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Pablo A. Cicero Alonzo
Malcom McDowell interpretando a Calígula, en la película de 1979
La Jornada Maya

Viernes 13 de enero, 2017

Cuando el general regresaba triunfante a Roma después de masacrar a galos, britanos, hispanos o cartagineses, todos lo recibían como un héroe. Lo vitorean en un vistoso, animado desfile, cuyo derrotero llegaba hasta el Senado, donde era recibido, en ocasiones, como una deidad. Y muchos así se lo creyeron. Por eso, en la cuadriga en la que iba el triunfante líder se encontraba otra persona: una sombra que sostenía sobre su cabeza una corona de laurel y que de vez en vez le susurraba al oído: [i]Respice post te! Hominem te esse memento![/i], “¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre” y no un dios.

El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. [i]Dictum de Acton[/i]. Son incontables los líderes que han perdido piso al convertirse en gobernantes. Hombres y mujeres que rápidamente son secuestrados por una corte que los elogia a extremos superlativos, lúbricos, encerrándolos en la irrealidad. Ejemplos sobran. Ahí está el hoy prófugo ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, que hizo de su estado un patético Camelot de lambisconería. Ahí está otra ex mandataria, Ivonne Ortega Pacheco, que en su irritante megalomanía ya se ve…

Había generales romanos que sí escuchaban al portador de la corona de laurel. Otros, no; al contrario, lo mandaban a ejecutar. Marco Aurelio y Calígula, en esos extremos. Un emperador filósofo, quien aún nos da valiosísimos consejos, como aquel que nos recuerda que no hay que comportarnos como si fuéramos a vivir mil años, sino como si el fin estuviera ya cerca. O un emperador sanguinario y depravado, incestuoso, que quiso hacer cónsul a su caballo, y que al final fue asesinado por su propia guardia pretoriana.

Igual hoy día. Hay gobernantes contemporáneos que parecen inmunes a los lamebotas, como es el esplendoroso caso de Pepe Mujica, una genuina oveja negra. A pocos meses de su irrupción en nuestra conciencia, se extraña con las tripas su volchito azul, sus uñas de anciano saliendo de sus alpargatas y su perrita [i]malix [/i]de tres patas.

¡Recuerda que eres un hombre! Así tenemos que clamar nosotros, situándonos en la misma cuadriga del gobernante. Los excesos de los que hemos sido testigos se deben a nuestro silencio, o, peor aún, a nuestros aplausos y hurras. No sólo es papel de la prensa convertirse en molesto moscardón del poderoso, exhibiendo corruptelas y faltas de capacidad. También es tarea del ciudadano. Mientras más constante y firme sea el recordatorio, más eficaz será. Y así se ha demostrado recientemente.

Por ejemplo. Otra herencia de Roma eran los informes imperiales de nuestros gobernadores. Esta misma semana desempolvé la descriptiva crónica que hizo de uno de ellos un corresponsal de [i]La Jornada[/i] en 2011. “Al final, tomó una lanza maya y la rompió como símbolo de una nueva era de desarrollo para la entidad”. Burlesque político. Es necesaria mantener fresca esa imagen, porque a partir de este año representará el pasado, lo casposo. Hace unos días se anunció un interesante golpe de timón en relación a este faraónico evento.

Ya no habrá acto masivo, con acarreados incluidos. Ya no nos machacarán obras hechas o por hacer. Ya no seremos testigos de un lastimero besamanos. Rolando Zapata Bello dará su informe única y exclusivamente por Internet. Una de las preguntas más interesantes que el mandatario nos puede responder es cuánto se ahorró —en anuncios en publicaciones, radio y TV, lonas, vallas, espectaculares, medallones, organización del evento…— y a qué se destinará ese recurso.

Ayer, Mauricio Vila Dosal anunció que, como medidas de austeridad, el Ayuntamiento de Mérida dará de baja 200 vehículos que por su antigüedad y condiciones representan más costo que beneficio, se le quitará el vehículo oficial a todos los directores y se les dejará de pagar el servicio de telefonía celular. Además, se reducirá en un diez por ciento el gasto programado para comunicación y difusión, materiales de oficina, limpieza y útiles menores de tecnologías de la información, uniformes y adquisición de mobiliario y equipo de administración.

Tanto el gobierno del estado como el Ayuntamiento sacaron la tijera. Y lo hicieron como respuesta a un creciente malestar social, provocado por diversos factores, entre ellos el dispendio y la falta de transparencia en el gasto público; es decir, escucharon al discreto pasajero que les recordaba que no eran dioses. Hicieron bien, muy bien, ya que ese susurro estuvo a nada de romperles el tímpano.

Hay que tener en cuenta que estas medidas —decapitar el informe y destripar el gasto corriente municipal— afecta a muchos cortesanos, que verán así mermar sus intereses. Escuché, por ejemplo, una crítica al nuevo formato de informe, apuntando que es una señal de debilidad, que es consecuencia a críticas o presiones. No. Disiento. Es un esperanzador gesto de que aún no han sido levantados del suelo, que hay atisbos de empatía y responsabilidad. Como colofón: Aún es posible, como ciudadanos, recordarles a nuestros gobernantes que son hombres o mujeres, que son mortales, ya sea como susurradores o como pretorianos.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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