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Francisco J. Rosado May
Foto: Ap
La Jornada Maya

Jueves 2 de abril, 2020

Escribir en tiempo del confinamiento por la pandemia del COVID-19 no es fácil. Las personas están saturadas de mensajes, de noticias, de rumores, de chismes, de chistes buenos y malos, todos alrededor del mismo tema: el virus. Uno tampoco se escapa, aunque quiera, de la influencia de dichos mecanismos de flujo de información. Hay que hacer un gran esfuerzo para filtrar y encontrar información útil.

En la semana que pasó los medios de información considerados como serios a nivel internacional presentan algunas tendencias de temas, relacionados con la pandemia, que seguramente marcará discusiones en diferentes círculos y que tendrán influencia en el futuro cercano. Comparto algunos, con opinión personal.

[b]Elecciones en puerta[/b]

Especialmente en los Estados Unidos, y poco a poco se refleja más y más en México, se discute el efecto que el manejo de la situación tendrá en las elecciones que vienen. En EU habrá elecciones presidenciales, la totalidad de la Cámara de Representantes y 34 Senadores, el 3 de noviembre, 2020; difícilmente serán pospuestas. Antes de la pandemia, antes del súper martes y con la economía en buen estado, la tendencia de opinión era favorable a la reelección de Trump. Hoy no lo es tanto.

En México habrá elecciones en julio del 2021 para renovar 13 gubernaturas y toda la Cámara de Diputados. Desde antes de la atención fuerte que estamos prestando al COVID-19 ya había movimientos de personas interesadas en esos cargos, tratando de posicionarse. Es interesante notar que los movimientos de posicionamiento han sido más a través del manejo de información que del activismo político acostumbrado, volviendo al dicho de que el que se mueve no sale en la foto. Sin embargo, no hay duda de que la forma en que se está ejerciendo el liderazgo, por parte de las personas del ambiente político interesadas en los cargos de elección popular, tendrá un efecto en la decisión de los electores. Y no la tienen fácil, el virus no permite movilidad, pero está dando tiempo para planificar estrategias. Queda la duda de cuál estrategia seguir cuando el liderazgo para enfrentar la contingencia estuvo ausente. Por ejemplo, ¿ha oído usted que está haciendo o gestionando el diputado o senador de su distrito? Esta pregunta está presente en las comunidades rurales y grupos sociales que más necesitan de apoyos, frágiles porque no tienen un ingreso seguro.

[b]Mundo globalizado[/b]

Otro tema interesante en los medios internacionales se enfoca a entender ya no sólo las bases científicas que explican la pandemia, su origen, patología, epidemiología, curación, impacto en la economía, sino que han añadido otra pregunta relevante ¿Qué debemos hacer a nivel global para prevenir otras epidemias futuras? Seguramente habrán más.

Vivimos en un mundo globalizado, no sólo económicamente, sino que también desde el punto de vista de salud pública (incluyendo la comunitaria). Con un sistema económico-financiero mundial que de acuerdo a Bill Gates entrevistado por internautas: “nos hemos preparado para posible guerras e incendios y ahora debemos prepararnos para epidemias con la misma importancia”. Está señalando que debemos ser capaces de crear un sistema internacional de prevención de enfermedades, especialmente las virales. Para ello se requiere de tres elementos indispensables: inversión, coordinación y formación de recursos humanos de calidad.

Con los costos económicos que implica la contingencia por el COVID-19, ojalá que quede más claro a gobierno e iniciativa privada que invertir en prevenir enfermedades es más rentable que enfrentar la crisis sanitaria, económica y social en las condiciones que tenemos actualmente. La inversión no sólo debe ser en el frente de salud, también en la planeación para prepararnos a contingencias. La coordinación debe ser eficaz, en diferentes niveles, internacional, nacional, estatal, municipal y local. ¿Lo tenemos?, no estoy seguro. ¿Podemos crearlo?, por supuesto que sí, será indispensable.

Para el manejo de la economía, de la salud pública y planeación, se requiere de personal muy bien entrenado no solo en su campo de conocimiento, sino que algunos de ellos también en el ámbito de la gestión pública y gobernanza, capaces de trabajar en equipo, con iniciativa, proactivos, innovadores. Todo el sistema educativo debería enfocarse en la formación de futuros profesionistas con un perfil de alta calidad, sin demagogias o simulaciones. Con personal mal entrenado, mal formado, sin habilidades confiables, o con universidades de papel, todos perdemos.

La contingencia por el COVID-19 obligó a las escuelas, de todos los niveles a suspender clases. La opción fue, para no perder el semestre, cursos en línea. No es mala idea si se cumplen varios supuestos: que los profesores y estudiantes estén entrenados para ese tipo de cursos, que la normatividad lo permita, que exista la plataforma adecuada para las clases o conferencias en línea. Además, parece obvio, tanto la fuente o coordinación del curso, taller, plática, conferencia, seminario, etc., en línea, como los participantes, sean estudiantes o sencillamente personas interesadas, deben tener acceso a internet confiable. Lamentablemente no es el caso para los cientos de estudiantes originarios de comunidades mayas; ni modo de obligarlos a que vayan a un ciber a recibir clases, se estaría contradiciendo el propósito de la distancia social.

Unos días antes de la suspensión de clases, en un grupo de 40 y en otro grupo de 6 estudiantes universitarios, el profesor inició la clase preguntando si habían tenido acceso a información sobre el COVID-19. La respuesta fue casi unánime: sí. La siguiente pregunta fue si sabían cuáles son las medidas de precaución, y dijeron el lavado de manos con frecuencia y la distancia entre personas. La tercera pregunta fue “si ustedes saben todo eso, ¿por qué están todos juntos, sin guardar la distancia recomendada?” Después de un momento de perplejidad, algunos contestaron: por costumbre. No es mala respuesta, pero cuando se les preguntó por qué se sientan en grupos, no tuvieron respuesta lógica. Estos estudiantes son originarios de comunidades mayas, donde culturalmente existe una conducta fuerte de gregarismo, es decir, con una tendencia natural a formar grupos, a formar comunidad. Una vez que los estudiantes tuvieron más visibles las bases culturales de su conducta y la contradicción con las medidas sanitarias, también tuvieron mejores bases para tomar decisiones y se separaron.

Para la salud comunitaria no basta la simple traducción/interpretación, en forma escrita o verbal, de las medidas sanitarias. También hay que entender las bases culturales que explican el funcionamiento de una sociedad y sobre esa base diseñar acciones que tengan una mayor eficacia para alcanzar el objetivo marcado: frenar infecciones. Sin ello, es decir, sin la formación adecuada de los tomadores de decisiones, no tenemos un futuro prometedor. Urge una educación intercultural de calidad, en todos los niveles.

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