de

del

¿El Estadio Sostenible contemplará la afición popular al beisbol?

¿Quiénes son los potenciales 23 mil espectadores que acudirán a los partidos?
Foto: Revista Tierra: El Magazine del Sureste

Independientemente de la polémica que siempre propician las obras públicas, cuando hablamos de la construcción del Estadio Sostenible de Yucatán existe una arista que quienes encabezan el proyecto, a mi juicio, deberían tomar en cuenta: ¿qué pasará con la afición al beisbol de carácter popular que distingue al estado?

Con este deporte/espectáculo está ocurriendo algo semejante a lo que ya pasó en la historia del cine: aquella que fue diversión para las clases proletarias y las nacientes medias, que empleaban sillas de tijera e ingresaban a las salas con alimentos preparados desde casa, ya no existe como tal. 

La antigua diversión del vulgo -las clases altas e ilustradas acudían al teatro -se transformó radicalmente: de los cines de barrio pasamos a los multicinemas tan propios que no se distingue uno de otro, y las golosinas caseras dejaron de ingresar, en favor de las dulcerías en las que un combo de palomitas equivale a tres salarios mínimos. 

Ir al cine hoy es una práctica excluyente, al grado que hay salas para VIP. ¿Ocurrirá esto con el beisbol, en caso de que Yucatán cuente con un estadio con parámetros de Grandes Ligas? Sería deseable una estrategia para que la perdedora no sea la afición que acude a los lugares más accesibles en precio, pero asiste constantemente al parque Kukulcán; la que llega en camión con la familia y satisface el hambre con kibis, “piedras” y marquesitas; la que desde hace unos años, por disposición de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) -y cambios en el reglamento -ya no puede ocupar las gradas de general en el jardín central; la que, cuando el equipo está de viaje, se mantiene al pendiente a través de la radio. 

 

Una afición construida 

La práctica del beisbol llegó a Yucatán a finales del siglo XIX y la realización de encuentros entre distintas novenas fue reconocida rápidamente como diversión pública. Pasaron menos de 20 años para que en la prensa aparecieran testimonios de la existencia de una afición; para 1907, una revista de crítica política como El Padre Clarencio dedicaba uno de sus cartones a una victoria por blanqueada de El Chivo de Halachó, y durante el gobierno de Salvador Alvarado era frecuente encontrar en los periódicos quejas por la chiquillería dedicada a los batazos y atrapadas en las calles.

Sin embargo, la promoción por parte del Estado se dio hasta los años 20 de la pasada centuria. La revista Tierra ofrece en su segundo número una fotografía del partido disputado entre las novenas Triángulo Rojo y Esparta, en los terrenos de la Liga Central de Resistencia, durante la conmemoración del primero de mayo de 1923. Una década después, el Diario del Sureste daría cuenta de la promoción cotidiana al deporte, como una función del gobierno local. Esta tarea consistía en la entrega, por parte del gobernador en turno, de un bate y nueve mascotas al presidente municipal al que hubiere correspondido visitar durante la gira.

Al mediar el siglo, la tarea de promoción y organización de ligas intermunicipales había dejado de ser exclusiva del gobierno. Algunos aficionados se hicieron gestores y realizaron una gran labor de organización. A Jorge Primo Abraham se le debe reconocer haber gestionado y dado cuerpo a un sinnúmero de equipos y circuitos en todo el estado. Sin duda muchos jugadores y aficionados lo recordaban con una sonrisa al escuchar su voz por la radio, narrando encuentros de la Liga Peninsular o de los Leones. 

 

Deporte y costos

Por paradójico que suene, el beisbol, siendo un deporte cuya práctica implica una inversión bastante fuerte, está arraigado en prácticamente todos los municipios de Yucatán, así como en colonias de clase media, media-baja y baja de Mérida. De alguna manera, familias residentes en colonias como la Bojórquez, Pacabtún, Dolores Otero, Santa Rosa o Mercedes Barrera, nutren con sus hijos a las diferentes ligas infantiles y juveniles de la capital yucateca y a la instruccional; ya no digamos las ligas de veteranos. El fenómeno debe llamar la atención, pues con lo que cuesta un guante, el uniforme o los arreos del cátcher, se tiene más que suficiente para armar un equipo de futbol; deporte que, por el contrario, tiene mucho más peso en escuelas particulares de amplio reconocimiento. No en balde el clásico estatal en el deporte de las patadas, hasta hace una década, era CUM-Modelo. La afición al balompié, hay que reconocerlo, ha experimentado un crecimiento notorio, de la mano de la llegada de academias filiales de clubes de la primera división y a la fuerte presencia que tiene este deporte en la televisión nacional.

 

Afición sin boleto 

El parque Kukulcán tiene ya 39 años en funciones. Su capacidad ha variado poco en este tiempo. Al momento de su inauguración, el 23 de marzo de 1982, sustituyó al ya muy rebasado parque Carta Clara, cuyo cupo era de 8 mil asistentes. Actualmente, la casa de los Leones tiene capacidad, oficialmente, para 14 mil 917 aficionados, aunque esta cantidad ha sido después de remodelaciones y una ampliación en las zonas de mayor costo para el público; recuérdese que la zona de general, a la altura del jardín central, fue cerrada por disposición de la Liga Mexicana de Beisbol. 

