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Al maestro, con cariño

Cómo educar a través de la realidad: encontrar el sentido de la vida
Foto: Fernando Eloy

Al maestro, con cariño, película filmada en el Reino Unido en 1967 con la excelente participación de Sidney Poitier, en tiempos turbulentos, semejantes a los actuales y que continúa siendo un rayo de esperanza en estas etapas inciertas. 

Si en estos ciclos de apertura e inclusión, aún sufrimos manifestaciones de discriminación, podemos imaginar lo que padecía hace 55 años el personaje principal, un afromaericano, graduado con honores, sin empleo, forzado a aceptar un puesto de maestro en una escuela de la periferia donde recalan todos los expulsados. Al principio, los muchachos manifiestan su rechazo y desprecio a esa persona, porque saben no tiene otra alternativa de empleo. El maestro, a punto de rendirse, descubre la urgente necesidad que tienen estos jóvenes excluidos de la sociedad y decide probar métodos nuevos, como educar a través de la realidad: encontrar el sentido de la vida, la soledad, el sexo, el dolor, la honestidad. 

Estamos iniciando el ciclo 2022- 2023 llenos de preguntas, dudas, temores, desgaste, enojo, desesperación. Es el momento exacto para abrazarnos a nosotros mismos para plantearnos: ¿Qué estoy haciendo aquí? Si así me siento, ¿Cómo se sentirán mis alumnos que dependen de otros, que están igual que yo o peor y que muchas veces le pasan la factura al más débil, o han sido sobreprotegidos durante dos años y medio y se encuentran frágiles, miedosos, inseguros, agresivos y dispersos? La decisión más sana es crecerte ante la adversidad.

Frente a la realidad expuesta, no nos queda más que "nadar de muertito", rajarse o crecerse y tomar al toro por los cuernos. ¿Qué necesitan nuestros niños? La información está en las computadoras, pero, ¿tendrán la curiosidad de investigar? Urge enseñarles a preguntar, a ser más críticos y analíticos, a investigar. Sacarlos al patio de la escuela a oler, sentir, escuchar, seguirle la pista a los habitantes, intercambiar descubrimientos, compararlos con la vida diaria en nuestras casas. 

En muchas escuelas ya comenzaron con las clases presenciales, pero aún hay niños y niñas que durante dos años y medio han estado en medio de adultos, que han olvidado el “orden y disciplina” escolar, las relaciones humanas, ceder, escuchar, participar. 

Los maestros están confundidos ante información que les dieron en la capacitación, de algo que el mismo capacitador no tiene claro, porque la realidad es que la institución se desmorona por la falta de capacidad y visión de la trascendencia que tendría que tener esa secretaría, como sustento del país que merecemos. 

Como tengo debilidad por los soldados y los maestros. Los soldados, muchachos campesinos que no tuvieron otra oportunidad mas que disfrazarse de cactus, viven expuestos, bajo el sol y la lluvia para cuidarnos. Los maestros comprometidos terminan poniendo la lata de pintura, para tener lindo el salón donde pasará con sus alumnos un año. Siembran macetas, se comprometen y preparan. 

Conoce retos y oportunidades de sus alumnos, los acompaña para que den lo mejor de sí mismos y platica con los padres sobre la posibilidad de que repita el año, por si el padre firma la solicitud, porque entre los dos buscan lo mejor para los niños y saben que arrastrar años y huecos, no beneficiará a nadie. 

Los maestros y maestras, tienen muchas veces que lidiar más con los padres que con los niños. Los primeros, no quieren que sus chiquitos sean presionados, que se les pida más de lo que quieran dar y estos, en sus zonas de confort, aprenden de a nadar de muertito, a no comprometerse, a cumplir y hacer tiempo mientras llega la jubilación. 

Al maestro, con cariño: hagamos alianzas solidarias con los profesores de nuestros hijos. 

Todos estamos en medio de una neblina confusa. Fortalezcámonos entre todos. No le quitemos autoridad diciéndole a los chiquitos, “tu maestro esta loco”, ellos serian incapaces de decirles, aunque lo piensen, tu papá, tu mamá, también. 

Los tiempos nos dicen que solo juntos, saldremos adelante. 

La fortaleza que le demos a nuestros niños y niñas hoy, será con la que nos atenderán cuando nosotros seamos incapaces de ver por nosotros. 

O sea, lo que se siembra… 

Maestros, contamos con ustedes. A darle con todo. Nuestros niños y niñas bien valen la pena. 

[email protected]

 

Lea, de la misma autora: ¿Quién soy?

 

Edición: Estefanía Cardeña


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