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Kálmán Verebélyi
Foto: Notimex
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Lunes 30 de enero, 2017

La vida cultural y social de Campeche en el siglo XIX es recordada hoy con orgullo y nostalgia. La ciudad era pequeña; no llegaba a 10 mil habitantes, pero los que vivían dentro de las murallas, en los barrios tradicionales, estaban celosos de presentar al mundo una vida de estas que igualaba a Campeche con cualquier otra ciudad perteneciente a la “civilización occidental”.

Hay un justificado orgullo por la aportación a la educación del Instituto Campechano (IC), pero se habla menos de la rica e intensa vida cultural que se tuvo. La construcción del Teatro Paula y Toro en el año de 1834 coincide con la ola europea de otorgar de un espacio físico adecuado a los teatreros.

El Teatro Paula y Toro es una construcción de lo que la historia llama “teatro italiano”, o si se quiere teatro de piedra, que eliminaba los escenarios anteriores de madera, que parecían más establos que lugares dignos a llevar adelante la herencia teatrera rica en estas latitudes desde la época colonial, sin contar las experiencias de los pueblos autóctonos.

La rica herencia del siglo XIX fue interrumpida hasta los años 1950, cuando el teatro campechano empezó a reconstruirse. Desde entonces, ininterrumpidamente está presente. Se han construido varios escenarios para albergar el arte escénico, y podría decirse que Campeche es una ciudad de teatros sin una compañía teatral permanente.

“En Campeche tenemos gente aficionada al teatro. Existen dos compañías que pueden considerarse profesionales por el tiempo, el número de obras llevadas al escenario. Hay más teatreros que se juntan para una tarea específica. Lo que faltaba era el estudio sistemático, conocer en lo teórico y en lo práctico lo que los teatreros deben dominar” comenta Gabriel Moré, coordinador del taller de teatro perteneciente a la Secretaría de Cultura (Secult).


“Ya llevamos cuatro años formando futuras actrices y actores, estamos preparándolos para que puedan enfrentar con éxito el examen de admisión a las carreras de licenciatura en teatro. El éxito de nuestro trabajo se puede medir: hoy día, media decena de campechanos están en diferentes centros educativos del país: Mérida, Xalapa, Ciudad de México, quienes podrán ser el núcleo central de una compañía de teatro permanente. Hoy esto sólo es una posibilidad, no hay pláticas formales al respecto”, abunda. La llegada de Lulú Ávila, teatrera desde hace 40 años, a la Secult, hace suponer que podría ser la figura que impulse la formación de una compañía permanente.

“En Campeche, varias instituciones se dedican a la enseñanza de la profesión teatrera. Tenemos el Instituto Campechano (IC), la Universidad Autónoma de Campeche (UAC), están los grupos independientes; nosotros, por lo que según cómo soplen los vientos podría darse este paso, cualitativo para el futuro del teatro campechano. Habrá que ver la dirección del viento”, comenta Moré.

El taller de la Secult podría ser ejemplo a seguir para otras instituciones, porque es el Claustro de la calle 12, que albergaba a la Casa de Cultura, luego el Instituto de Cultura y en sus primeros años las oficinas de la Secult. Es el espacio de la educación teatral formal. Esto es, los alumnos toman clases durante cuatro horas al día en las diferentes disciplinas teóricas, entre ellas la historia de teatro, y prácticas como el dominio del movimiento, de la voz, y tantas otras siguiendo la tradición de la escuela creada por Slavinsky.

“El teatro es elitista, requiere esfuerzo de los que lo practican, pero en general el público también se conforma de gente selecta, comenta Gabriel, y le refuto porque años atrás, cuando Campeche fue sede de la muestra teatral del país, con la participación de decenas de compañías provenientes de todas partes de la República Mexicana, la preocupación de miles y miles de jóvenes, adultos y toda gente amante de las artes escénicas, fue a cuál de las presentaciones ir; cómo llegar a tiempo del Teatro Juan de la Cabada al Teatro Circo Renacimiento.

“Interés sí hay para ver los espectáculos, en el Claustro tenemos funciones los jueves, viernes y sábados, el Juan de la Cabada también ofrece una programación variada. Lo que hace falta es tener y mantener una calidad estable y constante”, responde.

El teatro es un género caro. Cuesta mucho dinero montar una obra, y es por eso que la mayoría de las funciones teatrales en Campeche pertenecen a la corriente minimalista, donde la escenografía apenas llega a ser una alusión a lo que pudiera, debería ser. Parafraseando al general austríaco Montecuccoli del siglo XVIII: el teatro sólo requiere de tres cosas: dinero, dinero, dinero.

En caso de Campeche, un poco más de dinero.

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