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La Jornada Maya
Foto: Fernando Eloy

Viernes 24 de abril, 2020

Estamos llegando a la etapa crucial de la cuarentena. El momento en el que cuidarse, quedarse en casa y mantener el distanciamiento social puede hacer toda la diferencia. Los mejores expertos del país señalan que el pico de contagios del COVID-19 será alrededor del 8 de mayo. De aquí a esa fecha todo será cuesta arriba. Los números que nos preocupan se van a multiplicar: los contagios, las víctimas, los números en picada en la tarjeta de débito, los indicadores económicos, los conocidos que no tienen empleo o que se las están viendo muy duras.

La tentación es cansarse. Han sido largas semanas de encierro y lo más exigente está por llegar. Sin embargo, de nada sirve habernos cuidado antes, haber hecho los sacrificios necesarios hasta ahora, si bajamos la guardia en este justo momento. Las tensiones en las familias son altas, en muchos casos, ya han traído violencia doméstica.

Los hijos se aburren, los adolescentes ya no aguantan más, el menú de la comida diaria ya sabe a lo mismo, nos agobia el año escolar, el recibo de la luz, el calor inclemente, tantas cosas fuera de nuestro control. La economía empieza a crujir. El desgaste emocional se acumula. Nuestras vidas se han desordenado. Como en toda competencia -porque el COVID-19 está compitiendo por ver cuál organismo gana, él o nosotros- se llega a los minutos cruciales con el desgaste natural del esfuerzo previo.

Si lo suyo es el béisbol, estamos empezando la séptima entrada. Si lo suyo, estimada lectora, es el fútbol americano, estamos en la pausa de los 2 minutos. Si es el fútbol soccer la competencia de elección, estamos en los 15 minutos finales. Si lo de la familia es correr o los maratones, estamos por llegar a “la pared”. No importa cómo hemos llegado a esta última semana de abril, sino cómo haremos nuestra parte de aquí al 8 de mayo para que los casos lleguen a un máximo que no sea desastroso y luego empiecen a caer y -tal vez- luego, venga la normalidad.

El COVID-19 no es broma. Lo hemos visto, leído y, en algunos casos, hasta sentido entre amigos y seres queridos. Los riesgos en México y en Yucatán son importantes. Tres factores nos hacen vulnerables a los peores efectos de la pandemia: la hipertensión, la obesidad y la diabetes. Esa triada abunda en los hogares peninsulares y mexicanos. Si tenemos alguno de esos padecimientos, sin importar nuestra edad, el riesgo de que no seremos portadores asintomáticos o enfermos leves crece exponencialmente. Veámonos al espejo de la salud personal y actuemos en consecuencia, con precaución.

Hay que estar atentos a los síntomas tempranos, los que pueden parecer imperceptibles o que podemos pasar por alto en la desidia del encierro. Los estudios demuestran que si nos esperamos a pedir ayuda hasta que empecemos a tener dificultades para respirar, probablemente las cosas se compliquen. La atención temprana es la clave de la salud de quien se contagie y desarrolle las peores afectaciones de la enfermedad.

La Fase 3 está aquí. Es en serio. Hacer bien las cosas los próximos 15 o 20 días puede cambiar la historia de nuestras familias, de nuestro empleo y nos puede permitir regresar a nuestros trabajo, tiendita, puesto, negocios, actividad por nuestra cuenta, consultorios o empresas de forma más rápida.

Las instituciones públicas están haciendo labores que nunca van a ser perfectas, pero que debemos reconocer con generosa objetividad: han montado hospitales de campaña, han creado seguros de desempleo que permitan subsistir y hasta han hecho sus pininos en la educación virtual contra la violencia doméstica y de género. Sin embargo, nada de eso será suficiente si cada uno de nosotros no toma su salud y la de su familia en serio.

Va a ser incómodo, va a ser cansado, angustiante y aburrido al mismo tiempo, más de lo que ya lo ha sido; pero no hay de otra, es nuestra vida la que está en la línea. Sin duda todos tenemos ideas de cómo cambiar en lo personal, cómo cambiar a la sociedad en la que vivimos y darle un respiro a la naturaleza que saqueamos sin piedad; así que procuremos salir de esta cuarentena, para que ese mundo mejor no se quede en planes o buenas intenciones.

Ahí está el cansancio social, anímico y físico, como un enemigo más para nuestra salud; pero recordemos que los esfuerzos que valen la pena, los que ponen el ejemplo, los que sirven de referencia a futuras generaciones, no son los que empiezan un camino, sino los que lo terminan bien. Entremos a esta etapa con ese ánimo, para salir sanos y listos para el enorme reto de reactivación que se nos viene.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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