Después de mil 500 ediciones, juntas de evaluación y diseños de portadas, La Jornada Maya mantiene a su merced a más de un puñado de periodistas y colaboradores que se la gastan en verla nacer cada día.
Algunos, permanecemos desde los primeros números, pero hay otros, los elementos más nuevos, que nos recuerdan lo importante que es renovarse y suministran de energía todas las áreas del periódico.
La Jornada Maya es celosa, necesita de atención todo el tiempo, por ello hay quienes dedican a ella sus horas laborales desde la madrugada y hay quienes no cuentan con hora de salida, sin embargo, a lo largo de más de mil ediciones, nos hemos dado cuenta que un periódico va más allá de un lugar físico donde trabajar, más allá del escritorio, de desmenuzar las noticias, más que papel por toneladas, más que los likes y en vivos, de la verdad, de la injusticia.
Es tener una sorpresa diaria, como menciona nuestro director fundador Fabrizio León, es discutir con argumentos cuál es la noticia que debe estar en la contraportada en maya, Kiintsil, que por cierto, es la sección más codiciada y peleada en las juntas.
Es resistir, permanecer, innovar. Es conservar un espacio en donde diversos opinadores puedan aportar a la conversación diaria, ya sea de religión, educación, sexualidad o de temas que en otra mesa causarían escozor.
Es el trabajo, esfuerzo y disponibilidad de los reporteros y fotógrafos a quienes debemos cada una de las planas cerradas.
Si dijera que nos dedicamos a contar historias, pecaría de inocente, pero tengo la certeza de que es lo que mejor que sabemos hacer.
En lo personal, agradezco a mi suerte de principiante que es la misma que me mantiene hasta el día de hoy en esta casa editorial, que no ha hecho otra cosa que no sea enseñarme el valor del trabajo y regalarme una balsa para esos momentos críticos que todos tenemos en nuestras vidas.
Por lo tanto, aquí estará La Jornada Maya, mientras los entrevistadores mantengan intacta su capacidad de asombro, mientras un opinador confíe en nuestro espacio para dar a conocer su punto de vista, mientras contemos con lectores peninsulares dispuestos a exigir más información y lo más importante, mientras mantenga a su merced a más de un puñado de periodistas y colaboradores que se la gastan en verla nacer cada día.
Edición: Ana Ordaz
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