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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Tomada de Facebook
La Jornada Maya

Lunes 5 de junio, 2017

El ácido tirado en las calles de la ciudad de Mérida ha comenzado a corroer la vida política del estado.

La acidez política amenaza con disolver la convivencia pacífica y la participación cívica que tanto se presume dentro y fuera de Yucatán, anunciando una estación electoral que podría dejar marcas indelebles en el rostro de la democracia yucateca, por la belicosidad y virulencia en la disputa por el poder que está siendo operada desde los palacios de la 61 y 62, desde muy temprana hora, previa al 2018.

Desde lo que debía ser una posición tras bambalinas, del despacho del gobernador y lejos de los reflectores mediáticos, Sergio Vadillo Lora, se encuentra en el centro de la opinión pública, de nueva cuenta, ahora acusado de haber participado como “autor intelectual”, del ataque con ácido a más de cincuenta calles recién pavimentadas por el Ayuntamiento de Mérida.

A contracorriente de lo que el mismo jefe del despacho del gobernador dijo al [i]Diario de Yucatán[/i], “nuestras funciones propias (sic) de nuestro cargo es normal que nos vinculen con algunos temas para poder generar una posición política”, resulta extraño que se encuentre en el epicentro del escándalo.

No se ve, ni se entiende la razón por la que Vadillo debería estar en estas disputas, pues su cargo –en el que recaen negociaciones más bien en corto con medios de comunicación, sobre el reparto publicitario del gobierno, así como con otros proveedores de servicios– es el centro de la lucha política.

Sus apariciones en público han sido más bien muy puntuales y no se le conoce activismo político públicamente; aunque sí, desde las penumbras donde se tejen los hilos del poder y las campañas políticas, como la fracasada de Nerio Torres Arcila en Mérida; después, el regidor del PRD por Mérida, Tonatiuh Caltempa, lo acusó de interferir en el proceso interno de dicho partido, obligando a afiliarse a priístas para infiltrarlo.

El dirigente del PAN municipal, Jesús Pérez Ballote, lo acusó públicamente de ser el autor intelectual del vertido de ácido en las calles, citando a un testigo (Roger Moo), empleado de la empresa OCME, propiedad de su amigo de toda la vida, Raúl Sánchez Alcocer, como él mismo admitió en sus declaraciones.

Pérez Ballote presentó sus pruebas tras ser requerido, a su vez, por la Fiscalía para declarar por los señalamiento que el mismo Roger Moo hizo en su contra, acusándolo de haberlo golpeado y obligado bajo amenazas, para involucrar a Sergio Vadillo y a la empresa OCME. El cambio de postura del empleado, a quien se escucha relatar en el audio detalles del operativo, no hace sino confirmar que la pista que conduce a dicha empresa tiene que ser investigada por la Fiscalía.

Estamos ante un tormentón político de verano, que deja al descubierto líneas de investigación que deben ser seguidas hasta el origen de los cientos de litros de ácido, mientras los priístas hablan de guerra sucia y autogolpe panista.

El asunto no ha quedado ahí y ahora resulta que Vadillo fue víctima de la multiplicación de páginas web en las que lo acusaban de enriquecimiento ilícito.

La respuesta inmediata, fue hablar de una campaña pagada desde el PAN, según versión del palacio de la 61, mientras en medios locales se operaba para tildar de mentiras orquestadas, desde la capital de los [i]huaches[/i].

Los sitios web desconocidos, orquestados en contra Vadillo, como si fuera una campaña, afirmaban, por ejemplo, que habría adquirido, en Yucatán, bienes inmuebles valuados en más de 54 millones de pesos.

Dicha información, filtrada a través de blogs, inclusive mal redactados, mostraba, sin embargo, vínculos más allá de lo amistoso entre Raúl Emilio Sánchez Alcocer (el de la empresa OCME) y Vadillo.

Los datos, son demasiado precisos para provenir de fuera; tal parece fuego amigo; por ejemplo, se afirma que se adquirieron las instalaciones de Solari Marina, que alberga yates de lujo en Yucalpetén, por 15 millones de pesos, una casa de playa cotizada en 600 mil dólares, sobre el malecón en Puerto Progreso, La Quinta Los Loros, valuada en 5 millones de pesos en Sierra Papacal, Mérida; dos centros comerciales en 24 millones de pesos, el primero sobre la carretera Mérida-Motul, el segundo en la Avenida Paraíso Maya, Altabrisa.
De todo esto, se presentan documentos obtenidos a través del Registro Público de la Propiedad en Yucatán, pero que no constan.

La pregunta que queda en el aire es si las lluvias de estos días serán suficientes para llevarse al ácido arrojado en las calles y vida política local. No parece que sea así, ya que como vemos en la campaña en el Edomex, las redes sociales se han convertido en un lodo que ni el ácido disuelve.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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