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Coincidir

''La tendencia siempre ha sido esconder la edad cuando tendría que ser motivo de júbilo''
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

"Soy vecina de este mundo por un rato / y hoy coincide que también tú estás aquí / coincidencias tan extrañas de la vida /tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio / y coincidir”, autores Raúl Rodríguez y Juan Alberto Escobar.

Hoy, 25 de abril cumplo mis primeros 72 años. La tendencia siempre ha sido esconder la edad cuando tendría que ser motivo de júbilo: no todos han sido tan afortunados frente al bicho, viento y marea, incoherencias e incertidumbres. Y a pesar de todo: ¡aquí estamos aún en proceso!

Escuchar Coincidir, en la voz de Guadalupe Pineda, siempre ha sido un caramelo atesorado, aunque por primera vez, reconozco y agradezco a los autores esta coincidencia y caigo en la cuenta de la cantidad de personas a los que durante estos años no reconocí ni agradecí los caramelos que nos permitieron coincidir.

La vida es un suspiro. De chica te parece eterna y cuando despiertas y comienzas a descubrir la importancia y el sentido de estar viva, esta agarra prisa y va que vuela, hasta que llega a un punto de recapitulación.

En este festejo de mes que les he ido compartiendo, tuve oportunidad de ir a siete comunidades con amigos de todas las edades, desde Inicial, hasta la presentación del libro “Carta a mi niña” en Dzibalché; en todos los niveles descubrí nuestras coincidencias y pudimos entablar el punto de contacto en una misma sintonía: ¡Celebrar la vida!

Afortunadamente se cruzaron las vacaciones, por lo que, en Semana Santa, pude recuperar el aliento después del maratón de eventos y caminos: mi realidad de chamaca de casi 72 estaba encantada y agotada.

En Pascua, el milagro se dio de nuevo. En esta ocasión, gracias a la generosidad de mi amiga Layda que nos prestó su casita en Chelem, me lleve a cuatro sobrinos nietos entre 9 y 17 con quien pase una semana deliciosa redescubriendo las coincidencias con mi hermanita y los cachorritos de nuestro clan. Todos, hartos del encierro, hacían su mejor esfuerzo por coincidir y pasárnosla bien. El mar, las risas, las historias de familia, los cuentos de espantos, juegos de mesas, cocinada y lavada de platos… los talleres de pintura en camisetas, hechura de libretas y de tamales, fueron muy disfrutados. Veteranas y adolescentes, hicimos nuestra parte y la enorme cantidad de años de diferencia, se evaporó: nos encontramos.

Coincidir con el otro, es el sueño de nuestras vidas. Nos dijeron que había una media naranja por ahí esperándonos. Las nuevas versiones nos dicen que somos naranjas completas y toca acompañarnos respetando diferencias. Coincidimos en la misma escuela, trabajo, hobbies, deporte, etc. Somos diferentes, pero hay infinidad de maneras de coincidir. Por lo pronto, todos respiramos.

La canción nos dice que más allá de estas coincidencias, existen otras en la que la sorpresa de encontrar a alguien especial que tiene “un no sé qué, no sé dónde que te pone no sé cómo”, nos hace cantar a todo pulmón: “tantos siglos, tanto espacio… y coincidir”. La realidad es que no es tan sencillo, por lo menos, lo que sería COINCIDIR con mayúscula, como nos dijo Hollywood, pasaría.

A veces, se coincide por un ratito. Otras, la coincidencia la inventó uno de los dos, con tal de que se dé. No se puede obligar, como tampoco negar: es un regalo. Nos gusta controlar, sobre todo cuando nos hacemos mayores; nos da miedo lo desconocido, arriesgar. Coincidir nos da gusto y susto. Nos alborota y nos llena de temor. ¡Me va a dominar! ¡Uyyy! ¡Qué miedo! “Más vale malo conocido que…” 

Tantos dolores rancios, desconfianza e inseguridades nos amarran y esconden. Morimos por encontrar coincidencias que nos den alas, fortaleza, confianza, comprensión, aliento, ternura, gozo… y no somos capaces de darnos permiso de elegir la vida, de sentir.

Como cierre de ciclo, agradezco a mi familia y amigos todas las coincidencias grandes y pequeñas que me han regalado y permitido llegar hasta aquí. Aunque a final de cuentas, hoy comprendo, que mi mayor coincidencia tendría que ser conmigo misma. Si no coincido ¿cómo puedo esperar hacerlo con alguien más? 

Coincidir es vivir en armonía entre lo que digo y lo que pienso, entre lo que siento y lo que quiero. “Soy vecina de este mundo por un rato…”

[email protected]

Edición: Ana Ordaz


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