Julián Dzul Nah
Visibilizar las vivencias de numerosas familias dedicadas al cultivo de la tierra es uno de los muchos propósitos emprendidos por la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an. La celebración anual del Día del campesino y la campesina es uno de los tantos modos con que la institución pondera el papel irremplazable de la agroecología local.
Este año, el sencillo y profundo evento recibió a representantes de 17 localidades de distintos rumbos peninsulares, legados en nombre del campesinado de sus poblaciones de origen. La cita fue el pasado 4 de septiembre en Kancabdzonot, comunidad también de vocación campesina. El encuentro versó sobre el sistema alimentario del campo peninsular en las formas de la milpa y solar mayas, sus fortalezas, riesgos y contribuciones para su resiliencia desde múltiples palestras. Se expusieron reflexiones previamente tejidas en las localidades convocadas, y compartidas por los representantes, hilvanadas desde dos preguntas: ¿En qué se basa la alimentación del campesinado maya actual? ¿Cómo pueden las instituciones colaborar en su fortalecimiento?
Con la primera cuestión sobresalieron el cultivo y consumo de los frutos propios de la milpa y solar diversificados y crianza de animales de traspatio como puerco pelón y gallina “país”. Se habló de la popularización de comidas y bebidas ultraprocesadas, cuya popularidad resulta tan elevada como sus costos, en proporción inversa a sus ínfimos aportes nutricionales. Lo surgido a partir de la segunda interrogante evidenció la preocupación por el mantenimiento del sistema alimentario maya, así como el interés de sumar a instituciones de diferentes ámbitos para su robustecimiento, en un ejercicio horizontal de gobernanza. Se subrayó la necesidad del involucramiento conjunto de dependencias gubernamentales de tipo federal, estatal y municipal, así como de instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil, como una valiosa oportunidad. Se les invitó a sumarse con la implementación y fomento de crianzas y cultivos orgánicos de autoconsumo, y la preservación de alimentos para aprovechamiento posterior o en épocas de escasez, con métodos amigables y sin conservadores artificiales.
Vanessa Gamboa, experta en nutrición comunitaria, expuso el panorama nutricional del pueblo maya en las últimas tres décadas. Enfatizó el derecho inalienable a una alimentación sana, variada, suficiente, nutricional y culturalmente adecuada, derecho que no siempre es garantizado. Presentó que según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud colocó a Yucatán en los contrastantes primeros lugares en peso y talla bajos, y obesidad, padecimientos que, aunada la diabetes, son sufridos por el pueblo maya de hoy. Habló de la coca-colonización de la dieta local y del advenimiento de megagranjas de producción masiva de puerco y pollo como un problema que agudiza la delicada situación. Las cuales, al tiempo de incidir negativamente en el ambiente, denostan ideológicamente la agricultura maya local aparejándola con desnutrición y pobreza, frente a la crianza masiva hipertecnificada, expuesta falazmente por sus representantes como modelo exitoso para combatir carencias alimentarias. “Son las campesinas y campesinos quienes, con sus trabajos, dan soluciones a varios de esos problemas, […] los alimentos sanos que producen en sus milpas y solares se levantan como una alternativa real para mantener la nutrición, al tiempo que se respeta la biodiversidad”, señaló.
El encuentro finalizó con un trueque de plantas y semillas, bendecidas en una ceremonia que dio apertura el evento, a cargo de don Mario Euán, reconocido médico tradicional. No olvidemos que el campesinado maya actual es depositario de saberes de producción alimentaria que gozan de una vetusta y oportuna adecuación cultural, ejercidos durante siglo, con respeto al entorno y al ambiente, en este territorio que asimismo han heredado.
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Edición: Laura Espejo
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