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Texto y foto: Francisco J. Rosado May
La Jornada Maya

Miércoles 15 de abril, 2020

El domingo 5 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó un plan económico por la emergencia del coronavirus. En congruencia con su política de desarrollo y pronunciamientos de campaña, dicho plan dirige la mirada hacia los más pobres, garantizando la protección del estado, y las micro y pequeñas empresas. Como era de esperarse, las reacciones cubrieron un amplio abanico de opiniones.

Si bien existe el escenario de que los sistemas de producción de alimentos presentes en las comunidades serán clave para sobrellevar la cuarentena, asumiendo que aún persiste el conocimiento tradicional, hay preocupación por entender qué está pasando y cómo se va a recuperar la economía.

En esta entrega presento una gráfica (Figura 1), un modelo, que trata de explicar lo que hemos vivido y lo que muchos esperamos suceda en el futuro. Todo descansa en la política pública, en la toma de decisiones de nuestros gobiernos, estatal y federal. Dicho sea de paso, me parece que en Quintana Roo no solo hay buena coordinación con la federación sino que las iniciativas estatales van en la dirección correcta.

Imaginemos una gráfica que representa el tiempo y los momentos de decisiones críticas (eje horizontal), a lo largo de la cual se desarrolla el comportamiento del número de infecciones del COVID-19 (curva en forma de campana) y el de la economía (puntos que representan el movimiento de la economía). Ambos parten del punto cero. Hacia arriba los datos son positivos, hacia abajo son negativos.

La línea punteada nace del eje vertical que representa el PIB y se comporta en forma inversa al de la línea sólida que también nace del eje vertical que representa el número de infecciones por el coronavirus. La línea de infecciones sigue una variante de la campana de Gauss; es decir, inicia de cero, crece lentamente, después en forma exponencial hasta que deja de crecer, se aplana y luego declina.

Se distinguen seis momentos. El primero se ubica alrededor del 30 de marzo, cuando se tomó la decisión de emergencia sanitaria nacional. Aun cuando la economía ya daba muestras de desaceleración, había que mantener las actividades económicas hasta el punto en que los científicos decidieron iniciar las medidas de contención del virus. Me parece que, con los datos publicados, la decisión se tomó a tiempo para evitar mayores problemas económicos.

El segundo momento, también conocido como la fase 3 de la contingencia, el del crecimiento exponencial (esperado entre abril y mayo), cuando el número de infecciones crece en forma alarmante, coincide con la caída de la economía. Las políticas públicas, representadas por las flechas que empujan hacia arriba, deben evitar el colapso económico, resistiendo hasta llegar al punto máximo de número de infecciones (momento tres). Al doblarse la curva, las políticas públicas deben diseñarse para incentivar las actividades económicas, buscando retomar el crecimiento económico; esto corresponde al momento cuatro.

El éxito de las políticas públicas se debe notar cuando la economía alcance los mismos niveles que cuando inició la crisis (momento cinco). Para México, sería retomar el nivel de crecimiento cero del PIB, pero para Quintana Roo, el reto es mucho más alto, alrededor del 5 por ciento, reto nada fácil de lograr.

La política pública no debería detenerse al llegar al punto en el que se ubicaba poco antes de la declaración de emergencia nacional; es decir, cero crecimiento del PIB, debería apostar a un crecimiento fuerte después de superar la pandemia. Esto trata de ilustrar el momento seis. Sin políticas que impulsen ese crecimiento, todos perdemos, adiós a la política de primero los pobres.

La clave de todo lo anterior radica en el diseño de políticas públicas. Es aquí donde hay diversas opiniones. Me parece que el anuncio presidencial del 5 de abril se va a complementar con el anuncio de la política energética y muy posiblemente con otras posteriores, así como ajustes sobre la marcha a las primeras.

La medida de mantener los programas sociales, de impulsar los macroproyectos para generar empleos, los apoyos a los grupos vulnerables (de acuerdo con el CONEVAL, hay más de 52 millones de pobres en México), o de reducir salarios a los que más ganan, entre otros, representan una apuesta que, de acuerdo con la CEPAL (Proceso 3 de abril 2020) y la nota de La Jornada del 6 de abril, señalando que el Financial Times aboga por una mayor participación del estado para enfrentar la crisis mundial por el coronavirus, hacen pensar que el anuncio presidencial del 5 de abril tiene buenas bases.

Por otra parte, para diseñar políticas públicas es importante recordar algunos de los trabajos de premios Nobel en materia de economía. En el 2000, James J. Heckman y Daniel L.

McFadden obtuvieron el Nobel en Economía por sus trabajos sobre microeconomía y estadística. Estos investigadores encontraron que el efecto de un prolongado desempleo puede tener serias consecuencias para obtener trabajo. Asimismo, demostraron una estrecha relación entre la economía familiar con los individuos y el desarrollo económico de un país u organización. Pero también la información que generan otros Nobel en Economía debe tomarse en cuenta. En 2005 los galardonados fueron Robert J. Aumann y Thomas C. Schelling; el primero demostró que la cooperación es más viable cuando la relación entre individuos o grupos es a largo plazo, el segundo demostró que la capacidad de una represalia incierta es más eficaz que una amenaza precisa.

Los Nobel de Economía de 2010, Pissarides, Mortensen y Diamond, al estudiar el desempleo en tiempos de crisis económicas, demostraron que para encontrar un equilibrio entre la oferta y demanda de empleos es importante que no se otorguen prestaciones generosas por desempleo y que en los momentos de salida de una crisis se cuiden las trabas burocráticas.

En 2015, el Nobel de Economía fue para Angus Deaton, autoproclamado Keynesiano, por sus trabajos para entender la pobreza y especialmente sobre políticas de austeridad; recomienda que las políticas deben estar sustentadas en las decisiones individuales de consumo. Estudios sobre la pobreza y cómo reducirla en forma significativa, fue motivo del Nobel para Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer, en 2019, quienes demostraron que los trabajos de campo son necesarios para toma de decisiones y la prioridad debe ser la atención adecuada en materia de educación y salud para combatir la pobreza.

¿Qué decisiones tomaremos gobierno y ciudadanos? Ahí están las evidencias científicas pero necesitamos tener un consenso nacional y estatal.

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Edición: Ana Ordaz


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