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Argel Gómez Concheiro
Imagen tomada del catálogo de la exposición [i]Memoria y representación: la fotografía y el movimiento estudiantil de 1968 en México[/i]
La Jornada Maya

Jueves 13 de abril, 2017


Las y los jóvenes estudiantes del movimiento estudiantil del 68 no eran feministas. Se enfrentaron al autoritarismo estatal y rompieron con muchas tradiciones culturales conservadoras, pero no con el machismo. Se quitaron la corbata, bailaron [i]rock and roll[/i] y vivieron cierta liberación sexual impulsada por la pastilla anticonceptiva, recién inventada. Pero en muchos estudiantes rebeldes de aquellos años estaba intacta la cultura misógina y homófoba, fuertemente arraigada en México.

Poco después, esta generación comenzó a adquirir conciencia de esas otras formas de dominio, autoritarismo y violencia que socialmente se invisibilizaban y que todavía hoy se ocultan. Fue durante los años 70 cuando de forma marginal surgieron en México distintos colectivos feministas, organizados en gran medida por mujeres universitarias que habían vivido el 68. Más tarde le siguió el movimiento lésbico gay.

Gracias a esa tenaz lucha, no sin tensiones y dificultades, muchos sesentayocheros desaprendieron a sostener relaciones de dominio y desprecio hacia las mujeres; hombres y mujeres de esa generación emprendieron la aventura de la liberación feminista y la igualdad de género. Fundaron otro tipo de familias y crearon y transmitieron otra cultura. Como generación politizada, progresista y en muchos sentidos radical, vivieron una segunda revolución al despojarse del machismo y la homofobia de su época, aunque de forma paulatina y comúnmente silenciosa; es decir, puertas adentro.

Entre divorcios y reinvenciones, principalmente las mujeres desarrollaron estudios y avances teóricos sobre la problemática de género. Pero en sociedades como la mexicana, las personas que combaten las concepciones y prácticas machistas y sexistas, son una minoría.

Sin embargo, en la actualidad está surgiendo un renovado movimiento feminista, en el contexto de una dura descomposición social que ha agudizado la violencia machista, responsable de la muerte de miles de mujeres en pocos años.

Este movimiento, de carácter transgeneracional, es especialmente beligerante, y con justa razón, con quienes se conocen como machos [i]progres[/i]. Parece una contradicción en los términos, pero la realidad nos dice otra cosa.

Aunque por lo general las personas que se han alejado del modelo patriarcal son de izquierda (en un sentido amplio quienes se indignan frente a las injusticias y demandan cambios sociales), tristemente, hay quienes se adscriben a ella, participan en organizaciones y movimientos sociales y regresan a casa a ejercer el más rancio machismo mexicano.

Pero hay quienes usan los micrófonos, y esos son los peores. Las irrepetibles expresiones de Marcelino Perelló en Radio UNAM muestran que el viejo dirigente estudiantil del 68 no aprendió nada en los pasados 50 años y no tiene la más mínima sensibilidad para darse cuenta de que sus dichos ofenden a cualquier mujer y a cualquier hombre con algo de empatía y conciencia sobre las condiciones de subordinación y temor permanente que viven las mujeres en las sociedades contemporáneas.

Perelló pasó de ser un macho vulgar a expresar, como bien dijo Pati Peñaloza en Facebook, un discurso extremo de macho violador.

Al hacer un grotesco alarde de su forma machista de pensar, el dirigente estudiantil del 68 se ha topado con un potente movimiento. Benito Taibo le ha tenido que quitar el micrófono de Radio UNAM por la denuncia de miles de internautas indignados.

Entre otras estrategias, el movimiento feminista demanda un cambio en los medios masivos de comunicación, con la consciencia de que el terreno de disputa es principalmente social, por lo que resulta de primera importancia el cambio en los medios de comunicación, de sobra conocidos por su capacidad de reproducir una ideología clasista y machista en la sociedad.

Perelló no se ha disculpado y, por el contrario, en su defensa ha argüido una supuesta rebeldía frente a lo políticamente correcto, pero esto no ha sido más que una fallida estratagema, que sólo expresa de nueva cuenta su machismo. Le irrita y exaspera que en el espacio público se expresa un movimiento que denuncia y demanda que no se permita más la violencia hacia las mujeres.

Lo que Marcelino Perelló quiere ver como políticamente correcto no es más que el avance de la acción colectiva feminista de nuestros tiempos. Tampoco se trata de un linchamiento en las redes sociales contra el defenestrado locutor, es la fuerza militante contra la normalización de la violencia de género.

Y es que, a pesar y por sobre los machistas de siempre, conservadores o progres, los tiempos están cambiando.


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