de

del

Rafael Robles de Benito
Foto: Fabrizio León
La Jornada Maya

Jueves 06 de julio, 2017

En el ánimo de conmemorar el segundo aniversario de [i]La Jornada Maya[/i], se nos pide hacer una suerte de corte de caja, sin abusar de los elogios, y sin desdeñar la crítica. No entiendo mejor manera para hacer esto que platicar un poco acerca de lo que ha significado para mí tener la oportunidad de publicar unos cuantos párrafos por semana en [i]La Jornada Maya[/i].

Para empezar, asumir el compromiso de decir algo acerca de la cosa ambiental yucatanense una vez por semana, me resultaba muy fácil hace un año. Ahora, a decir verdad, sudo un poco para encontrar un tema o una perspectiva, o un ángulo, que me permita no repetirme o auto plagiarme. Es un reto delicioso.

Pero hay algo que vale mucho más: el haberme encontrado con que ahí afuera hay lectores, personas, que están preocupadas por los mismos temas que a mí me preocupan, que comparten mis opiniones o que difieren de ellas y están dispuestos a discutirlas sin más armas que la palabra y el raciocinio. Es un espacio de reflexión y de discusión que –un poco ayudado por las redes sociales– contribuye a animar los aires democráticos de la región.

Quizá una de las mejores contribuciones que ha realizado [i]La Jornada Maya[/i] para mi calidad de vida es el haberme liberado del yugo de los diarios locales tradicionales, que me habían conducido a dejar de leer el periódico. Sigo siendo un convencido de que leer el periódico es la mejor manera de empezar el día, con un sólido desayuno y después de hacer algo de ejercicio. Esperemos que el periódico supere sus estrechez económica y siga animando nuestras mañanas.

Dicho esto, y a pesar del hecho de que hay muchas cosas que no entiendo de [i]La Jornada Maya[/i], como la poca diversidad de cartones o el énfasis en las bondades de determinados hoteles, o determinados pintores (por cierto, soy fan de Ariel Guzmán), sigo convencido de que hay que seguir sosteniendo este esfuerzo informativo.

Si no, ¿dónde más podremos decir que la pesca del pepino de mar funciona como el crimen organizado o que las áreas protegidas se han abandonado, y se han convertido en un discurso hueco o que se hace muy poco –o nada– acerca de la conservación y el manejo sustentable de la vida silvestre, o que la posición oficial ante los organismos genéticamente modificados es contradictoria y desprecia a los campesinos de los pueblos originarios nacionales?

No sé qué piense el resto de los colegas que participan de este equipo de constructores de opinión en [i]La Jornada Maya[/i]; espero que coincidan conmigo: a dos años de haber iniciado sus actividades, este diario se ha convertido en una necesidad fundamental, para quienes queremos construir foros de reflexión y discusión acerca de la realidad nacional. Se nos pidió que no hiciéramos elogios; yo he dicho lo que pienso y he puesto en blanco y negro, lo mejor que puedo, la explicación de por qué me importa que [i]La Jornada Maya[/i] siga existiendo.


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