Aída López
Hay preocupación mundial por la afectación que la pandemia dejará en las generaciones estudiantiles de todos los niveles. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Ieslac), son algunas de las organizaciones que estudian los efectos en el inmediato y mediano plazo. A la larga prevén una generación perdida, debido a la reversión de décadas de progreso. En el último informe de la ONU se considera que hay una catástrofe generacional, es incalculable el desperdicio del capital humano que pudiera resultar.
Si la educación ya estaba marcada por la exclusión sea por factores económicos, étnicos, sociales o culturales, ahora se suma la desigualdad tecnológica. Aún en los países en donde el gobierno apoyó a los estudiantes con tabletas, la falta de cobertura a internet hace imposible que se continúe con el plan educativo, haciéndose más evidente en los países latinoamericanos. Se calcula que a nivel mundial el cierre de las escuelas ha afectado a mil 600 millones de estudiantes en todos los niveles. La ONU reporta cuarenta millones de infantes sin educación preescolar, privados de los cimientos necesarios para su desarrollo social e intelectual.
Según datos de la Unesco durante la reunión ministerial en marzo pasado, 100 millones de niños no alcanzan el nivel mínimo de lectura consecuencia del Covid-19. En atención a la problemática conformaron la Coalición Mundial para la Educación cuyos temas centrales son: género, conectividad y profesorado. Al respecto, instan a los gobiernos a considerar las decisiones que tomarán, ya que sus políticas educativas estarían afectando las perspectivas de desarrollo de sus países durante decenios. Los efectos hasta este momento son irreparables, millones de estudiantes han abandonado sus estudios y quizá nunca regresen, se calcula que 24 millones no lo harán. Entre las múltiples causalidades está el económico, algunos perdieron sus trabajos con los que sostenían sus estudios, los que cuentan con internet continúan matriculados valiéndose de actividades variadas en la web como son sexo virtual, rapeo, asesorías online, copywriter, trafficker digital, entre otras maneras.
En México, el gobierno priorizó la vacunación para los trabajadores del sector educativo, una de las recomendaciones de las organizaciones mundiales para agilizar la apertura de las escuelas para el próximo ciclo escolar. Aun y con eso, los padres de familia han manifestado reticencia para dejar que sus hijos retornen a las aulas hasta que la pandemia esté controlada, algo imposible de garantizar en su totalidad, ya que como se constata las vacunas no protegen de la infección y en algunos casos de la muerte.
La Unesco solicita a los gobiernos que se priorice la educación en las partidas presupuestales enfocándose en la alfabetización y la infraestructura digital (conectividad, contenidos digitales, capacitación a los docentes), así como crear ambientes inclusivos y resilientes, ya que la educación es la única que puede lograr la igualdad. Se deben implementar programas de actualización y recuperación escolar, pero también es importante velar por la nutrición de los escolares.
Invertir en la educación es una apuesta para el futuro. El rezago en México es de origen, nunca se ha alcanzado la tan anhelada educación universal. El gobierno está siguiendo las recomendaciones para amortiguar los golpes, pero no podrá evitar los raspones.
Edición: Estefanía Cardeña
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