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Martha Adriana Morales Ortiz, [i]Colibri[/i] y César Daniel González Madruga, [i]El Siervo[/i]
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 31 de enero, 2020

Si el “apocalipsis” nos alcanza debido a que no supimos entender y actuar de acuerdo a lo que teníamos que hacer justo en el tiempo indicado, entonces sólo los multimillonarios que tienen sus inversiones ya fuera de esta Tierra podrán sobrevivir, así como los seres divergentes que siempre han creído y creado modelos de vida paralelos, inspirado en los más altos estadios de la consciencia y lógica humana, así como se han alineado al verdadero llamado del corazón que es el amar.

Esos modelos de vida han emergido en forma de ecoaldeas, las cuales fueron definidas por el filósofo y astrónomo estadunidense Robert Gilman, en 1991, como “un asentamiento humano que incluye todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que puedan persistir indefinidamente”.

Una “ecoaldea” es una comunidad intencional cuyo objetivo es ser sostenible social, ecológica y económicamente. Su desarrollo está basado en el respeto por la naturaleza, por ende, se usan energías renovables y limpias, así como también se busca la sustentabilidad alimenticia y económica. También son fundamentales los diversos sistemas de saneamiento y reciclaje de aguas grises, por lo general también se implementan baños secos, espacios comunitarios como huertos, proyectos de permacultura, sistemas de control de erosión y recuperación de suelos y el uso de materiales ecológicos para la construcción de viviendas. Así mismo, una ecoaldea tiene como vocación el cuidado de las personas de manera integral para crear comunidades cada vez más justas, éticas, democráticas e igualitarias. En pocas palabras, una ecoaldea es un ejemplo de cómo vivir el progreso sin comprometer el futuro del planeta.

El reconocimiento internacional de las ecoaldeas sucedió en 1995 en Escocia, en un encuentro mundial de ecoaldeas, creando la Red Global de Ecoaldeas (GEN, por sus siglas en inglés) uno de los más valiosos legados para los buscadores de mejores formas de vida.

En México se fundó una de las primeras ecoaldeas del Mundo, la Ecoaldea Huehuécoyotl (Coyorte viejo), que se encuentra en los confines de la Sierra del Tepozteco, en Santo Domingo Ocotitlán. Se fundó hace ya 28 años por un grupo de artistas y activistas sociales. Uno de sus más eminentes fundadores fue Alberto Ruz Buenfil, que además de ser hijo del arqueólogo Alberto Ruz -quien descubrió la tumba de Pakal-, ha sido uno de los ecologistas más importantes en la historia de México, América y el Mundo, y que desde hace años se ha dedicado en difundir y promover los Derechos de la Madre Tierra.

Hasta el 2017 se tenían censadas 10 mil comunidades ecológicas en 114 países, 35 redes estatales y 135 embajadores de la GEN.

Hoy las ecoaldeas pueden darnos muchas respuestas para revertir el caos ambiental, pero también pueden ser paraísos terrenales para dar una solución a muchos de los problemas sociales, puesto que una vez que el ser humano logre conectarse de nuevo con su propia tierra y con el equilibrio y la armonía que ella crea, podrá restablecer su propio orden y “brincar el Apocalipsis”.

Twitter: [b]@Witzilin_vuela[/b] y [b]@CesarG_Madruga[/b]


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