La Jornada Maya
Foto: Graciela Ortiz
Lunes 6 de abril, 2020
En Yucatán, el esfuerzo para contener la pandemia del COVID-19 se acerca a su momento crítico. En adelante las decisiones serán más difíciles y deberán tomarse con mayor agilidad. El tiempo se convertirá en un recurso escaso. No habrá mucho margen para el error y menos para la improvisación o la actuación fragmentada de sociedad y gobierno. Si cada quien va por su lado, no iremos a ningún lado.
En ese marco, resulta muy notoria la ausencia y el mutis de casi todos los actores políticos que siempre dicen tener tamaños para ejercer algún liderazgo. Los clásicos personajes que se empeñan en aparecer y ser vistos, han desaparecido. Ellos no salen más en fotos, declaraciones o entrevistas a modo. Cuando hay un problema real, la política se empeña en la invisibilidad, porque los políticos de siempre, sólo piensan en ellos mismos.
Así, es de notar que Mauricio Vila ha tomado espacios por mérito propio y también porque otros simplemente han abandonado la cancha. Él ha decidido estar, cuando otros han buscado la cómoda salida.
El combate y control del coronavirus será uno de los sellos que marcarán la administración de Mauricio Vila. Esa será una de las varas con la que lo mediremos y es una oportunidad de rendición de cuentas que, como ciudadanos, nos merecemos.
Mientras otros han decidido no estar, Vila Dosal está jugándosela en la línea de contacto público y las decisiones importantes son comunicadas directamente por él. El gobernador está corriendo importantes riesgos políticos y de imagen. Es una apuesta casi loable, pues -hasta el momento- parece ser la postura de un político que quiere crecer y trascender cumpliendo con su deber.
Lo anterior es una oportunidad de oro para la coordinación integral del esfuerzo estatal y hasta regional, algo que no ha sido del todo perfecto. Si es claro que la batuta social contra la pandemia la lleva cada vez más el gobernador, ahí está la coyuntura para que todos ensamblemos y complementemos nuestros esfuerzos. Obvio, pidiendo que las directrices de la emergencia sean bien pensadas, mejor comunicadas, comprendidas y respetuosas de los derechos humanos.
El reto logístico y humano de tener una respuesta armónica y de alcance verdaderamente estatal, es enorme y un mando único es una opción que debe aprovecharse. Urgen -solo como ejemplo ilustrativo de lo que en este momento le importa más a la gente- procedimientos y criterios claros en todos los retenes y filtros que se han montado en el estado y sus municipios, criterios aún mejores que pueden salir de la oficina del ejecutivo. Que todos conozcamos las reglas, conductas que se esperan y acciones que deberemos comprender y apoyar en la emergencia sanitaria, es una tarea que sólo el titular del ejecutivo estatal puede emprender.
Si ya decidimos tomarnos las cosas en serio, lo siguiente es definir con toda precisión qué le toca hacer a cada quien, y vigilar que esos esfuerzos se complementen. Ahí el papel del gobernador es esencial, como coordinador general del empeño colectivo. Lo último que queremos son respuestas sanitarias, de seguridad y fomento económico disparatadas, que se estorben o contrapongan. Al gobernador le toca construir la respuesta global.
Si el gobernador ya dijo “yo”, tomémosle la palabra y entreguémosle la coordinación de las cosas. Si el gobernador ha apostado por ser el eje de trabajo colectivo, permitamos que lo haga, apoyémoslo con lo que requiere y, obvio, exijámosles resultados a la altura.
Mauricio Vila no le ha sacado la vuelta al problema, no dejemos que los otros actores y autoridades le den la vuelta a él, o le compliquen el camino. Démosle la oportunidad, el capital político, social y hasta económico para ponerse al frente, así -en la mejor tradición democrática- sabremos dónde pedir cuentas, criticar con transparencia, exigir que se atiendan deficiencias y, cuando llegue el final de la crisis, examinar y premiar los resultados.
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Edición: Elsa Torres
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