El Covid-19 llegó para quedarse, quien piense que en algún momento todo volverá a ser como antes, simplemente se equivoca. Quizás por ello desde inicios de la pandemia se comenzó a hablar de una “nueva normalidad”. Desde el ORGA hemos podido observar que a pesar de ser una idea aceptada falta mucho por hacer respecto a planificar y organizar esa “nueva normalidad”. Lo anterior se evidencia ante el inminente inicio de clases y el debate sobre clases presenciales o bien otro periodo a distancia y virtual.
Por lo pronto AMLO lanzó el anzuelo que todos pescaron. La postura del presidente de “Llueva, truene o relampaguee” habrá reinicio presencial es coherente e incluso necesaria para un país como México. Lo que no es lógico es que el presidente se exprese sin trazar una ruta a seguir.
La llegada del Covid-19 vino a desnudar a todas nuestras instituciones, a pesar de todo, la educativa es de las que mejor ha podido adaptarse; previo a la pandemia, México ocupaba el último lugar en educación de los países miembros de la OCDE (2018) lo que profundiza la elevada desigualdad de ingresos y por ende de reparto de la riqueza. En un país donde debido a la pandemia más de 70 por ciento de niños de primaria y secundaria acceden a clases desde un teléfono portátil (INEGI, 2021), la urgencia de regreso a clases de manera presencial es más que evidente. El problema es ¿Cómo?
En un sistema social donde la economía de libre mercado “vence y convence”, podemos ver que tiendas, supermercados, plazas comerciales, ferias, cines, etc. se han dado a la tarea de reorganizar sus actividades para continuar sobreviviendo. Las medidas adoptadas no son sino recomendaciones básicas: ingreso con control de temperatura, disminución de aforo, respeto de la sana distancia, uso de cubrebocas, entre otros, pero realmente todo se muestra como accesorio y sin propuestas de fondo, aún con ello, los comercios lo han hecho.
El necesario, pero peligroso, el regreso a clases presenciales; requiere de ejercicios de ingeniería social como aquellos que aventura Jacques Attali (2020), donde el Estado retoma de manera decidida su rol guía, pero garantizando las libertades individuales. Esteban Moctezuma, como encargado de la SEP, había vislumbrado el momento, por ello iba un paso adelante del ejecutivo en cuanto a la organización de las clases y el eventual regreso; algunos aseguran que eso le costó su boleto a Washington.
El gobierno de México se encuentra realmente ante una oportunidad única para redefinirse como rector de la educación en el país. El dicho “como anillo al dedo” es real; AMLO, tiene una oportunidad de oro para posicionarse como el “transformador” de la educación en México. Pero su lugar en la historia no dependerá de dichos, ocurrencias o buenas intenciones, sino de trazar un verdadero plan integral y realista para un regreso a clases presencial bajo las condiciones que impone una “nueva normalidad”, de lograrlo pondría sobre rieles la recuperación de una educación justa y de calidad para las generaciones venideras. Síganos en:
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Edición: Laura Espejo
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