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El Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California, guarda un “secreto” muy difícil de ocultar, en él se encuentra el láser más grande del mundo y uno de los más potentes en el planeta, es capaz de generar una presión 14 veces mayor a la que existe en el núcleo de la tierra y para echarlo a andar se necesita un área mayor a la de un estadio de fútbol.

Luis Enrique nació en Mérida el 30 de diciembre de 1951. Ha trabajado para instituciones como la NASA, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, los Laboratorios Lincoln del MIT (Massachusetts Institute of Tecchnology), y DESY (Deutsche Elektronen Synchrotron), uno de los centros de investigación más importantes en Alemania. En 1997 recibió el premio a la Excelencia en la Transferencia de Tecnología y en 2014 el laboratorio Lawrence Livermore le entregó el reconocimiento a la Excelencia en Comercialización de Tecnología.  Tiene en su haber las patentes de 12 rayos láser. 

Actualmente continúa trabajando en proyectos para beneficio de la humanidad. 

BGT. – Luis Enrique, estudiaste en el Colegio Montejo y ayudabas a tu papá en la Hacienda Hunxectamán, ¿qué recuerdos tienes de esos años en Mérida? 

LEZC.- Bueno, la cuestión de las haciendas viene de atrás en la familia Zapata; estuvo Manuel Zapata Bolio, Manuel Zapata Martínez, Manuel Zapata Casares, que era mi abuelo y Manuel Zapata Espinosa, que era mi papá. Se dice que Manuel Zapata Bolio, mi tátara abuelo, fue uno de los hombres más ricos en el estado, tuvo once haciendas en Yucatán y también en Cuba. A mi abuelo le tocó la Hacienda Hunxectamán que tenía hiladora y raspadora, mi papá era el administrador con mi tío Fernando, y yo iba los sábados a ayudarlos; luego vino Cordemex a comprar haciendas, pero mi abuelo no quiso vender y se fue todo para abajo porque ya sólo podíamos crecer el henequén y vendérselo al gobierno, pagaban lo que querían, los sintéticos habían entrado al mercado y la industria henequenera se iba a venir abajo de cualquier manera, pero el gobierno no ayudó.

Yo estudié el kínder en el Colegio Mérida y luego en el Montejo hasta la preparatoria, seguí en contacto con muchos de mis compañeros que hasta hoy son mis amigos como, Godofredo Medina que murió hace poco, Ulises González, Carlos Gutiérrez, Juan Macari, José Enrique Gasque, los Álvarez y muchos más. 

 

Cuéntame, ¿en qué momento supiste que querías ser físico?

Se puede decir que mi papá era industrialista y le gustaba mucho la química, de hecho él era muy bueno para el radio, construyó la segunda estación de radio en Mérida (la primera difusora en Yucatán fue la XEZ), en aquel entonces las construían ellos mismos, mi mamá era pianista y mi tío uno de los locutores. Mi papá siempre fue allegado a la química, todo lo hacía en la casa y yo era curioso, hacíamos pólvora, cañones, etc. Cuando vino el shock del henequén, mi papá me empujó al estudio, a mi me gustaban las matemáticas y el futbol. En esa época gané un concurso de matemáticas en la UADY y ganamos la beca de Rotarios. Fui a Washington University, una universidad en San Luis (Missouri), le llaman el “Harvard del Medio Oeste”. Estuve un año ahí becado, entré al equipo de fútbol y como era muy bueno, el Coach (entrenador) me dijo que tenía que quedarme y así conseguí las becas para los próximos años.


Terminaste los estudios en San Luis, de ahí brincaste a la Universidad de Florida y después nada menos que a la NASA.

Si, fui a la Universidad de Florida y desde el primer año me conecté con los profesores, estudié el doctorado en Física Aplicada. Uno de los profesores para los que tuve la suerte de trabajar, el Profesor Richard Schneider, tenía un contrato de la NASA para desarrollar unos láseres para el espacio. Yo quería ir a la NASA, cuando ya estaba por graduarme fue él quien me conectó con las personas indicadas y me fui para allá, a Langley Virginia que es la NASA original, donde estuvieron los primeros astronautas, un gran lugar. Trabajando ahí terminé mi tesis que se tituló Lifetimes of Excited States in Nuclear Pumped XeF Rare Gas Halide Laser Mixtures. En aquel entonces la NASA pretendía transmitir energía a base de láseres a grandes distancias, digamos de aquí a Marte, para eso se necesitan láseres y la energía de ellos viene del sol, por eso eran “solar pumped lasers” (láseres de bombeo solar).


Cuéntame, ¿cómo te sentiste en tu primer día de trabajo? ¿Alguna vez te imaginaste trabajando para la NASA? 

