Sasil Sánchez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Domingo 8 de marzo, 2020
Desde siempre, las mujeres mayas y también las no mayas, hemos desarrollado importantes labores organizativas y colectivas; los ámbitos se han ido ampliando, al no ser asumidas (al menos algunas) como elementos imprescindibles únicamente en el ámbito cotidiano, sino que se han ido tomando espacios en áreas académicas, artísticas, científicas y empresariales en los que evidentemente no todas hemos tenido posibilidad de estar.
Los procesos en las comunidades del interior del estado suceden de manera diferente comparados con los de las mujeres en la vida urbana; muchas mujeres siguen viviendo bajo el manto del patriarcado, aunado a lo que sigue marcado por el colonialismo. Muchas de ellas, nosotras, hemos tenido una relación compleja y de cierta manera distante con el feminismo. Si bien, en las comunidades, cuando menos la mía, aún existe el trabajo comunitario, las faginas, la organización de gremios, la elaboración de comida, y en otras trabajos como la partería, la medicina tradicional, entre muchas otras actividades importantes, aún permea el ambiente de desconocimiento y reconocimiento hacia sus funciones en la sociedad.
La distancia entre el feminismo y las comunidades es, tal vez, una cuestión sobre el dónde y cómo se visualiza la definición del mismo y esto no significa una separación total, sino, tal vez una vertiente del mismo. Imaginando el escenario del paro del 9M en mi comunidad, habrán mujeres que no tengan idea del suceso y caso de tenerla, habría desconocimiento de los motivos o del trasfondo del mismo. ¿Cómo pararían las mujeres de mi comunidad si muchas veces ellas son parte imprescindible de su propio sustento, si no es que de ellas proviene el sustento total?
La vida comunitaria muchas veces sucede en: hombre-milpa y mujer-trabajo remunerado: urdir hamaca, elaboración y venta de comida, leñadoras, venta de frutas y verduras, tejedoras, etcétera, etcétera. Ausentarse un día sería dejar de tener su propio sustento.
Por otro lado, ¿cómo nos relacionamos nosotras las mujeres mayas con el lenguaje inclusivo? En nuestro idioma usamos leti’ para referirnos a él o ella, indistintamente, lo cual da el sentido de colectividad y paridad, lejos de un sentido de invisibilización (segregación, tal vez) como se han planteado con la idea del todxs, todes, o todas y todos.
Por tanto, las ideas del feminismo no son una cuestión aparte, pero sí son diversas e implican un diálogo y visión apegadas a la realidad comunitaria.
¿Desde que punto podemos comenzar a hablar de situaciones de violencia y maltrato si aún hablamos de marginación y discriminación a la comunidad? ¿Cómo podemos informar a la comunidad de los movimientos sociales, a favor de derechos humanos y de mujeres, si aún no existe información bajo nuestro contexto e idioma? ¿Cuáles son las políticas del feminismo hacia la mujer no urbana? ¿Acaso se habla de un feminismo que no aplica para todas las mujeres?
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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