Joana Maldonado
Foto: Alcocer
La Jornada Maya
Lunes 12 de junio, 2017
Cuando me pidieron preparar un discurso en relación al Día de la Libertad de expresión, vinieron a mi muchos planteamientos, pero pedí a algunos compañeros que me compartieran algunas ideas y percepciones que me permitieran elaborar algo en lo que pudiéramos coincidir como gremio, más allá de los prejuicios y de las diferencias que nos separan, ya sea por la disputa de fuentes, por ideologías e incluso debido a las fronteras geográficas entre norte, sur y centro. Después de todo siempre habrá algo que nos oriente a una perspectiva común.
Por supuesto, hablo del anhelo de una verdadera libertad de expresión, que no claudique por el miedo, que no se reprima por los intereses de un grupo político que paga por el silencio y la adulación, que persista el respeto del gobierno a las personas que ejercemos este oficio de comunicar u opinar y que podamos restablecer la credibilidad de la sociedad hacia los medios de comunicación; pero, sobre todo, luchar por la profesionalización y el respeto de la sociedad hacia nosotros, quienes damos la cara, quienes salimos a las calles en busca de las noticias.
Hace algunas semanas, un grupo de reporteros de Chetumal nos manifestamos a las afueras de la Comisión de los Derechos Humanos del estado, para externar nuestra preocupación y hacer expresa nuestra exigencia por el respeto a la libre expresión de una forma segura, en virtud de que compañeros de otros estados del país han pagado con su vida por decir la verdad.
Somos personas, somos humanos, padres, madres, hermanos, hijos; el sostén de muchas familias; nada nos hace diferentes al obrero que busca ganarse el pan de cada día; sin embargo, en las redes sociales, los comentarios expresaban opiniones como “prensa vendida”, “puro chayotero”, “que los maten”, una serie de ofensas que lastiman y denigran nuestra labor.
Los políticos, las personas que nos leen, quienes nos ven o nos escuchan y todos aquellos que nos descalifican, desconocen, en muchas ocasiones, la situación que impera en nuestros empleos; se pueden contar con una mano aquellas empresas que garantizan un trabajo seguro y ofrecen salarios dignos, aquellas que cuentan con seguridad social, con seguro de vida, que tienen un ahorro para el retiro. Somos más y muchos los que aspiramos a que algún día podamos contar con las prestaciones mínimas que establece la Ley del Trabajo y tener suficiente seguridad laboral.
La falta de salarios y prestaciones dignas para los reporteros es también un escollo para el ejercicio de la libertad de expresión.
Aunque los medios se han ciudadanizado por el uso de las redes sociales y la información inmediata ha ganado la batalla del entretenimiento en un público cada vez más poderoso, el periodismo; es decir, la narración e investigación de los hechos, lo seguimos realizando nosotros, los periodistas.
En 2014, Quintana Roo se ubicó en el segundo lugar con mayor número de ataques a comunicadores. Hoy, nuestro anhelo, más allá de una ley que pueda representar letra muerta, como ocurrió durante dos años, queremos una legislación que se cumpla y un gobierno que se comprometa con la libertad de expresión y con quienes la ejercemos.
Somos personas que compartimos la aspiración de mejores condiciones para el gremio, para nuestro estado y para México.
*Palabras pronunciadas por Joana Maldonado, reportera de [i]La Jornada Maya[/i], durante la celebración del Día de la Libertad de Expresión.
[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]
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