Sin embargo, el crecimiento de la población en el estado, y en particular de Mérida, no se refleja en la asistencia al parque. Es obvio que el principal negocio del club no es la venta de boletos, ya que el costo de asistir regularmente con la familia y asegurarle alimentos a la familia representa un esfuerzo importante para el nivel de los sueldos de Yucatán, y puede ser prohibitivo para quienes acuden desde municipios próximos. 

Dicho de otra forma, Yucatán tiene población y afición como para tener un parque de 20 mil espectadores siempre y cuando exista una estrategia de mercadeo acorde al carácter popular que tiene la afición. Por el contrario, se ha preferido concentrar la oferta de alimentos y bebidas en la zona de butaca y palcos, en busca de un cliente más “exclusivo”.

 

Las otras embestidas 

Si un medio ha mantenido el beisbol próximo a la afición yucateca, éste ha sido sin duda la televisión local abierta, junto con la radio. Estas transmisiones están bajo acecho. Ya son décadas que la LMB ha perdido el contacto con las televisoras nacionales. De hecho, desde la adquisición de Imevisión, que era del Estado, dejaron de transmitirse los partidos celebrados en el desaparecido Parque del Seguro Social, de la capital del país. Ya hace unos cinco años la Liga Mexicana experimentó pactar los derechos de transmisión a través de Facebook para algunos partidos, pasando por encima de los convenios entre clubes y televisoras locales y dejando a municipios enteros sin acceso a esos encuentros. La dura realidad se mantiene: si para las clases a distancia a que obligó el confinamiento por la actual pandemia fue imposible garantizar la señal a un buen número de estudiantes, es más que obvio que esto no será prioridad, tratándose de un espectáculo.

Como se vio en la final de la Liga en esta temporada recién concluida, la tendencia de los directivos es abandonar la televisión abierta y vender los derechos a las cadenas deportivas para las que es necesario contratar un servicio de cable o vía streaming; en pocas palabras, que el aficionado pague por ver.

 

¿Público para un nuevo estadio? 

Supongamos que en verdad podemos estar seguros y tranquilos de que este gobierno no aprobará nada que no cumpla con las normas y que el Estadio Sostenible de Yucatán se construya sin mayor problema. 

Supongamos que las ciclovías cumplen con su cometido y es posible llegar al estadio empleando la bicicleta, o que reviven los camiones “directo a la pelota” como se estilaba cuando se acudía al Carta Clara, y por lo tanto se evita el incremento de automóviles en la zona. 

¿Quiénes son los potenciales 23 mil espectadores que acudirán a los partidos de beisbol? Porque el Estadio Sustentable está concebido como un parque para Grandes Ligas, y seguirá esos criterios hasta para lo que se venderá en su interior y sus proximidades. Así, no es ocioso preguntar dónde estará La Wera y en cuánto se venderá la bolsita de cinco piedras, lo mismo para los demás expendedores. 

De lo que no hay duda es que los vendedores de antojitos, pepitas y cacahuates, marquesitas, pastelitos y elotes, difícilmente podrían ingresar y, si llegan a hacerlo, les será imposible mantenerse; los parámetros del negocio serían de mayor fiscalización y quienes se han dedicado a la venta de estos alimentos en el Kukulcán no tendrían cabida en el ambiente “sostenible”.

La afición encontrará, eso sí, alimentos en empaque cerrado y una amplia gama de franquicias de dónde elegir; las que ahora están en el Kukulcán se trasladarán al nuevo parque y otros negocios del mismo esquema llegarán. ¿Nos olvidamos, pues, de los sándwiches de Manolo’s, que iniciaron esta campaña a 100 pesos el más castigado; su lugar lo ocuparán otros bocadillos, de franquicia? 

[email protected] 

Edición: Ana Ordaz 


Lo más reciente

Las momias “espontáneas” que intrigan a un pueblo colombiano

En San Bernardo, cadáveres conservan sus rasgos al morir gracias a un fenómeno inexplicable

Afp

Las momias “espontáneas” que intrigan a un pueblo colombiano

Desaparece empresario de Chetumal

Fue visto por última vez en Calderitas; anteriormente denunció amenazas en su contra

La Jornada Maya

Desaparece empresario de Chetumal

INE dará seguimiento a renuncia de 200 candidatas en Zacatecas

El instituto aseguró sólo un caso argumentó sufrir violencia política

La Jornada

INE dará seguimiento a renuncia de 200 candidatas en Zacatecas

Padres de los 43 de Ayotzinapa instalan nuevo plantón frente a Palacio Nacional

Buscan dialogar con el presidente López Obrador previo a las elecciones del 2 de junio

La Jornada

Padres de los 43 de Ayotzinapa instalan nuevo plantón frente a Palacio Nacional