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Francisco J. Rosado May
Foto: Juan Manuel Valdivia
La Jornada Maya

Jueves 12 de marzo, 2020

El pasado lunes 2 de marzo, al inicio de su clase en la universidad, un profesor aseguró a sus estudiantes que respetaría la decisión de las mujeres de no asistir a clases el 9. Casi todos los rostros femeninos en la clase mostraron un gesto de aprobación, pero algunos varones preguntaron qué se celebra el 9 de marzo.

Varios estudiantes se mostraron sorprendidos que algunos de sus compañeros no supieran, una semana antes, de la convocatoria “el nueve nadie se mueve”. En la siguiente clase, todos los estudiantes no sólo sabían sobre la convocatoria, sino que ya se estaban organizando para hacer visible las razones que para ellos eran importantes en referencia al día anterior, 8 de marzo, que en 1975, las Naciones Unidas institucionalizaron para hacer un homenaje a las mujeres que han luchado por sus derechos y un recordatorio para seguir trabajando en la construcción de una sociedad que respete a los derechos humanos, hombres y mujeres por igual.

Hoy, días después de la fecha que se conocerá como “un día sin mujeres”, se confirma que el movimiento que comenzó en el contexto del Día Internacional de la Mujer rebasó todas las expectativas de participación. A nivel de piso, de comunidad, sin distingo de partido, religión, color, origen, condición social o algún otro elemento de separación de clases, las mujeres en Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos (y seguramente también en otras poblaciones) mostraron una enorme capacidad de organización, de unión y de formas de acercamiento. Todas comparten los mismos problemas, los mismos retos, las mismas luchas, las mismas experiencias, los mismos sueños, la misma visión de futuro para su familia y comunidad.

La iniciativa del día sin mujeres es el resultado de un proceso que se ha ido construyendo con el paso del tiempo. No se puede explicar de otra manera la gran respuesta. No fue una reacción espontánea ni planificada, pero a la vez sí; esto lo hace interesante y único. El agua se derrama de un vaso no por la gota que lo provocó sino por el agua que ya se había acumulado.

El cinco de marzo pasado, el [i]New York Times[/i] publicó una nota con motivo del Día Internacional de la Mujer. Los datos son avasalladores. Los autores lograron cuantificar el monto del trabajo que las mujeres hacen en el mundo sin pago alguno, “por ser su papel de mujer”. La cantidad es exorbitante: ¡10 billones, 900 mil millones de dólares! ¡Y eso que tomaron como base el salario mínimo!

Multipliquemos por 20 el valor antes mencionado para convertirlo a pesos mexicanos, ¿cuántas veces más tendríamos el presupuesto 2020 para todo México, que es de poco más de 6 billones de pesos? Los mismos autores ubican a las mujeres mexicanas como las que más horas de trabajo sin paga hacen, ¡en todo el mundo!

Si a lo anterior sumamos la percepción de inseguridad, de maltrato, de desigualdad, que las mujeres experimentan en todos los estados de México, podemos entonces explicar los resultados que Mitofsky presentó en una reciente encuesta: el 96.1 por ciento de los mexicanos sabe que el “nueve nadie se mueve”. El 48.5 por ciento de los encuestados manifestó su acuerdo y el 41.6 por ciento su desacuerdo. Se detectó una polarización de posicionamientos que no afectó al movimiento.

La enorme cantidad de atención que ha recibido la convocatoria para el 9 de marzo, hay que reconocer, se debe a que el tema se politizó; la cantidad de mensajes en redes sociales, noticiarios, entrevistas, eventos previos, activismo, dimes y diretes, etcétera, me parece que contribuye a conocer diferentes posiciones, argumentos, para que cada uno, hombres y mujeres, pueda forjarse una opinión. Si tan sólo tuviéramos la madurez y la educación necesarias para entender esta discusión como un proceso social que necesita nuestro país para encontrar puntos de equilibrio. Ahí hay un enorme reto de gobernanza proactiva que debe retomar nuestra sociedad y gobierno en los tres niveles.

La discusión ha hecho visibles argumentos que no han sido lo suficientemente discutidos, mucho menos entendidos, pero mucho menos aún transformados en políticas públicas eficaces. Como han dicho en diferentes foros y momentos mujeres proactivas, ¿qué se puede esperar cuando en un escenario obvio de violencia familiar, normalmente del hombre contra una mujer, la policía pide que se levante una demanda? ¿Por qué no se persigue de oficio el delito y se evita un viacrucis, o una tragedia mayor? ¿Por qué las autoridades, desde los policías, los fiscales, no tienen el personal suficiente y el equipamiento necesarios para atender la enorme problemática?

Tienen razón las mujeres cuando exigen de-construir un sistema que alienta la impunidad, la opacidad y la rendición de cuentas. Innegablemente, la corrupción es la mejor amiga del sistema que existió antes del 9 de marzo, el mismo 9 de marzo y que después del 9 de marzo, y debe erradicarse. No se debe premiar con la impunidad a quienes se aprovechan o fortalecen un sistema que no permite mayor igualdad y respeto a los derechos humanos, para hombres y mujeres.

¿Qué factores explican la inusitada violencia en nuestro país, especialmente del incremento en contra de las mujeres? Es obvio que se ha perdido el tejido social pero no solo a nivel de comunidad sino también a nivel de familia, y no es sólo la corrupción. Permítanme presentar una hipótesis.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que los bebés deben recibir pecho idealmente por seis meses. Ello, está demostrado, aumenta la unión familiar y el desarrollo cerebral de los bebés. De acuerdo con estudios, en México sólo 11 por ciento de madres ofrece lactancia a sus bebés por al menos seis meses; 33.4 por ciento de las madres argumentó que no produjeron leche para sus bebés.

Basado en lo anterior, ¿por qué la ley indica sólo tres meses de maternidad? Si bien la ley dice que el mínimo es tres meses, ¿por qué no se cambia y se aumenta por ley el periodo de lactancia o se dan las facilidades para ello? ¿Por qué la Suprema Corte de la Nación tuvo que intervenir recientemente para corregir la plana al IMSS y determinar que el periodo de licencia por maternidad no puede ser inferior a doce semanas? ¿Por qué las futuras mamás tienen que solicitar su licencia en momentos muy cercanos al parto para poder amamantar a sus hijos el mayor tiempo posible? Algo hay que cambiar: hay que reconectar a la salud comunitaria con la salud social.

Por supuesto que hay enojo, por supuesto que hay canciones como El violador eres tú, o Mi muñeca me habló o movimientos como Un día sin mujeres, pero también debe haber capacidad en todos los niveles para encontrar la punta de la hebra que permita recomponer el tejido social. La familia y la lactancia pueden deben ser un punto de partida.

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