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Milagros Castro Alcocer
Foto: Cenegas
La Jornada Maya

Martes 9 de junio, 2020

El gas natural es un combustible fósil compuesto principalmente por metano que es el hidrocarburo más simple. Se extrae de manera muy similar al petróleo, de hecho casi siempre viene como producto asociado, es decir que se extrae como consecuencia de la perforación de pozos petroleros y a veces es inevitable extraer gas natural al extraer el crudo. De ahí su precio tan bajo.

El gas natural es el combustible fósil que emite menores cantidades de CO2 al ser quemado. Incluso el metano del gas contamina más si se libera sin ser consumido, por lo que su uso como combustible resulta benéfico para el ambiente.

El gas natural se utiliza como combustible en hogares, en industria y en la generación eléctrica, en México el principal consumidor de gas es la Comisión Federal de Electricidad.

Pemex produce gas natural, aunque con altos contenidos de nitrógeno y ácido sulfhídrico, lo que le resta calidad. La producción de gas de Pemex ha ido cayendo dramáticamente desde 2013 y actualmente es insuficiente para atender la demanda del país. Dos terceras partes del gas que consume México se importan, principalmente desde Estados Unidos.

Para satisfacer la enorme demanda de este hidrocarburo en México, existe a lo largo de toda la frontera con Estados Unidos más de 20 puntos de internación de gas al sistema de ductos mexicano.

Este combustible es tan importante para el desarrollo del país que existe una dependencia de la administración federal dedicada exclusivamente a controlar su abastecimiento y transporte: el Centro Nacional de Control de Gas Natural (CENAGAS). El CENAGAS es el principal responsable de asegurarse que ninguna región del país tenga desabasto.

Para intentar resolver la escasez en nuestra península, el CENAGAS publicó en su [i]Plan Quinquenal 2015-2020[/i] una serie de obras y acciones que en teoría, resolverían el desabasto peninsular en 2019.

En resumen el plan del CENAGAS consistía en construir –con inversión privada- un enorme gasoducto submarino que conectaría al sur de Texas con el puerto veracruzano de Tuxpan; cuando este gasoducto comenzara a transportar gas importado y de mejor calidad que el de Pemex, este gas se enviaría al centro del País y el gas de Pemex que se dejaría de consumir en esa región, nos lo enviarían al sureste.

El plan sonaba muy bien para las autoridades que lo planearon desde su escritorio, pero para enviar ese gas, tenían que hacerse varios ajustes en la red de gasoductos, desde modificar la estación de compresión de Cempoala, Veracruz, hasta conectar el ducto privado de [i]Mayakán[/i] al Sistema de Transporte y Almacenamiento Nacional Integrado de Gas Natural (SISTRANGAS).

[i]Mayakán[/i] es propiedad privada y es la única fuente de suministro que tiene la península. Este gasoducto tiene la capacidad de transportar hasta 250 millones de pies cúbicos al día (mmpcd). Sin embargo, nunca ha operado a toda su capacidad debido a la escasa producción de Pemex, en promedio solo transporta 90 mmpcd y el 97 por ciento está comprometidos para CFE quedando solo el 3 por ciento restante para la industria y los hogares yucatecos.

Nada de lo que tenía que suceder, sucedió, según el plan de CENAGAS. La entrada en operaciones del ducto submarino se retrasó varias veces por razones técnicas, legales y políticas. Las obras adicionales que CENAGAS tenía que hacer, las modificó la nueva administración federal. La estación de compresión de Cempoala sigue en obras y el ducto de [i]Mayakán[/i] aún no está interconectado al SISTRANGAS, aunque en enero de este año comenzaron las obras para esta conexión y según lo anunciado, en agosto próximo debe iniciar operaciones.

Si algún día se concretan los planes del CENAGAS, la península logrará recibir a través de [i]Mayakán[/i] 250 mmpcd, de los 600 mmpcd que necesitamos. Las cuentas no dan.

Los yucatecos aun sabemos cómo se resolverá el desabasto de los otros 350 mmpcd, no hay respuestas para eso. A pesar de que el Gobierno del Estado tienen en sus manos un proyecto con viabilidad técnica y económica comprobada que podría ser la solución. Pero mientras no exista voluntad para resolver este problema, los yucatecos no podemos ni soñar en tener gas natural suficiente y de buena calidad. Seguiremos dependiendo de un gasoducto privado y del gas de Pemex, o peor aún, del combustóleo que por tanto tiempo nos ha hecho pagar la electricidad más cara del país.


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Edición: Ana Ordaz


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