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Eduardo del Buey
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 11 de abril, 2017


Durante el último siglo o más, el mundo se ha dividido entre liberales, conservadores, neo-conservadores, neo-liberales, comunistas, socialistas y populistas. Cada uno promete soluciones y cada uno tiene sus méritos. Pero quizá es tiempo de enfocarse en la política del sentido común y del humanismo, que dictan que el mercado y el gobierno son algo bueno, pero no lo único.

Ambos postulan que la gente tiene el derecho de aspirar a tener un buen nivel de vida. Todos los niños tienen derecho a la educación. Todos los adultos deben ser capaces de continuarla para mantenerse al día con los cambios en la tecnología y en el mercado de trabajo; el gobierno debe facilitar y preparar una mano de obra que satisfaga las necesidades del mercado. Todos tienen el derecho al agua y al aire limpios, así como a una completa cobertura médica. Las personas tienen la obligación de pagar impuestos, y q el gobierno tiene la obligación de ser transparente frente a los ciudadanos.

Por estas razones, creo que el sentido común y el humanismo ganan sobre la ideología, pues nos llevan a analizar cada problema y la solución por sí mismos, mientras que la ideología nos impulsa a adaptar el problema a nuestras nociones preconcebidas. El viejo dicho de que cuando uno tiene un martillo cualquier problema parece un clavo, es una buena analogía. Cuando uno tiene una ideología, uno pierde la objetividad y observa los problemas y los retos a través del prisma de ideas preconcebidas en vez de por su propio mérito.

Mientras que el mercado puede eficientemente dirigir recursos para crear economías viables, designadas a aumentar y proveer de prosperidad a las personas, el mercado por sí mismo no resolverá muchos retos a los que nos enfrentamos.

El mercado no resolverá el racismo endémico presente en muchas regiones del mundo; no puede redistribuir el ingreso efectivamente para crear equidad entre los ciudadanos, a quienes pretende servir. El racismo, el sexismo, la enfermedad, las injusticias y otros problemas sociales requieren de marcos de referencia políticos y legales que sirvan a la causa, que enseñen a las personas de forma diferente y que los sancione por sus abusos.

El mercado crea riqueza, pero el gobierno provee la infraestructura para la industria y el comercio para prosperar y crecer. Debería proveer servicios educativos para producir seres humanos integrales y capaces no sólo de sobrevivir, sino, en efecto, de florecer en una economía rápidamente cambiante.

Yo creo en un cambio productivo, inclusivo y humano. Me niego a votar por quien predique divisiones y odio. El cambio es la realidad fundamental de la vida, y el mercado y el gobierno deben administrarlo de forma que sea tan inclusiva como sea posible. El objetivo es levantar los estratos de hasta abajo y no arrastrar a los estratos superiores hacia abajo.

Cada ser humano tiene el derecho a sus propias opiniones y creencias, y nadie el de imponer sus creencias sobre los otros. Yo creo en medios de comunicación libres y en la libertad de expresión. Yo creo en una persona, un voto. Cada individuo debería ser consultado sobre quién va a gobernarlo y qué políticas se buscarán. La elección es esencial para conocer las necesidades de cada ciudadano.

Los gobiernos deben saber que existen para servir a la gente y no viceversa; deben tener en mente a la gente como personas con necesidades y sueños individuales, y no como quienes forman parte de un rebaño para ser coaccionado en una dirección u otra.

Yo creo en el Estado de derecho, la regla de las leyes justas, la regla de la ley que respeta el derecho de auto-expresión y elección, mientras mantiene a los individuos transparentes ante sus obligaciones sociales. Regla de leyes justas que se basa en constituciones sólidas, que buscan el balance entre derechos y responsabilidades, y que mantienen a ambos, gobiernos y ciudadanos, con transparencia ante sus acciones. La regla de leyes aplicada por jueces competentes y honestos, capaces de tomar veredictos justos, basados en hechos y evidencia, no en ideologías preconcebidas o dirección política.

Mientras que los centristas toman prestadas cosas de ambos lados del espectro político, no ponen ninguna ideología frente al sentido común.

Creo que cada individuo es responsable de su propio bienestar, pero que tiene la expectativa de ser ayudado por la sociedad, cuando después de todos los intentos de ayudarse a sí mismo han fracasado. Eso simplemente refleja nuestra humanidad básica, en todo momento.

El sentido común y el humanismo; es por eso que yo soy un centrista.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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