Regreso a la nueva normalidad, canto 1

Jhonny Brea
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Viernes 25 de mayo, 2020

Nos hemos convertido en la casa de la esperanza: en la colonia no hay vecinos contagiados y colindamos con vecindarios en los que tampoco hay infectados; lo malo es que nada de lo que hacemos para sobrevivir está en el rumbo. Estamos igualito que [i]Dzoncauich[/i] ([i]Duchunuwich[/i] en idioma extranjero): la esperanza sale huyendo.

Y no es que la tribu esté desanimada y haya perdido el espíritu de salir adelante en la contingencia, nada más no ven luz al final del túnel. Para serles honestos, ya dejamos de llevar la cuenta de los días que van de cuarentena, ni de ley seca; hasta doña Ixtab está pensando seriamente en cambiar de sedante cotidiano ante la falta de su cervecita diaria porque desconfía que haya venta de alcohol este lunes. Acá entre nos, hace tres días agarró fuerte la jardinería; se puso a convertir latas en macetas; el otro día regresó muy sonriente según porque había encontrado una plantita con semillas; me pareció que le dijo chichibé y creo que le sirve de algo.

Hagan de cuenta que los ánimos en casa son como si hubiéramos ido a la Profeco a meter una queja contra la CFE o que fuimos a pedir dinero al Congreso del estado y después leímos las declaraciones de la delegada diciendo que no han subido las tarifas, o que a pesar de que muchos consideran necesario apoyarnos, simplemente no se convenció a los que de verdad deciden esas cuestiones. Según mi suegra, eso fue por no levantar la ley seca.

Pero no es que estemos mal por el desproporcionado incremento de hemoglobina en nuestro etanol, sino que ya todos traemos estrés crónico a causa de los intentos por mantener productivo el [i]jomofis[/i]. Como se podrán imaginar, y seguramente muchos lo están viviendo, eso de estar todos ocupando el mismo espacio y sobre todo el mismo Internet, ya nos está colmando la paciencia. Ahora todos nos tenemos que conectar, y resulta que la Cutusa y el Kizín tienen clases remotas y se supone que tienen que estar en un espacio en el que no se les debe interrumpir; la [i]Xtabay[/i] y [i]yurstruli[/i], también tenemos conferencias o reuniones en línea.

El caso es que ya estamos peleando por acceso a un dispositivo para conectarnos. Se me hace que la SEP y la Segey nunca tuvieron en cuenta la calidad de conexiones o creen que en cada casa hay una computadora por cada uno de sus habitantes, y que doña Ixtab tiene sus ratos en que quiere ver Netflix. Estoy seguro de que cuando todos los hogares tengan ese problema, Manuel Bartlett será muy feliz.

La otra cuestión es que siempre hay un llamado en el momento más inadecuado. El otro día el Kizín me avisó que tenía una llamada. Yo tenía las manos ocupadas porque estaba quitándole la cáscara a los ciricotes que iba a preparar en dulce (ustedes saben, las labores propias de mi sexo), mi vástago hizo entrar la comunicación y resultó videollamada. No saben cuánto agradecí traer puesto mi delantal, porque con estos calores andaba bastante ligero de ropas.

[b]Macho omega que se respeta[/b]

Estoy pensando seriamente en salirme de los grupos de WhatsApp de padres: la semana pasada había algunos promoviendo una rebelión para que al menos haya tres días de clases a la semana. Ahora andan alebrestados porque ya vieron que las escuelas van a reabrir hasta que venga la última “ola”. Algo tienen de razón, ¿cómo van a dejar a sus rapaces en casa mientras ellos intentan volver a la nueva normalidad?

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Edición: Ana Ordaz