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Invitación a la lectura de 'Placeres mínimos'

Nuestro tejido de afectos en torno a los libros
Foto: Rulo Zetaca

 

“Vivir no es coleccionar meses”

Los Petitfellas – Historias mínimas

Cuando me siento a escribir este texto, tiene menos de una semana que llegó a mis manos Placeres mínimos, un esfuerzo colectivo que puedo conocer gracias a La Meiga librería feminista. La travesía para que este libro se construya es tan larga que por eso parte del puerto de abrigo donde recaló. Trece editoriales mexicanas decidieron que en abril del 2022 publicarían un libro de distribución gratuita con un tiraje de mil ejemplares que incluye el mismo número cabalístico de textos, uno por cada editorial. 

Presentarlos en su totalidad sería como hacer filigrana sin conocer la figura final, por ello decidí irme por las ramas, al menos cuatro, que tal vez permitan mirar un poco más profundo en el esfuerzo editorial independiente que constituye esta carta de amor para las y los lectores. Cada uno de estos ramales nos dejará entrever algo que se dice en esos apartados pero la intención de esta invitación a la lectura es que olisqueemos a la distancia y podamos acercarnos superficialmente a los ya mínimos placeres que nos encontramos en el libro que cabe perfectamente en la mano con su minúsculo tamaño.

La primera rama lleva por título travesía. En ella encontramos tres textos que se publican en Minerva editorial, Editorial Almadía y Elefanta editorial de la mano de Montelongo, Pigafetta y Weiss. Entre mar y montaña nos internamos en las letras en el viaje por carretera que hace el personaje de José Montelongo en un fragmento de su novela. Compartimos travesía internándonos en las nieves canadienses con mirada templada de quien habita México. Junto con Johnny Caribú y su Husky Nugget acompañamos apenas sus pasos, y como solo es una probadita de la novela nos quedamos con ansias de seguir travesías, de conocer atajos y de perdernos en medio de la ventisca.

El segundo ramal lleva por nombre mirada. Tiene textos de Baudelaire, Nadar y Mariana Enríquez publicados en Impronta Casa Editora, Canta Mares y Ediciones Antílope. La pausa es con Mariana Enríquez porque Alguien camina sobre tu tumba es un libro que lleva unos meses en mi librero y se va aproximando de a poco en la fila de invitaciones a la lectura. Mientras esto sucede me pregunto ¿por qué ha sido tan relevante esta autora en los últimos años? O ¿por qué le gusta tanto a la gente que tengo cerca? Al menos avizoro una respuesta: con mirada perspicaz y una ocurrencia que sólo puedo calificar de exótica, presenta su crónica sobre François, que es el nombre que le da a un hueso que robó en el osario municipal de París y la razón principal para haber hecho ese viaje. Con esa belleza extraña es imposible evitar la atracción.

Para la tercera parte nos encontramos con ausencia donde Dharma Books, Alacraña, Grano de Sal y Festina publicaciones nos proponen textos de Harwicz, Sautto, Sosenski y Miklos. En esta parte no pude evitarlo, el texto de Idalia Sautto presenta personajes que me son profundamente familiares. Una estudiante de historia en la UNAM reflexiona, años después, de la ausencia que vive sobre una relación que tuvo en la facultad. La mirada que parecería recurrente se atraviesa por bibliotecas, calles oscuras, la intención de aprender sobre historiografía y lo que se va convirtiendo irremediablemente nuestra memoria individual: una separación entre el archivo histórico que atesoramos y el archivo muerto que llevamos a la papelera a reciclar.

Hacia el cierre lo que nos va a acompañar es la melancolía. Esta última parte los textos son autoría de Merlín, Sosa Castañeda y Pustkowiak que nos llegan por Gris tormenta, Zopilote Rey y Aquelarre. El texto que me atrapó fue el de Alejandro Merlín que nos lleva de vuelta al pueblo donde nació en Durango y espejea con las instrucciones para vivir en México de Ibargüengoitia, pero ahora, en este siglo las trazas de la memoria se van borrando, nos asomamos a una crónica que cuestiona la modernidad que habitamos en la tercera década del siglo XXI: el olvido del campo, la nostalgia de la infancia libre y la melancolía colectiva que nos genera ir olvidando, de a poco, el cómo brota vida de nuestras manos cuando aprendemos sobre la tierra.

El epígrafe que acompaña a este texto tiene interés en señalar al trabajo relevante y potente de las editoriales independientes. Abrir miradas hacia otras realidades que acontecen cerca de nuestro andar sólo es posible cuando tenemos la sensibilidad de apoyar proyectos que apuestan por lo otro, lo diferente y la diversidad para que nuestra vida no sólo sea una colección de tiempo transcurrido. 

@RuloZetaka

 

Lea, del mismo autor: Desde la 'peligrosa' heterogeneidad, invitación a la lectura de Recuerdos de mi inexistencia

 

Edición: Estefanía Cardeña


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