de

del

'Sin señas particulares', un retrato de las desapariciones en Mexico

La dura experiencia de Magdalena en la búsqueda de su hijo Juan Jesús Varela
Foto: Fotograma de película

Sin señas particulares (2020), primer largometraje de ficción de la realizadora Fernanda Valadez, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), refiere la dura experiencia de Magdalena (Marcela Hernández), una mujer que en el laberinto de la burocracia judicial busca desesperada el paradero de su hijo Jesús (Juan Jesús Varela), cuyo paradero desconoce desde que partiera, tres meses antes, a Estados Unidos en busca de una oportunidad laboral. Como tantas otras madres en una situación similar, Magdalena recibe la explicación absurda que desestima su caso y que en resumen concluye que si un hijo se marcha sin permiso de la casa de sus padres, su caso no puede considerarse como el de una persona desaparecida, y por lo mismo no hay delito o crimen que perseguir. En otros delitos, como el abuso sexual o los feminicidios, la lógica es parecida: un crimen de odio se transforma mañosa y burocráticamente en un rutinario ajuste de cuentas pasional, y el caso se encamina, invariablemente, hacia un carpetazo.

Con un guion de la cineasta y de su colaboradora Astrid Rondero, quien antes dirigiera Los días más oscuros de nosotras (2017), y con un estupendo trabajo de fotografía de Claudia Becerril, Sin señas particulares aborda el tema de las personas desaparecidas en México (hasta la fecha más de 75 mil casos, en su inmensa mayoría no resueltos), de una manera original, despojada de sentimentalismo o de insistencias anecdóticas, libre también del característico efectismo de los diseños sonoros que ociosamente buscan enfatizar un drama, de sí desgarrador, y que casi siempre frustran las mejores intenciones de documentalistas y otros narradores fílmicos. La violencia a la que alude este road movie que va de Guanajuato a los estados fronterizos, y que pasa por las morgues y los no menos desolados escritorios donde se acumulan cientos de carpetas con fotografías de cadáveres no identificados, “sin señas particulares” que reportar, tiene vínculos con narrativas como la memorable Heli (2013), de Amat Escalante, aun cuando está despojada de toda brutalidad gráfica.

Fernanda Valadez narra este drama colectivo de manera muy sobria, centrándose en la vivencia de una Magdalena siempre convincente en su afán de encontrar a su hijo o de recuperar cualquier resto suyo, incluso el más ínfimo y doloroso. La indiferencia oficial, cuando no un desdén abierto hacia su denuedo infatigable, crean un cerco de silencio que vuelve más aguda la sensación de soledad de la protagonista. Tanto así que por momentos parecería incluso posible la intervención de una figura maligna en esta historia de horror creciente. La cineasta abandona paulatinamente el registro naturalista para incursionar de lleno, y con tintes algo fantásticos, en una “región salvaje” (de nuevo Escalante) en la que cada día se multiplican los casos de viajeros que jamás llegan a su destino, de migrantes atrapados en un camión que sugiere una antesala funeraria, o de mujeres, como Magdalena, renuentes a asumir con resignación el duelo inevitable.

En el terreno afectivo la búsqueda de la madre no será en absoluto infructuosa. En su camino plagado de contratiempos, frustraciones y visitas al servicio forense, se topa, de modo providencial, con Miguel (David Illescas), un joven indocumentado que regresa de Estados Unidos y que a su vez busca reunirse de nuevo con su madre en un pueblo amenazado por el crimen organizado. Es notable la manera en que la directora y su guionista van tejiendo una complicidad estrecha entre estos dos seres que, por vías distintas, procuran un mismo fin y soportan desalientos muy parecidos. La originalidad del filme y también su fuerza dramática radican en el rigor y la coherencia con que evitan las soluciones fáciles. Sin señas particulares no plantea, de modo convencional, la noción de un bálsamo o un consuelo mutuo al término de una travesía dolorosa, sino claves de interpretación más ambiguas y posiblemente más desoladoras que el espectador tendrá que descifrar. En medio de todas ellas prevalece la conmovedora solidaridad de dos personajes, pertenecientes a generaciones distintas, frente a una situación de violencia irrefrenable. La cinta obtuvo el premio al mejor largometraje de ficción en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2020.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 18:45 horas, y en salas de Cinépolis.

[email protected]

Edición: Emilio Gómez


Lo más reciente

Gimnastas yucatecas y nacionales logran bronce en torneo panamericano

Patricia Núñez Pavón y Verónica Borges Medina formaron parte de la medalla grupal

La Jornada Maya

Gimnastas yucatecas y nacionales logran bronce en torneo panamericano

Empresarios de Quintana Roo firman pronunciamiento conjunto para fomentar el voto

Cerca de 30 cámaras se pronunciaron en favor de promover la participación ciudadana el 2 de junio

Ana Ramírez

Empresarios de Quintana Roo firman pronunciamiento conjunto para fomentar el voto

Estudio de animaciones japonés recurre al talento de artistas autistas

Innovadora iniciativa brinda formación laboral a personas neurodivergentes

Afp

Estudio de animaciones japonés recurre al talento de artistas autistas

Leones va por su quinta serie consecutiva en Querétaro

Será la primera ronda de juegos realizada en la ciudad homónima

La Jornada Maya

Leones va por su quinta serie consecutiva en Querétaro