Sin gas natural no habrá progreso

Milagros Castro Alcocer
Foto: Gobierno de México
La Jornada Maya

Jueves 11 de junio, 2020


El desabasto de gas natural es un factor de desaceleración del desarrollo económico, genera altos costos en la electricidad y en los procesos industriales, lo que desalienta a la inversión.

Este problema ha provocado que importantes industrias elijan instalarse en el centro o norte del país, dejando ahí una derrama económica, sin importar los beneficios que la Península de Yucatán ofrece en cuanto a seguridad o mano de obra calificada.

El desabasto de gas natural es un problema económico para Yucatán. Pero ¿qué tan grave es la situación?

Si revisamos las cifras oficiales publicadas por el Centro Nacional de Control del Gas Natural (Cenagas), en su primera consulta pública realizada en 2017, podremos ver que la demanda de gas natural identificada en la Península de Yucatán asciende a 600 millones de pies cúbicos al día (mmpcd). De estos 600 mmpcd únicamente se abastecen 90 mmpcd a través del único medio de suministro que tiene la región: el gasoducto de Mayakán, propiedad de la empresa francesa Engie.

Con la futura entrada en operaciones del gasoducto Cuxtal I, que conectará a Mayakán con el Sistrangas (que es la red de gasoductos administrada por las autoridades federales), podrían llegar a la Península hasta 250 mmpcd, que es la capacidad máxima de Mayakán, lo que significa que, según la información oficial de Cenagas, aún faltarían 350 mmpcd que ninguna autoridad ha explicado cómo resolver.

El problema con el diagnóstico de la demanda realizado por el Cenagas es que es muy ambiguo, no se especifica cuántos de los 600 mmpcd corresponden al consumo de la industria, cuántos al consumo residencial, ni cuántos a la generación eléctrica. Y es muy difícil pensar en encontrar una solución adecuada a un problema que aún no se ha dimensionado correctamente.

La situación es grave y el primer paso que deberían tomar las autoridades estatales es realizar un diagnóstico efectivo y serio del desabasto, para saber si se requieren realmente 600 mmpcd como dice la Federación o si se requiere más.

Sin embargo, ni los gobiernos estatales de la Península, ni las autoridades federales se han preocupado por conocer la demanda real de la industria instalada en la región, ni del consumo residencial. Nadie sabe cuánto gas natural requieren como combustible todos los restaurantes, los hoteles, las fábricas procesadoras o las manufactureras. Nuestras autoridades sólo saben lo que sabemos todos, que en la Península se pagan electricidad y combustibles muy caros.

Hacer un diagnóstico serio no es difícil, según cálculos realizados para esta publicación, con información pública de la Comisión Federal de Electricidad, se puede estimar que el consumo potencial de esta empresa, para la generación eléctrica en la región, es de alrededor de 340 mmpcd para operar sus nueve plantas ubicadas en la Península y dejar de consumir combustóleo y diésel.

A esto habría que sumarle el consumo proyectado para la nueva planta de ciclo combinado a instalarse en Yucatán, según lo anunciado por la CFE, que serían otros 50 mmpcd, dando un total estimado de 430 mmpcd de demanda peninsular únicamente para generación eléctrica.

Entonces, haciendo a un lado los números oficiales de Cenagas y con este sencillo cálculo de la demanda de CFE, ya podemos confirmar que los 250 mmpcd que traerá la futura inauguración del gasoducto Cuxtal I, ya vienen tarde y son insuficientes.

¿Qué están haciendo nuestras autoridades entonces? Es urgente que los gobiernos escuchen las necesidades de la industria, realicen un diagnostico serio para dimensionar correctamente el problema, y comiencen a buscar soluciones.

La buena noticia es que, con voluntad, es sencillo encontrar soluciones. Ahí está el Puerto de Altura de Progreso.

La importación marítima de gas natural es una alternativa que utilizan en las regiones con mayor desarrollo económico del país: en el Golfo de México a través del Puerto de Altamira y en el pacífico a través del Puerto de Manzanillo. En el sureste tenemos un puerto industrial con ubicación privilegiada, que podría ser esa segunda fuente de suministro que solucionaría, de una vez por todas, el desabasto que hemos padecido durante tantos años.


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Edición: Mirna Abreu