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A resucitar la alegría

''Urge resucitar de la depresión y la tristeza. No debemos culpar a nadie cuando algo falla''
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

Después de dos años de pandemia, en esta celebración de la vida, en especial en esta semana de Pascua de Resurrección, que nos invita a resucitar de la apatía y el miedo y retomar los temas verdaderamente importantes ya que, al hablar de ellos, según dicen los que saben, los atraemos, de la misma manera que por andar mencionando tanto a la violencia, la hemos hecho parte de nuestras vidas.

Investigando encontré que la Alegría es una de las emociones básicas, como son el Miedo, la Ira, el Desprecio, el Asco, la Tristeza y la Sorpresa. Por eso me llamó la atención que al escuchar la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, la original, (más tarde un fragmento conocido como Himno a la alegría), se pueden detectar todas las emociones mencionadas y, que al final, uno se queda con la tonadita que usan los estudiantes aprendices de flauta y que, no sé si sea traducción del alemán o propuesta nueva, cantamos con gran emoción: “Escucha hermano la canción de la alegría / el canto alegre del que espera un nuevo día, Ven canta, sueña cantado, / Vive soñando el nuevo sol. / En que los hombres, volverán a ser hermanos.” 

Lo más grandioso de la sinfonía, es que detrás de la obra, hay un hombre totalmente sordo que se crece ante el dolor, hace un recuento de su vida y contra viento y marea, nos ofrece su legado de alegría desde el fondo su corazón atribulado. ¡Optó por la vida!

¿Qué es la felicidad? ¿Dónde se encuentra? Seguramente cada uno tiene su propuesta, sin embargo, como nos dijo el maestro Beethoven, es una decisión.

Cuentan por ahí, que al principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura a los humanos. Uno propuso robarles lo que sabían, el hombre consideraba lo más valioso: la felicidad. “El problema sería, respondió otro, dónde esconderla para que éste no pueda encontrarla jamás”.

Alguien sugirió esconderla en la montaña más alta, pero decidieron que seguramente subirían en su búsqueda, aunque, dijeron, así pasaría de esconderla en el fondo del mar, en la luna o en algún rincón del universo. Por más que discutían, no lograban ponerse de acuerdo. Conocían la tenacidad de los hombres y sobre todo la que tienen las mujeres con tal de hacer felices a sus cachorros. Hasta que un demonio que se había mantenido callado propuso: “Escondamos la felicidad en fondo de su corazón, ahí nunca la hallarán, siempre estarán buscándola afuera, en las cosas, compitiendo, buscando el poder, en infinidad de distractores que les impedirán descubrir que la verdadera felicidad trae paz y alegría y se encuentra dentro de ellos mismos.

 

La Mariposa Azul (Cuento Koan)

En un monasterio, en lo alto de una colina, un par de novicias estaban aburridas de preguntarle a su sabio maestro y que este siempre respondía todas las preguntas sin siquiera dudar. Impacientes con su mentor, las jóvenes decidieron inventar una pregunta que él no pudiera responder correctamente. Entonces, una de ellas apareció con una hermosa mariposa azul que usaría para engañar al sabio y le comento a su amiga: “Voy a esconder la mariposa en mis manos y le voy a preguntar si está viva o muerta. Si él dice que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar, si, viva, la apretaré y la mataré. Así, cualquiera que sea su respuesta, ésta será equivocada”.

Las dos adolescentes fueron al encuentro del sabio que estaba meditando. “Maestro —interrumpió golosa la novicia—. Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?” El preceptor sonrió antes de responder: “Depende de ti… ella está en tus manos”.

Urge resucitar de la depresión y la tristeza. No debemos culpar a nadie cuando algo falla, ni atiborrarnos de prisa, cosas y sedantes para llenar vacíos. Somos responsables por lo que juzgamos bueno o malo. Nuestra vida está en nuestras manos. Nos toca a nosotros escoger qué hacer con ella, enfrentar las tormentas, hacernos cargo de las consecuencias y pasarles la estafeta a nuestros hijos.

Hace 2 mil años, un hombre valiente y bueno, se opuso a las instituciones que aplastaban a su pueblo, venció la muerte que nace del egoísmo y la injusticia; Jesús de Nazaret resucitó nuestra esperanza.

¡Alegres Pascuas de Resurrección! 

[email protected]

Edición: Ana Ordaz


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