Margarita Díaz Rubio
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Viernes 5 de junio, 2020
[i]“Miles de personas han sobrevivido sin amor, ninguna sin agua”[/i]. W. H Auden. Poeta y ensayista británico (1907-1973)
Existe la técnica de aguafuerte, el agua de avena, de horchata, el aguachile, el agua destilada, el agua purificada, etcétera, pero ahora, los que habitamos el sureste de nuestro país y debido a cuestiones atmosféricas, hemos estado sumergidos en agua de lluvia cuya molécula está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Moléculas en estado líquido y que también se pueden convertir en forma sólida llamada hielo.
El cuerpo de los seres vivos tiene al agua como componente principal, mismo que representa el 60 por ciento del peso de una persona y, como todos sabemos, es necesaria para la vida de las células y permite el flujo de la sangre. Una buena hidratación diaria previene cálculos renales e infecciones de todo tipo y beberla es indispensable para que la vida fluya y para que esa vida se conserve.
El agua está en los mares y los ríos y cubre un 71 por ciento de la superficie terrestre siendo que los océanos cubren alrededor del 96 por ciento de toda el agua del planeta.
Y ahora me pregunto ¿Sabemos y queremos cuidar el agua? Y me respondo: Claro que no, como no queremos ni sabemos cómo preservar nuestro planeta.
[b]Colofón[/b]
¿Y a que se deben estas reflexiones en estos rengloncillos informativos? A la sencilla razón de un exceso de agua de lluvia en nuestra región que es Yucatán.
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Dependemos en demasía de la electricidad; ¿qué pasa con esos rincones del mundo que viven en penumbra?
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