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Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Lunes 15 de enero, 2017

Cien pesos, eso es lo que vale una vida en la Emiliano Zapata Sur II. Entre los múltiples hechos de sangre que ahí se reportan, sobresale el del asesinato de un joven vendedor de droga, quien no le pagó a tiempo a su proveedor. Le debía cien pesos. Sólo cien pesos.

Pandillas, suicidios, invasiones, abusos sexuales… El territorio comanche de Mérida, donde el rostro de la desigualdad se desfigura ante cualquier atisbo de falso orgullo; el sur profundo, el germen de las pesadillas. La realidad que duele, y que muchas ocasiones negamos.

Ahí está, late y se desangra, pero igual sonríe y tiene esperanzas. Unos le voltean la cara con desagrado, como si así desapareciera. Otros, en contraste, lo miran a los ojos, le sostienen la mirada. En los últimos años, ese sector ha contado con un importante impulso, tanto del sector público como del privado.

El Instituto de Vivienda del Estado de Yucatán (IVEY) ha realizado una titánica labor poniendo en orden asentamientos irregulares, donde incluso se registran invasiones a las invasiones. Una lucha continua contra personajes que lucran con la miseria y la ignorancia de los que no tienen nada, de los parias de nuestra sociedad.

La semana pasada, el Ayuntamiento presentó una inédita inversión en infraestructura que beneficiará principalmente a los vecinos del sur. Asimismo, diversas organizaciones civiles trabajan en el corazón de las tinieblas meridano, donde habitan también el horror y el hambre.

[b]¿Qué hacer?[/b]

Antes de que la oscura noche se adueñara de Venezuela, brilló en ese país el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles, en el que participaron más de un millón de niños y adolescentes. Bajo la batuta —literal y metafórica— de Gustavo Dudamel, el tuétano de este esfuerzo se resume en que “un niño con un violín en la mano deja de ser pobre”.

En Venezuela, la mayoría de los 252 mil muertos a manos de la violencia criminal desde el ascenso de Chávez al poder fueron jóvenes excluidos, asesinados por otros jóvenes excluidos. Las orquestas y coros de Dudamel intentan canjear una pistola Glock 9 mm por un Stradivarius.

Entre los esfuerzos en que coinciden gobierno y asociaciones civiles en el sur de Mérida se encuentra precisamente la creación de una orquesta de niños y jóvenes. El objetivo de ésta será brindar la oportunidad de aprender a ejecutar un instrumento musical, y participar en un grupo.

Esta semilla no sólo germinará en el niño o adolescente, sino en toda su familia, que se transformará, orgullosa por los logros de su músico. El sentimiento contagiará a los vecinos de la cuadra, de la zona, de la colonia. Al final, se cosechará un sentimiento de unidad en torno a la orquesta.

El joven que bien pudo deambular como pandillero, defendiendo metros con machetes, asesinando por cien pesos, será un hábil ejecutante de flauta dulce. Así se vislumbra; así se planea. El Ayuntamiento y los maristas serán los encargados de hacer realidad este proyecto, que impactará sin lugar a dudas en el futuro de la zona más violenta de la capital.

Miopes, los regidores del PRI se negaron a apoyar este esfuerzo, argumentando que debería ser el Ayuntamiento, en sus centros culturales, quien debía realizar, en solitario, el proyecto. Náufragos del pasado, que aún no conciben a ciudadanos haciendo ciudad. Politizaron, de manera estéril, un plan que a la larga a todos beneficiará, ya que la música, sin lugar a dudas, cambiará la dinámica en ese limbo.

Según el cronograma de actividades, las primeras presentaciones de la orquesta de la Emiliano Zapata Sur II deberán ser este mismo año. Ojalá que uno de sus primeros públicos sean los mismos regidores que votaron en su contra, para ver si —aunque sea así— se culturizan un poco. O se amansan.

La negativa a este proyecto tiene su origen en la ignorancia —los regidores no conocían a fondo la propuesta, misma que se les compartió— y en el afán de bombardear sistemáticamente a un Ayuntamiento de otro partido. Ese mismo viernes, apurados para votar en contra, se dirigieron a Animaya, para ver qué raja podían sacar por la muerte de una jirafa.

Ya irán al sur a pedir que voten por ellos o por sus candidatos. Ellos tal vez rápidamente olvidarán lo que dijeron o hicieron el día anterior. Ojalá que los ciudadanos no, que recuerden que desde la comodidad de una sala quisieron arrebatarles un futuro con música de Mozart.

¿Para qué sirve ser Capital Americana de la Cultura si no se promueven acciones de este tipo? Los espectáculos, las exhibiciones y los conciertos que se darán en este 2017 serán efímeros; la orquesta, no. Será un rescoldo, una brasa ardiente que nos recordará qué tan bello ardió esa hoguera. Un bellísimo eco; una coa, una hoz que desmontará desigualdades.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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