Un presidente omnipresente al rescate

El único tema estructural que podía descarrilar a los candidatos de Morena rumbo a la gubernatura de Quintana Roo era el de la seguridad pública. Ese punto de la agenda colectiva constituía el talón de Aquiles del partido de la Cuarta Transformación y los resultados concretos alcanzados -como gobernantes en el nivel municipal, como legisladores o administradores de proyectos de gran calado- de sus posibles abanderados en el bello estado que ve al Mar Caribe. 

Escribimos en tiempo pasado, porque el anuncio de la Secretaría de la Defensa -en el marco de una visita presidencial- de la creación de un Batallón de Seguridad Turística, el despliegue de más elementos, construcción de cuarteles y capacitación de los agentes estatales cambia completamente la ecuación política estatal. Hasta este día, un verdadero y duro acertijo para los precandidatos del partido guinda era precisamente la necesidad de proponer soluciones de política pública en materia de seguridad que sonaran viables, serias y, sobre todo, efectivas. Hoy ya no tienen ese dilema, pues el presidente ha venido al rescate.

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Así de fina y sutil es la escuela política del presidente, la vieja escuela de señales, gestos y omnipresencia del Ejecutivo federal. Que lea el que sepa leer y saque sus conclusiones. Con una mano atiende un tema que empresarios, hoteleros y ciudadanos le piden con vehemencia; con la otra prepara el terreno electoral de forma impecable. El batallón de seguridad turística transmite el mensaje de un gobierno local que ha sido rebasado en ese tema y debe ser rescatado para que Quintana Roo y su economía no se descarrilen; al mismo tiempo, ese novedoso batallón se convierte en gran promesa de solución que suena creíble para los electores que votarán en el 2022 dada la enormidad de los recursos humanos, técnicos y de inteligencia de los que disponen los cuerpos de seguridad militares. La Cuarta Transformación entra al ruedo estatal con una política pública que es simultáneamente respuesta y promesa. 

A partir de ahora los candidatos de Morena pueden empezar a construir sus plataformas y estrategias de campaña con el que era su flanco débil ahora convertido en flanco fuerte. Su propuesta de seguridad pública ha sido resuelta por la Sedena y sólo necesitarán decir que la respaldan, pedir que se amplíe y, probablemente, se haga permanente bajo un futuro gobierno estatal del partido de la 4T. Se abre entonces una campaña donde lo que importará para ganar los votos estatales serán los resultados administrativos, financieros, sociales, de atención ciudadana, de creación de normas y manejo de proyectos complejos, pues el tema de seguridad se habrá federalizado por completo. Muchas y muchos militantes se sentirán reconfortados con el gesto presidencial que quita del camino a la piedra más grande en materia de comunicación y credibilidad de futuras campañas. 

Para decirlo en términos del argot político contemporáneo, la Federación ha decidido poner los efectivos, la presencia y lo que sea necesario; eso en este momento de ebullición política le permitirá a los gobernantes y abanderados de Morena en Quintana Roo concentrarse en una competencia en la que ofrecerán oportunidades, proyectos, apoyos y programas: abrazos, pues. 

La campaña por la gubernatura quintanarroense cambia de agenda, de prioridades y los nuevos tópicos serán claramente favorables a quien pueda ofrecer capacidad y experiencia probada manejando gobiernos y proyectos complejos, reactivando o expandiendo la economía local y regional, mostrando cercanía con la ciudadanía y lealtad con una agenda ideológica establecida en el 2018. Sin decir casi palabra, el presidente ha hablado como mandatario al mando de los recursos federales y líder político de su partido: él toma el tema de la seguridad, para que otras y otros puedan tomar otros temas en la ruta hacia un muy probable nuevo color político para Quintana Roo. 

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Edición: Estefanía Cardeña