los desechos en muchas categorías (plásticos, metales, vidrios, cartón, textiles, orgánicos, etcétera). La segregación de los materiales, cuando se pretende hacerlos llegar a procesos de reciclaje, es muy detallada. Simplemente en plásticos se distinguen unas 10 variedades diferentes. Así, lo más lógico y práctico es una separación que distinga lo orgánico, los materiales reciclables y el resto. Son tres categorías sencillas de entender y manejar en casa. En la Ciudad de México se ha agregado una más, que comprende aparatos eléctricos y muebles.

Si a la banda de separación sólo llegan los materiales reciclables, limpios y secos, los trabajadores ya no tienen que soportar olores fétidos, ni exponerse a elementos biológico infecciosos.

Por parte de nosotros, los generadores (todos lo somos inevitablemente), sería un acto de congruencia dada nuestra condición de generadores y de solidaridad y respeto con los trabajadores que se ocupan de rescatar parte de lo que desechamos.


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