de

del

Buscando a Banksy

Un peregrinaje por los primeros trabajos del artista urbano
Foto: Reuters

Banksy es un artista inglés, cuya identidad se desconoce. Sus primeras obras fueron grafitis, y aparecieron en mancillados muros de Bristol. A partir de ahí, conquistó otras paredes y galerías. Hoy día, sus obras se valúan en cientos de miles de dólares, aunque aún es considerado un outsider. Este artículo es un peregrinaje por sus primeros trabajos, el big bang de una ciudad cubierta con varias capas de aerosol. 

 

Era una ciudad arañada por una juventud errante; cada muro, un lienzo rayado con la desesperanza. Ahí, entre esas pintas sin sentido, que sólo marcan fronteras en tierras de nadie, florece el asfalto. El artista urbano Banksy demuestra cómo la belleza transforma, aún en los entornos más hostiles. 

Ese francotirador paciente, agazapado en la medianoche de Bristol, sustituye un arete de una perla de mil colores por el de una caja de una alarma casera, en un barrio salvaje. El resultado es igual de impactante: una joven que te persigue con la mirada, aún húmeda de aerosol. El grafitero inglés, pisándole los talones al holandés Vermeer. 

Me convertí en uno de esos cazadores de muros, en safari de arte urbano. Y me llevé como trofeo el secreto de la vida. Además de la reinterpretación de La joven de la perla, Banksy muestra que el arte es humor con un amante colgado de una ventana, mientras el esposo engañado otea el horizonte, sospechando incluso de su sombra. Todo el mundo, menos él, se entera del adulterio. 

O que el arte es feroz crítica, al exhibir a esa policía que quiso prohibir que las calles se convirtieran en galerías furiosas: granaderos cargando contra un oso de peluche, que mantiene a raya la seriedad de una generación que no comprende el lenguaje de sus jóvenes. Esa barricada de pintura está a la entrada de una escuela, como una invitación a la rebelión. 

En uno de los callejones más peligrosos de Bristol, el epicentro del terremoto, el artista firma un mural titulado Toma el dinero y corre, que bien funciona como una advertencia a los forasteros o una recomendación a los estafadores locales, que se reinventan con el mismo ingenio y arte del pintor. 

El logro de Banksy es doble, triple, teniendo en cuenta que por lo que ahora se le elogia era, hasta hace unos pocos años, algo prohibido. Los tatuajes de Bristol eran tantos que agobiaban, y en esa tormenta de colores y mensajes, el grafitero supo sobresalir: fue como alguien cantando un aria en una ensordecedora fragua. 

Parte de la cultura del arte urbano radica en la exhibición del autor, principalmente por su firma y por los rasgos de su tipografía; gran parte de la función de los grafitis es la señalización de feudos. En Yucatán, la cartografía de las bandas está marcada con aerosol; Sur 13 comparte y coloniza espacios de anuncios de bailes y propaganda política. 

La fama no le ha aguijoneado el ego a Banksy , quien a pesar de vender ya en millones sus obras continúa siendo un cuarentón de Bristol, con las mangas manchadas de pintura. Uno de los artistas plásticos contemporáneos más famosos podría tomarse un gin con el escritor Thomas Pynchon y ninguno saber con quién brindó. 

Un joven arrojando un ramo de flores en lugar de una bomba molotov, una anciana estornudando en el inicio de la pandemia, una niña a la que se le vuela un globo en forma de corazón, una rata tomando un martini en un camastro, un reo escapando utilizando una máquina de escribir, unos neanderthales cazando un carrito de súper…

Así como Banksy ha afinado nuestra vista, capaz ya de filtrar el burdo trazo con la sutil ironía, hay periodistas que siembran minúsculas arenas en esas pesadas ostras que son los artículos de opinión para después cosechar frases nacaradas. O cantantes que, escondidos en la insensatez del reguetón, regalan versos dignos de Quevedo, como aquellos ojos color sol.

Así, a veces, es el arte, así, a veces, es la vida: una búsqueda en la basura de cotidianidad, como nos lo recuerda, precisamente, Banksy: en 2013, el artista británico vendió algunas de sus obras por sólo 60 dólares en un puesto en el Central Park de Nueva York. La primera, luego de un regateo de una mujer que adquirió un cuadro valuado hoy en medio millón de dólares por sólo 50.

 

[email protected]

 

Lea, del mismo autor: El trino triste del canario

 

Edición: Laura Espejo


Lo más reciente

¿Debates para un voto informado?

Editorial

La Jornada Maya

¿Debates para un voto informado?

Empresaurios

Quienes reptan sin escrúpulos y usan el dinero para escapar de su conciencia

José Díaz Cervera

Empresaurios

Vinculan a presunto homicida de surfistas extranjeros en Ensenada, Baja California

Peritos hallaron indicios balísticos en la zona donde se encontraron los cadáveres

La Jornada

Vinculan a presunto homicida de surfistas extranjeros en Ensenada, Baja California

Que gane México

Un país de gente comprometida necesita reflexionar antes del 2 de junio

Margarita Robleda Moguel

Que gane México