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No hay forma de darle el pésame a alguien que perdió a su hija

Ese dolor no lo deben sufrir solos, pues juntos, conscientes, reduce
Foto: Notimex

Le extirpó el espíritu, lo dejó sin oxígeno. Secuestró sus sueños y los quemó con fuego efímero, el que prende sin remordimientos. Verdugo de mujeres, escondido en el desdén y en el silencio de hombres cómplices. Dejó sin pulso los cuerpos, inertes, en el frío suelo del olvido. Los sonidos fueron estertores: un último esfuerzo sin sentido. Sus muertes no fueron breves; le tomó tiempo y odio.

Mujeres en intemperie, cuerpos con muy poco: recipientes de lo que no existe, en sitios oscuros y húmedos en los que se pierde todo resquicio del tiempo. Meses sin fe, en los que el silencio es como trueno y duele. Nombres sin rostro ni nombre, en el desdén de los rincones de los escritorios de los jueces, unos con precio. Muchos políticos mudos y sordos, inmóviles como fósiles de otros tiempos, que no protegen ni defienden; los verbos en colores sobre los muros les duelen peor que los feminicidios. 

Huesos rotos, sueños sin futuro, estériles como el odio que los pulverizó. Noches sin luces en el cielo, con silencios que crecen con el crujir de dientes, bruxismo de no poder revivir el querido tesoro; retoño perdido. Hombres y mujeres perdidos en el sendero del destierro, solos en su empeño de que el fuego del recuerdo no los deje y se les congele el interior. En el frío refugio de ese invierno eterno se sostienen en vilo sus insomnios; suspiros con los que huyen y se pierden. 

Los lutos no concluyen con el entierro, son un dolor perenne; silencios y perdones huecos, sin sentido, de seres que no conocen ese sufrimiento: un pozo profundísimo de dolor. Lo perdieron todo, y no tienen el temple del desquite, o fe en leyes. Sólo piden que se respete su dolor y los dejen solos con el recuerdo. Es en ese sitio en el que su ser puede esconderse del dolor de vivir. Ese dolor no lo deben sufrir solos, pues juntos, conscientes, reduce; cruz cuyo peso disminuye si es común.

Un lipograma es un escrito en el que voluntariamente se evita el uso de una letra determinada, en este caso, la a. Por tanto, este es un texto cojo, mutilado, como esta sociedad que sufre una pandemia de muertes. 

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Edición: Ana Ordaz


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