Jaquelyn Rosado Puerto
Foto: Reuters
La Jornada Maya
Viernes 15 de mayo, 2020
La crisis sanitaria y económica a consecuencia del COVID-19 ha evidenciado la lucha diaria que desempeñan mujeres y hombres para mantener en pie a México. La cuarentena es obligación moral para quienes continúan percibiendo un salario, tienen los medios económicos suficientes o pueden trabajar desde casa. Sin embargo, muchas personas no pueden adoptarla debido a que su función es indispensable para sostener al país. Entre esas personas, están millones de mujeres, al frente de la batalla para contribuir a vencer a esta pandemia.
Hoy más que nunca, el trabajo que desempeñamos las mujeres se hace visible y, por ende, se valora como no se había hecho antes. Científicas, médicas, enfermeras, intendentes, maestras, obreras que hacen funcionar las fábricas, campesinas que continúan cultivando nuestro alimento, comerciantes y muchas otras que, desde su trinchera y en diferentes contextos, están de a pie, no se detienen y por el contrario, están más fuertes, activas y creativas porque saben que si paran, todo se cae. Muchas de ellas con otras ocupaciones que hacen necesario redoblar esfuerzos.
Desde tiempos ancestrales las mujeres han sido pilar fundamental de la tribu. Su sentido de responsabilidad por el cuidado de los otros, su conciencia hacia la importancia de trabajar en colaboración y de realizar diversas acciones en pro de la comunidad, ha hecho que se organicen y hagan funcionar a todo un sistema.
Hoy, frente a esta crisis, nosotras no doblegamos, muchas veces con miedo, con incertidumbre, pero ahí estamos; por nuestros hijos, nuestra familia, nuestras congéneres y por nosotras mismas. No es casualidad sino causalidad que los países que mejor han enfrentado la crisis del coronavirus estén liderados por mujeres: Erna Solberg (Noruega), Tsai Ing-wen (Taiwán), Sanna Marin (Finlandia), entre otras. Su bajo número de defunciones, la gestión de la crisis y las medidas sanitarias y económicas aplicadas están resultando un éxito.
Las feministas no estamos en cuarentena. Estamos desempeñando las funciones que nos corresponden bajo nuestro enfoque de perspectiva de género. Una publicación muy difundida donde se ve a enfermeras en el transporte público rezaba que esas sí eran verdaderas mujeres, no como las feministas con los pechos de fuera y pelos en las axilas. Inmediatamente hubo réplicas contrarrestantes de enfermeras, doctoras y trabajadoras en general para decir que además de sus funciones profesionales y operativas, también han reclamado sus derechos cuando es necesario. Más aún cuando la violencia de género se ha intensificado; lo cual se refleja al triplicarse las denuncias y llamadas de auxilio a consecuencia de la misma.
El confinamiento con el agresor es una condena para muchas mujeres; es por eso que otras tantas nos organizamos para protegerlas, y exigir a las autoridades accionar en contra de sus agresores.
Nosotras estamos organizándonos, estudiando nuevas estrategias, planeando cómo enfrentar nuevos retos, ayudando a distancia y, cuando se requiere, presencialmente. Las mujeres hemos despertado y nada hará que miremos hacia atrás, lo haremos sólo si es necesario recordar a dónde no queremos regresar. Un virus no nos detendrá. Hemos librado peores batallas, continuamos luchando por una igualdad que garantice nuestras libertades y derechos. Luego entonces, este reto es uno más, del cual sin lugar a dudas, saldremos avantes.
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