de

del

Vuele a ti mi más alto pensamiento, 

llegue a ti mi trova más sentida,

A ti, el único aliento de mi vida, 

A ti, de mi ilusión primer aliento.

José María Pino Suárez.

 

La medalla Belisario Domínguez es la máxima presea entregada por el Senado de la República a l@s mexican@s que desde sus diferentes trincheras han contribuido a hacer de México un país más libre, incluyente y democrático. 

En 1969 esta medalla fue entregada a una mujer yucateca que arriesgó su vida intentando salvar la de su marido durante la etapa que marcó el inicio de nuestra historia moderna: la revolución mexicana. 

María Casimira Cámara Vales nació en la ciudad de Mérida el 4 de marzo -día de la festividad de Santa Casimira, patrona de Lituania- de 1877. Fue la segunda de catorce hermanos. Sus padres, Raymundo Cámara Luján y María del Carmen Vales Castillo pertenecían a conocidas familias de hacendados. Mariquita, como le apodaron -imagino que por ser pequeña de estatura- era una niña de ojos vivaces de un azul profundo y de carácter recio; además del piano, sabía tocar la flauta, también era excelente para las manualidades y la costura. Desde los siete años Mariquita compaginó sus clases vespertinas con los estudios y, a los catorce, se graduó como profesora de Educación Elemental en el Colegio de las Duarte.  

En aquella época, una de las celebraciones más esperadas en la ciudad era el paseo del carnaval; ciertamente, la joven adolescente a sus dieciséis años lo esperaba con ansia, desfilaría a bordo de un carro alegórico representando a la mítica diosa Themis, la diosa griega de la justicia. El día de carnaval, el diestro Cupido cumpliendo con sus labores cotidianas disparó una de sus flechas al corazón de un cándido joven recién graduado de la Universidad de Jurisprudencia de Yucatán. José María Pino Suárez quedó cautivado por los bellos ojos de la diosa griega.  

José María, poeta por vocación, aunque abogado de oficio, conquistó con sentidos versos el corazón de Mariquita, en aquel momento la inspiración estaba a flor de piel. 

El 8 de septiembre de 1896 contrajeron matrimonio en un día de doble festejo: Pepe celebraba su cumpleaños número 27, Maruca tenía apenas 19.

Los recién casados se establecieron en la ciudad de México, donde Pepe, ejercería como abogado; entretanto Maruca -como él la llamaba- estaría dedicada al hogar. 

Tiempo después el matrimonio Pino Cámara regresó a Mérida, Pepe se asoció con su suegro y abrió una imprenta en la que inició su propio periódico llamado El Peninsular. La primera edición fue publicada el 19 de marzo de 1904. Algunas ediciones más tarde el diario denunciaba las condiciones de los trabajadores en las haciendas henequeneras y hacía una crítica el régimen porfirista, cosa que disgustó al gremio.

La hasta entonces apacible vida de Mariquita, comenzó a complicarse.

En 1909 el fundador del partido Antirreeleccionista, que se encontraba de gira por el país promoviendo su candidatura a la presidencia de México, visitó Yucatán. Su nombre era Francisco Ignacio Madero González. El líder político conoció a Pepe el día que arribó al puerto de Progreso -en compañía de su esposa Sara- y entre ambos nació una genuina y leal amistad. 

Para ese entonces el matrimonio Pino Cámara tenía cinco hijos: María, Emilio, Alfredo, Aída y Hortensia. 

Como ya sabemos, en noviembre de 1910 estalló la revolución mexicana, exactamente un año después Madero ganó las elecciones y nombró vicepresidente a su incondicional amigo. En aquella época, Pepe era gobernador de Yucatán por lo que tuvo que pedir licencia indefinida y Mariquita, que estaba embarazada, se mudó a la capital para estar a lado de su esposo; ahí dio a luz a Cordelia, la sexta de sus hijos, que fue bautizada en el Castillo de Chapultepec. 

Concessa Becerril de Pino, nuera de Alfredo Pino Cámara, me platica:

“Tuve el gusto de conocer a Mariquita, abuela paterna de mi marido, en el año de 1963. Vivía en la calle de Rébsamen, en la colonia Narvarte con su hija Aída y el esposo de ésta. Me fascinó porque aunque era chaparrita, tenía una energía impresionante y un timbre de voz muy bonito, muy yucateco, me decía: Concessa, ¿te gusta Mérida? (aporreado). Era muy elocuente y cariñosa, cocinaba riquísimo con muy buena sazón, tenía unos ojos azules y una mirada profunda. Su hijo Alfredo, mi suegro, fue ministro de la Suprema Corte y la apoyaba económicamente, vivía muy bien, aunque ella recordaba que cuando murió Pino Suárez se quedaron sin nada, les quitaron hasta los muebles y que doña Sara (Pérez de Madero) fue quien la ayudó; de hecho, fue ella quien costeó la carrera de derecho a mi suegro en España. Mariquita nos contaba como en una de las tantas persecuciones a su esposo, se enteró que un grupo de soldados lo estaba buscando y se embarcó con ellos, en el trayecto logró que una persona bajara del barco anticipadamente, para avisar a Pino Suárez que iban tras él”. 

“Mi suegro decía que jamás la vio llorar, a pesar de que ella alguna vez confesó que se le secaban los ojos de tanto hacerlo. Nunca se doblegó frente a sus hijos, Mariquita tenía un carácter férreo, era una mujer muy querida, respetada y admirada por todo lo que vivió”.

Madero y Pino Suárez fueron apresados el 18 de febrero de 1913 en Palacio Nacional. Maruca rogó a su esposo que huyeran, pero el Caballero de la Lealtad, permaneció fiel a Madero. Ambos fueron asesinados el 22 de febrero de ese año. 

Un día antes del asesinato Mariquita soñó a su esposo bañado en sangre, horas después los periódicos anunciaban la muerte de José María Pino Suárez. Dicen que ella perdió un oído debido al shock que le causó la noticia. 

Para entonces María tenía 14 años y Cordelia, solamente 4 meses. La viuda y sus hijos retornaron a Mérida y fueron cobijados por don Mundo y doña Carmen. Tiempo después les fue asignada una modesta pensión en el gobierno de Venustiano Carranza y se establecieron nuevamente en la Ciudad de México.

En 1969, esta gran mujer recibió la medalla Belisario Domínguez -tres veces había sido postulada al reconocimiento-, al final de su discurso pronunció estas palabras: “Es para mi un honor recibir esta medalla, pero más honor fue haber sido la esposa de José María Pino Suárez”.

María Casimira falleció el 14 de abril de 1970, sesenta años después del inicio de la revolución.

El nombre Casimira viene de la palabra de origen germánico Kazimerz que significa “aquella que trae el equilibrio y la armonía”. Pienso que no fue coincidencia que el carácter de Mariquita correspondiera al origen de su nombre, ni que aquel día de fiesta, el destino de aquella joven diosa de la justicia quedara inevitablemente unido a uno de los héroes más emblemáticos de nuestra historia, el hombre con el que, irónicamente la justicia, quedaría eternamente en deuda. 

 

Edición: Laura Espejo


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