El nuevo rector: Esperanza para una universidad centenaria

José Luis Domínguez Castro

“Son 9 mil problemas más que los que había cuando comencé mi rectorado en 1971…”.

Así se expresaba el doctor Alberto Rosado G. Cantón al rendir su informe en 1978 al frente de la rectoría de una casa de estudios a la que habían ingresado ese año 9 mil 449 nuevos “colegiales”, alcanzando para entonces una población total de 12 mil 600 estudiantes distribuidos en 14 escuelas profesionales y dos preparatorias, según registra el Lic. Conrado Menéndez Díaz en su crónica publicada en la Revista de la Universidad de Yucatán (Año XXI; no.125). 

“… Pero confiamos en que todos tendrán elementos suficientes para una preparación adecuada y eficiente…”, aseguraba hace 45 años, quien pocos años después, terminaría su gestión abruptamente. 

Hoy, el ingeniero Carlos Estrada Pinto, recién electo para el periodo 2023-2026 también podría decir, si atendiéramos sólo a la matrícula estudiantil universitaria, que inicia su gestión con “28 mil problemas” por atender. Pero sabemos que, para afrontarlos, cuenta con el respaldo de los 716 profesores de tiempo completo -casi en su totalidad incorporados al Sistema Nacional de Investigadores- y muchos otros profesores de asignatura, quienes sostienen y alimentan a diario los 47 programas de licenciatura y los 63 de posgrado que ofrece la UADY junto con algunos programas de beneficio social. Cuenta, así mismo, con el apoyo de una sólida comunidad de trabajadores manuales y administrativos, integrada por mil 800 empleados de confianza y sindicalizados que lo respaldan. Y, por si fuera poco, sabe el nuevo rector, que existe una comunidad ampliada de universitarios jubilados que, a distancia, seguimos con verdadero interés el desenvolvimiento cotidiano de nuestra querida Alma Mater. 

Lee:Eligen a Carlos Estrada Pinto como nuevo rector de la UADY

Los nuevos retos 

El maestro Estrada conoce mejor que nadie los problemas institucionales y en las últimas semanas amplió su visión de los mismos gracias al recorrido que hizo por escuelas y facultades y por el acercamiento que tuvo a los distintos colectivos universitarios. El ex director de la Facultad de Ingeniería Química, y en los últimos años, titular de la Dirección General de Desarrollo Académico, ha participado por décadas en la construcción y supervisión de una estructura institucional que ha visto crecer, que sufrió los embates de la pandemia, pero que se ha de seguir renovando y avanzando para atender las funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión que definen su esencia. 

Hijo de profesionistas, hombre de ciencia y conocedor de los retos que afronta la planta productiva regional y la comunidad empresarial, Carlos Alberto Estrada es un universitario dotado de sensibilidad social, que entiende lo mismo de leyes que de geografía o de ingeniería de procesos, lo que le permitirá sin duda alguna guiar el barco institucional por los procelosos mares de la transformación nacional. 

En unas cuantas semanas, el ingeniero químico se comprometerá a cumplir con las metas planteadas y nos recordará que, desde hace 100 años, la universidad de Carrillo Puerto y Vasconcelos ha tenido la misión de ser un faro imprescindible para la sociedad y un referente obligado para todos los que se han venido sumando a la causa de la formación de nuevos ciudadanos. 

Camino señalado 

Por la galería de rectores han desfilado, en estos 100 años, personajes dignos de ser recordados por diferentes razones. Los icónicos: el doctor Eduardo Urzaiz Rodríguez y el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, por su puntual cumplimiento de las metas posrevolucionarias de brindar una educación laica, abierta para todos, sin distinción de género, de credo o clase social, siendo fieles a la filosofía fundacional de la Universidad Nacional del Sureste. A otros, como el doctor Jesús Amaro Gamboa o el licenciado Francisco Repetto Milán, se les recuerda por haber tenido una peculiar cercanía con los estudiantes o por haber incrementado la oferta universitaria a través de nuevas carreras. Y en tiempos más recientes, hay rectores que han dejado huella de su gestión a través de la expansión de la planta física de la institución. En fin, ha habido rectores que, a través de programas innovadores, lograron poner a la UADY a la altura de las nuevas corrientes de la educación, de la investigación científica, y/o de la cultura, sembrando en los educandos las semillas del conocimiento científico y la búsqueda de la justicia.

Han sido ya 15 los rectores que a lo largo de estos 100 años ha tenido nuestra Alma Mater. Se trata de una institución centenaria que hoy, al renovar a sus autoridades, despierta en la sociedad una nueva esperanza. 

En efecto, la Universidad Autónoma de Yucatán con su nuevo rector, el rector de una universidad centenaria, representa una fuente de esperanza para quienes nos hemos formado en ella y, particularmente, para los que la hemos servido por décadas con dedicación y lealtad.

Celebremos con júbilo a esta universidad centenaria. Compartamos con el nuevo rector nuestro compromiso solidario, a fin de que la UADY siga significando para la sociedad: una luz vigilante que, al emerger de la ciencia y de la investigación, nos mantiene alerta y en permanente búsqueda de la verdad. 

[email protected]

Edición: Estefanía Cardeña