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Pepenadora de canciones para la infancia

El camino del arte es espinoso, elegir a los niños como receptores complica más las cosas
Foto: Facebook Maruca Hernández

Para los que dicen que no existe música de calidad para los más pequeños, les cuento que existimos un buen racimo de propuestas interesantes, garbanzos de a libra, a los que solo hay que rastrear con un poco más de enjundia, pero por ahí andamos ofreciendo a los chiquitos un amplio menú de posibilidades. 

Por lo pronto, el maestro Julio Gullco ha dedicado su carrera profesional para seguirnos la pista y en el pasado tercer Ciclo de Audiciones Guiadas, Puebla, de Canciones para la Infancia, cantautores de México nos ofreció un festín en el encuentro de Maruca Hernández, con el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Si de por sí, el camino del arte es espinoso, elegir a los niños como receptores complica más las cosas y ser de provincia, en un país centralista, las dificulta aún más. En este caso, Maruquita nació en León, Guanajuato, en una familia con un gran gusto por la música, por lo que desde muy pequeña se nutrió de sus padres y encuentros familiares. Poseedora de una voz llena de matices y frescura, Maruca Hernández inició un largo camino de búsqueda para llegar al punto de compromiso en el que se encuentra ahora, cantando en lenguas indígenas en las comunidades de los altos de Chiapas, donde descubrió que el poder de la música y el juego en el idioma materno tocan la vida de infinidad de niños y niñas que han padecido el atropello a sus derechos humanos, y sin embargo, nos comentó: “como dice Galeano: ‘A pesar de tanto sufrimiento han mantenido su ternura invicta’”. 

Pero vayamos por partes. En el inicio, la curiosidad la hizo cruzar el charco y recorrió Europa, desde Suecia hasta Grecia, cantando con su guitarra en las calles las canciones latinoamericanas. En los caminos conoció a infinidad de juglares con los que intercambió canciones y juegos para los niños. En Barcelona quedó fascinada de ver a la gente reunirse en los parques para bailar rondas tomados de las manos, actividad que aprendió y continúa ejerciendo 30 años después. 

A su regreso a México trabajó como maestra de música en Netzahuapilli, donde se capacitaba a las mamás de esta comunidad de Netzahualcóyotl para ser educadoras a partir del aprendizaje de las actividades que realizaban en la vida diaria. Lola Viega, la cabeza del proyecto, excelente pedagoga, fue la que nos unió. Ella le enseñó a Maruquita mi canción El Caracol, que ha seguido cantando a través de los años y con casi un millón de escuchas en YouTube, ahora la canta en tzotzil y en tzeltal haciendo muy felices a los niños de Chiapas. 

La inmisericorde guerra que se dio, por avaricia, en contra de los indígenas en Guatemala, arrasó 400 pueblos y, en consecuencia, miles de migrantes tuvieron que dejar todo para salvar la vida. México abrió sus fronteras para arroparlos y solo en el estado de Campeche se establecieron cuatro campamentos para darles refugio a las familias. Ahí Maruquita, dentro de un programa que organizaron los Jesuitas, comenzó a trabajar arte, música y juegos para liberar miedos atorados. 

Inició el desarrollo de talleres para los maestros y lograron un cancionero, así como siete casetes de apoyo. Con el tiempo, cada vez tenía más claro el inmenso poder de la música y el juego, para la educación. Ahí nacieron sus dos hijos, por lo que llegó el momento en el que decidió emigrar a San Cristóbal de las Casas que se volvió su hogar. 

Maruca ha dedicado su vida a pepenar canciones de todo el mundo y a grabarlas de una manera independiente. Es un gozo escuchar la fusión de risas de ella y los niños jugando rondas en las comunidades de Chiapas, quienes a través del encuentro recuperan la alegría, la conciencia de su identidad y zurcen la esperanza. Sus padres, amarrados, con una educación sin juegos, solo los ven y sonríen. 

En los caminos siempre ha encontrado locos y locas de nuestra especie que la apoyan en el diseño de los impresos, música, recursos y aliento; generosa y dispuesta, siempre ofrece su ayuda a todo aquel que desee acompañar a los niños como el sentido de sus vidas. 

Disfruta su participación en el tercer Ciclo de Audiciones guiadas aquí

 

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Edición: Estefanía Cardeña


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