Para consumar un matrimonio, la biblia y la iglesia dicen que deben procrearse hijos, y que para ello deben congraciarse madre y padre por igual, por algo uno de los 10 mandamientos dice: “honrarás a tu padre y a tu madre por sobre todas las cosas”.
El día del padre fue conmemorado hace apenas unos años, y me tocó celebrar a mis abuelos, incluso a mi bisabuelo y claro, a mi padre y a uno de mis hermanos.
Luego me tocó celebrarme, nació en el 2012 mi primer hijo, Esteban. Su madre escogió el nombre pero, a los pocos años de vida del niño, me separé de ella. Hoy, a medio año de consumarse un segundo matrimonio, ahora por la iglesia o por todas las de la ley -dirían coloquialmente-, y ya con mi hija en brazos, volveré a celebrar el día del padre por segundo año, pero sólo con ellas, mi esposa y mi hija.
El año pasado, para estas fechas era difícil salir, sólo salíamos los considerados en actividades esenciales, entre ellos nosotros, los representantes de los medios de comunicación. El 2020 queda marcado para todos como uno de los más difíciles, para mí, preocupante, pues nació mi hija en medio de la pandemia y hoy celebramos este día sin su abuelo materno, solos ante la amenaza de ser nuevamente presas de un caso positivo a Covid-19 en la familia.
Llevo más de un año con la consigna de seguir trabajando, tomando las medidas de prevención necesarias, antes de ingresar a casa luego de una jornada laboral, la desinfección total de mi cuerpo, la ropa afuera para que no ingrese a la casa algún residuo del virus, para protección de toda la familia, pero principalmente de la bebé.
Estas medidas fueron adoptadas incluso por la familia debido a que a un lado de la casa está el negocio familiar de mi esposa, su hermana y su madre, donde entra y sale gente que viene de la calle y que pese a guardar su distancia y tener dispositivos de desinfección, cuando vienen tienen que pasar por otro filtro de desinfección. La seguridad y la prevención es tarea de todos.
Ya siendo una vez víctima del virus, ser papá en estos tiempos no es difícil, sólo hay que elevar las medidas de prevención, todos los días hay que ser “dramáticos”, como me dicen mi esposa y suegra; y es que no es cosa del otro mundo, pero con la información que oficialmente maneja la mayoría de los medios de comunicación claro que hace eco en que algunas personas mantengan los estándares de sanidad altos… para mí lo importante es mi familia.
Sobre todo cuando la variación del virus ahora alcanza a los más pequeños de la casa, no sólo es la autoridad la que debe agilizar la aplicación de vacunas o la atención a los pacientes más graves, cabe recordar que la salud es un derecho universal, pero debemos ser partícipes de la prevención si queremos seguir celebrando este día junto a la familia. Lamentablemente hay quienes ya no podrán.
Las gracias que debemos dar es una cadena que va desde la descendencia de mi suegra porque hoy su hija es mi esposa y ella me dio una hija, aunque renuentemente deseaba un niño, pero que hoy me deja entender el significado de lo que es ser un padre por el futuro que viene.
Edición: Laura Espejo
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