En días pasados recibimos la visita de César Gándara como ganador del Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo 2021. Aprovechó su estadía en la capital yucateca para presentar, en coordinación con la Secretaría de Cultura y las Artes (Sedeculta), su novela: La joroba de la bestia (Penguin Random House, 2018). Fue un hallazgo conocer su trayectoria y producción como dramaturgo y guionista de series para Netflix, además de autor de varios libros como Sombras del vacío, La rebelión de los fanáticos, entre otros.
La alquimia de religiones, creencias, ideologías, intereses, magia y hechicería, “saca chispas frente a los ojos del lector” como apunta en la contraportada el escritor Eduardo Antonio Parra. Las centellas van calando la conciencia a medida que avanzamos la lectura. Sin darnos tregua, se despliegan personajes y acontecimientos entre dos culturas, dos cosmovisiones que entran en pugna a la hora de defender lo que cada parte cree es su derecho. El mismo título es una metáfora de lo que se desencadenará. ¡Arderá Troya!
Cuando nos aventuramos a viajar a un lugar desconocido, nunca se sabe qué encontraremos. Chema, un cuarentón y directivo de una transnacional, avanza hacia la isla en bote sobre agua calma, como un espermatozoide luchando por fecundarla. Al igual que Juan Preciado cuando llega a Comala buscando a su padre en Pedro Páramo, Chema es ajeno a lo que el destino le tiene preparado y a lo que tendrá que enfrentarse para salvar a su joya de la venganza de la bestia: su hija Perla.
Fuerzas oscuras representadas por un ave alada, sobrevolarán los breves capítulos donde cada palabra es necesaria para dilucidar el intríngulis del mundo capitalista y el pueblo seri afincado en Tahéjöc, Isla Tiburón, zona protegida por las leyes. Es una recreación de la conquista de México cuando los españoles trajeron avances e impusieron a su dios. Cacni -joven, morena y guapa-, la malinche seri, es la intermediaria entre las motivaciones de las dos partes que se resisten a ceder. El dios Dinero de los capitalistas provocará la lucha encarnizada contra fuerzas que se saldrán de lo sospechado por los inversionistas del resort de clase mundial: varias alas de edificios de más de quince pisos…albercas, campos de golf, restaurantes, un spa y un centro comercial decorado con detalles indígenas.
Las rayas de coca son coprotagonistas, apaciguan a Chema en momentos de pánico y flaqueza; la Bacanora y el tabaco lo acompañan lo mismo en el escritorio que en la cama. Las mujeres de la historia son fuertes: la hija, la ex esposa, la secretaria y la nativa, heroínas y antiheroínas que lo llevan al límite de sus pasiones y debilidades, sin que este sea capaz de mantenerse firme, sobre todo cuando retornan a su mente recuerdos de la infancia de cuando vivía con su abuela, quien fuera despojada de su casa para la construcción de un edificio en nombre del progreso, obligándolos a emigrar a Tijuana donde nunca se adaptó.
Cinematográfica, elíptica, narrada en segunda persona y una que otra intromisión del narrador como la conciencia de Chema, La joroba de la bestia, si bien no cambiará la visión capitalista como dijo el autor durante la presentación, incita a la reflexión en cuanto a la depredación en pos de infraestructura que, lejos de mejorar la calidad de vida de los lugareños, acaba con la flora, la fauna y el patrimonio arqueológico, conflicto en la historia.
Atroz y realista, la novela de César Gándara es apabullante.
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