La Jornada Maya
Foto: Tomada de la web
Lunes 10 de abril, 2017
La institución educativa más emblemática del estado de Campeche, el Instituto Campechano (IC); singular belleza arquitectónica que data del siglo XVIII, ha sido a lo largo de los años un botín de ex rectores y ex gobernadores, debido al saqueo desmedido de prácticamente todo el patrimonio material que resguardaba en su interior.
Retablos, lámparas, marcos, muebles y escritorios de preciosas maderas; finas piezas del inmueble que van desde cerrojos hasta adornos de murales y mosaicos, han sido presa del apetito voraz de personajes con poder.
Aunque todo mundo calla o lo ignora, ese gran patrimonio del Instituto Campechano que pertenece por herencia a los ciudadanos se exhibe hoy de manera muy sigilosa en lujosas residencias, ranchos y en colecciones privadas que incluso han traspasado las fronteras.
Sin embargo nadie hasta hoy se ha atrevido a indagar o denunciar este atraco al patrimonio que forma parte del atractivo histórico de San Francisco de Campeche.
[b]Pescadores timados[/b]
Cuando pescadores de la ciudad de Seybaplaya denunciaron en octubre de 2015 ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la grave contaminación de la bahía, causada por la empresa Monserrat 2000, el entonces delegado Miguel Angel Chuc les garantizó que su asunto se ventilaría a nivel central.
Han pasado ya dos años y resulta que finalmente de este expediente no tiene conocimiento el departamento jurídico de la Profepa en la ciudad de México, según el mismo abogado de los quejosos, situación que enardeció a los hombres de mar, por lo que el jueves pasado llevaron a cabo una marcha de protesta y plantón a las puertas de la delegación federal de la dependencia que hoy preside Luis Mena Calderón.
En este asunto, quien debe rendir cuentas claras para saber qué fin tuvo ese expediente, si es que se envió a la ciudad de México, es el entonces delegado Miguel Ángel Chuc, que durante su efímero y oscuro transitar por esta dependencia sólo se dedicó a cobrar sus quincenas.
Hoy no puede quedarse callado, su nuevo cargo como juez numerario del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), lo obliga moralmente, además de que debe de recordar que en Campeche el fuero constitucional ya no existe.
[b]Esta columna está redactada por los reporteros, colaboradores, espías y gargantas profundas, amigos de La Jornada Maya.[/b]
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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