Pues un gran placer y un gran orgullo, mi papá estaba contentísimo igual que mi mamá. Recuerdo que mi papá estaba suscrito a la revista Scientific American (publicada desde 1845 hasta hoy) que esperaba ansioso cada mes. Después de trabajar cinco años en la NASA, ya casado con mi señora, se publicó un artículo que nos incluía. Recuerdo que los amigos de mi papá me decían: ¡Ya no lo soportamos! Porque él les presumía la revista a todos. Cada vez que llegaba al aeropuerto de Mérida mi mamá le llamaba al diario para avisar y les pedía que publicaran que había llegado el afamado científico (ríe), para mi era penoso.

 

Luis Enrique, has colaborado en empresas e instituciones de nivel mundial ¿cuál ha dejado huella en ti y en qué forma?

Es una buena pregunta, porque como dices, todos estos lugares son muy importantes, sin embargo a la NASA le llegué un poco tarde, después del programa Apolo, los presupuestos venían en bajada aunque fue grande trabajar ahí. Al llegar a Lawrence Livermoore fue diferente, mientras en la NASA no había tanta bonanza en Lawrence Livermoore fue lo opuesto, pues estaba en gran auge, los presupuestos eran enormes fue la época del proyecto Star Wars (iniciado en 1983) del presidente Ronald Reagan. Yo fui empleado en medio de ese proyecto, eran cientos de científicos trabajando en láseres de alto poder que hasta hoy día han funcionado. Se perseguía la fusión nuclear a base de láseres y también lograr los láseres de alto poder en el espacio.

Si comparo el laboratorio Lawrence Livermoore con la religión católica, entonces Lawrence Livermoore es para los láseres como el Vaticano para los católicos. Si buscas National Ignition Facilty te vas a impresionar del tamaño del láser que se encuentra ahí, es el más grande del mundo, del tamaño de un edificio. Tu servidor formó parte en el desarrollo de éste. 


En 2009 ingresaste a Lincoln Laboratory y conociste al doctor Franz Kärtner ¿cómo surgió la idea de producir rayos láser para los microscopios ultramodernos? 

Vamos a dividir MIT en dos lugares, yo empecé en Lincoln Labs; que es administrado por MIT, se encuentra en Lexington, a las afueras de Boston, me gustó vivir ahí porque fue donde empezó la revolución americana. Yo trabajaba con el título de “secret clearance” (autorización secreta), para trabajar ahí el FBI te investiga y te da acceso a lo secreto. Desarrollamos unos láseres a base de nitrógeno líquido. El profesor Kärtner estaba en el Campus de la Universidad de MIT y estaba interesado en esos láseres para sus investigaciones, nosotros le proporcionábamos los láseres, se interesó en mi trabajo y me ofreció empleo en el campus de la universidad, estuve ahí cinco años en una atmósfera más abierta donde no todo era tan secreto. Al profesor Kärtner, que es muy famoso, le ofrecieron la dirección de DESY, una compañía que desarrolla láseres ultra rápidos en Alemania, me ofreció trabajo, hicimos un trato. Al principio iban a ser 2 o 3 años, pero fueron 5 años en Hamburgo para construir aquel láser.


Luis Enrique, para un hombre dedicado a la ciencia ¿qué es lo más importante en la vida? 

Esta es una pregunta que me lleva por muchas partes. El trabajo que estamos haciendo ahora puede ayudar a la humanidad en general, este tipo de rayos láser que estamos desarrollando es una manera muy avanzada de producir rayos X que pueden investigar cosas pequeñísimas. Hoy día hacemos los rayos X para ver dentro del cuerpo, con este láser más avanzado podríamos ver las placas en el corazón y matar el cáncer directamente, es una radioterapia mucho más avanzada, en lugar de irradiar cosas del tamaño de una pelota de golf podríamos irradiar una célula y esto es a corto plazo. Esperamos que en cinco años podamos poner esto a disposición de los hospitales. 

 

¿Cómo vislumbras el año 2050 en lo relativo a descubrimientos y avances científicos?

Espero que la era de la computación siga avanzando, pienso que la inteligencia artificial continuará haciéndolo, podríamos llegar a estar conversando con banqueros que son computadoras; la transportación podría ser en carros que puedan volar; continuará la conquista del espacio debido a que hay intereses de todos los países, China, Rusia y también de los europeos y americanos. Para el 2050, un año después de que yo muera, tendrán ya la solución para la longevidad (ríe).


Luis Enrique,  por último me gustaría preguntarte ¿qué consejo le darías a la gente en este tiempo atípico que estamos viviendo?

Tener paciencia y seguir trabajando lo más posible. Habla y comunícate con tus gobernantes, diles lo que te parece bien y mal, manifiéstalo y ten esperanza. Ayuda a tus amigos, ayuda a tu familia, ¡ARRIBA Y ADELANTE!



Edición: Laura Espejo


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