Un universitario en la Filey II

José Luis Domínguez Castro
Foto: Sabina León
La Jornada Maya

Miércoles 5 de abril, 2017


Para aquellos que somos analfabetas cibernéticos funcionales, no es extraño cometer errores en esta era digital que padecemos. Cuántas veces hemos mandado correos sin contenido o intentando imprimir alguno sin obtener más que la primera página del texto. Algo así me sucedió en días pasados que envíe mi colaboración a LJM de la que, para mi sorpresa, sólo apareció la primera de las tres cuartillas enviadas. Pensando que algún alux me hace estas malas jugadas, le he vuelto a enviar el texto completo de “Un universitario en la Filey”, para que, en caso de que se juzgue pertinente, sea publicada a manera de “segunda entrega” la parte que no apareció. Agradezco su paciente atención a la autodefensa que, en calidad de colaborador, hace este vigilante defensor del lector.

[Continúa del viernes 31 de marzo]

Novedosos también resultaron los enormes espacios de los medios de comunicación (periódicos, radiodifusoras y un canal de TV que llamó la atención de todos) que contrastaban con los modestos lugares de las instituciones educativas y culturales (Segey, Sedeculta, Secitey).

En cuanto a los eventos académicos – en los que me sentí en mi lodo- hablaré de selectivamente de los que más disfruté y de aquellos en los que me tocó participar en forma activa:

Pude saborear la presentación de los [i]Inventarios [/i]de José Emilio Pacheco, editado por Era, magna obra de recuperación de los artículos crítico-literarios del fallecido autor aparecidos en Proceso durante casi 40 años. Villoro se lució como siempre al lado de sus colegas y nos sacudió el sopor de la primera tarde y el fastidio que nos dejó la ceremonia de inauguración, excesiva y larga como la Cuaresma en la que suele ubicarse siempre la Filey. Al Colegio Nacional le debemos la iniciativa de este evento, igual que el dedicado a Fernando del Paso que incluyó una original coreografía.

Una mesa para presentar un libro sobre problemas de Medicina y adolescencia de muchos autores expertos en el tema y coordinados por F. Fernández Puente, invitado desde la Ciudad de México. Otra mesa similar se armó para dar a conocer el libro de un filósofo mexicano comprometido con la península, el maestro Juan de Dios González Ibarra, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, quien nos familiarizó con el lenguaje de Heidegger (quien aún camina) por los caminos hispanoamericanos y otras veredas.

Un conversatorio sobre la obra escrita Lecciones, del recientemente desaparecido arquitecto Teodoro González de León, en el que los arquitectos comentaristas nos ilustraron ampliamente acerca del perfil humano, académico y estético del que fuera también miembro del Colegio Nacional. La exposición 2D de 3D Gráfica Digital de T.G. de L., que presenta su obra poco conocida como pintor en formato de menor tamaño, acompañó a esta presentación y permanecerá hasta fines del mes en los corredores de nuestra Facultad de Arquitectura, en el barrio de La Mejorada. También al Colegio Nacional le debemos otra exposición, no tan placentera, pero importante que se puede ver en el claustro universitario del edificio central. Se trata de un mapa con la localización de las especies en peligro de extinción y una reproducción a escala y en tres dimensiones de los mismos, que podrá ser vista igualmente hasta fin de mes.

Dos mesas organizadas por el Colegio de Antropólogos (Cayac), en las que junto con mis colegas, repasamos las lecturas clásicas que nos legaron nuestros padres fundadores y algunos investigadores que “pasar hicieron” por Yucatán, tales como Arturo Warman, Guillermo Bonfil, Alice Littlefield, entre otros. Por cierto, tuvimos una lamentable omisión: la del profesor Alfonso Villa Rojas, autor de [i]Los elegidos de Dios[/i] y Chankom: un pueblo que escogió el progreso.

Sin duda importante e ilustrativa para quienes nos interesamos por el desarrollo de la ciencia en México fue la presentación del doctor Carlos Arámburo de la Hoz, investigador destacado de la UNAM y ex candidato a rector de la misma, quien nos hizo un recorrido exhaustivo por la Evolución de la investigación científica en la Universidad Nacional, tema que conoce como la palma de su mano, ya que además de su caminar por más de 40 años por los senderos de la química y la bioquímica, diseñó y dirigió el Subsistema de Investigación Científica de esta institución académica, hermana mayor de todas las del país.

Otro filósofo muy versátil y ameno, por cierto, el profesor Héctor Zagal, nos ilustró el último día de la feria acerca de Las invenciones e ingenios chinos, entre las que incluyó la historia oriental del sorbete. Esto lo hizo merecedor de un fuerte aplauso y de una invitación por parte de un grupo de amigos suyos aficionados a la filosofía, para saborear los sorbetes del Colón, a fin de asegurarnos que vuelva en otra ocasión a hablarnos de sus temas favoritos: la historia nacional y la gastronomía.

Y hablando de chinos, sin duda alguna fue éste el plato fuerte de toda la feria, debido a la calidad de sus espectáculos musicales, escénicos y a la originalidad de sus presentaciones literarias y artísticas. En buen momento el Instituto Confucio, que cumplió recientemente diez años en Yucatán, pudo atraer la presencia de tanta gente de tan lejano país invitado, incluyendo al embajador de la República Popular China en México, quien emitió un emotivo discurso en la ceremonia de inauguración. Es un hecho que la participación de este país enriqueció los diez días que duró tan importante edición de nuestra feria universitaria de la lectura.

No puedo dejar de hacer un comentario acerca de los variados eventos que se organizaron en la carpa de [i]La Jornada Maya[/i]: dos diálogos: uno, con el jefe de opinión de este periódico nacional, Luis Hernández Navarro, quien compartió sus reflexiones sobre la izquierda en México con comunicadores jóvenes que hicieron gala de su amor al periodismo. Y el otro, una especie de mano-a-mano entre Eduardo del Buey, editorialista de [i]La Jornada Maya[/i], comunicador-diplomático y el mencionado antropólogo-periodista autor de muchos libros. Claros conceptos y comentarios críticos que el osado conductor Polantuán le logró sacar a ambos entrevistados en torno al periodismo en la era de Trump. Para los asistentes fue una oportunidad de pensar más en torno al papel que siguen teniendo los medios impresos en papel.

Sin poder abarcar todo lo que vimos y oímos en la Filey, una palabra elogiosa final para la calidad con que se dieron los distintos eventos teatrales, musicales y cinematográficos. No hubo noche en la que no nos atraparan las voces de nuestros cantautores y trovadores, o la música de cámara, el jazz, el rock o las bandas que prolongaban la fiesta de la lectura extramuros hasta altas horas con la gran ventaja de poder cenar en los variados food-trucks que ofrecían sus productos a precios razonables.

No cabe duda de que aquí adquiere vigencia aquello de que cada quien habla de la feria según le va en ella. A mí me fue “requetebiem” y he escuchado a muchos conocidos y amigos universitarios tanto estudiantes como profesores, que me comentan lo mismo; por lo que puedo afirmar que la Filey 2017 fue todo un éxito, pese a los nubarrones mediáticos que se cernían sobre ella unos días antes de que comenzara y los malos augurios de quienes siempre esperan lo peor de lo peor.

Muchas cosas hay por mejorar, sin duda, pero con el tiempo y una actitud abierta a la crítica, estoy seguro de que la nueva administración de la Filey, apoyada por el rector y auxiliada por los cuerpos académicos de la UADY, podrá seguramente continuar navegando hacia un feliz puerto.

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